domingo, 31 de agosto de 2008

Diagnóstico


SANTA ROSA DE LIMA

La faz de Santa Rosa se extiende como un cielo de reproches, ardiente, sobre el frívolo catolicismo de los americanos.

Con esa varonil niña de Santa María, la Divina Providencia reprodujo —por supuesto, en pequeño— la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo, con el fin de que este continente pudiera resucitar y entrar en el Reino. Es la Proposición de Dios ante la libertad de los pueblos que pronto iban a declarar su mayoría de edad.

Por otra parte, una Europa, más aún, una Francia, traidora de sí mismas, los solicitarían con burdas mistificaciones del verdadero camino de la libertad.

La vida espontánea, nos pone a merced de una porción de cotidianas y pequeñas infamias que nos van devorando. La libertad no se encuentra más que en el colmo de la paradoja: la Cruz. Es expansión infinita esa vertical que todo lo ve; esos brazos abiertos que todo lo comprenden en la Vida y en el Bien.

No se ha extendido hasta ahora la palabra delicada y magnífica. No se ve el rostro de la niña iluminada que nos mira y sufre. Las almas están muy aletargadas por el exceso de vacas, trigo, caña de azúcar y vino. Un predominio del vientre y un clima afrodisíaco, letal, no permiten al americano entender que tiene que crecer mucho si quiere coincidir con la verdad del hombre y llegar a una verdadera civilización. Sólo en caminos heroicos, el hombre se alcanza a sí mismo. Las verdaderas dimensiones humanas son montañas aún vírgenes, por encima de nosotros.

Rosa de Santa María, tórtola y Varona, puerta, para nosotros, del Reino de los Cielos, se destaca fulgurante, sola, en medio de un tendal de seres humanos prematuramente agotados por la lujuria, la bebida y la indolencia. ¿Cómo nosotros, ahogados por un mar de comodidades y comidas, pretendemos sonreír a la heroica? ¿Cómo nos atrevemos a llamarnos hermanos de la casta?

Ella no sonríe, pensando que ya hemos dilapidado, casi, los bienes que nos obtuvo, y pronto, si no reaccionamos, seremos visitados, en las tinieblas, por baño de sangre y de fuego. Pueblo mío, el que te dice bienaventurado, ése es el que te engaña (Isaías). Síntoma de debilidad y cobardía es que un pueblo se tilde de grande, antes de serlo. Es de temer que esa conformidad con su estado actual lo lleve a no serlo nunca. Nos envuelve una apariencia de civilización, sensible, y dormimos tranquilos.

La agitación de Buenos Aires monstruosa y vacía, nos encandila. Se admira la mucha actividad, sin notar que toda ella está ordenada a fines insignificantes. Es estúpido pensar que se es culto porque se dispone de ciento cincuenta diversidades de jabones de afeitar y rouges, de otras tantas marcas de autos y de zapatos. Las vidas tremendas de los hombres se consumen en perseguir dos o tres bagatelas; sobre todo en la fermentación del aplastado sensualismo. Y se colocan penachos de triunfadores cuando han logrado disgregarse y disgregar su reino y sus mujeres, en esas zonas de la estupidez y el saqueo.

Rosa, canto de Dios, rutila altísima; sus ráfagas nos rozan, cargadas de penetrantes perfumes: mas no encuentran inteligencia y respuesta. Nuestro Cielo pesa sobre nosotros opaco y muerto, despoblado de estrellas. Solamente la Cruz del Sur, intensa e inmaculada de Rosa; otro lucero, San Martín de Porres; y —quizás— Fray Mamerto y María Antonia, nada más, brillan en él, con un contraste verdaderamente dramático. Las construcciones humanas memorables brotan de las almas y los cuerpos tallados por la mortificación; enriquecidos por las disciplinas arduas del espíritu. Europa edificó la más alta civilización gracias a que durante mil años fue un continente de ascetas.

No sólo el cielo nos acusa; también lo hace la tierra que nos ha sido confiada. No hemos interpretado frases grandiosas, las cuales permanecen estériles a nuestro lado, porque aún no se ha desposado con ellas un verbo humano proporcional. La Historia muestra que la íntima compenetración del espíritu del hombre con la tierra que habita, constituye la raíz de las grandes culturas. Cuanto más profunda sea aquélla tanto más verdadera, es decir, arraigada a lo eterno, será la civilización resultante.

El carácter español, la Iglesia de una aldea de Castilla, se levantan en medio del paisaje, como una versión humana y divina del mismo; son la corona final que hace vibrar todo el conjunto en un ciclo perfecto de ser y de vida. La Argentina será grande el día que la austera Rioja sea convertida en una Tebaida.

Cuando surja una continuidad de la Filosofía, una música, una arquitectura, en semejanza con la grandiosa contraposición de masas de la Pampa y de los Andes. Un monasterio de auténticos trapenses o cartujos sería lo único que podría explicar cabalmente a esa cadena de montañas.

La floreada del Aconquija, donde cada árbol es un cuadro, claman por una inteligencia y un pincel equivalente a los de Van Gogh. Tafí del Valle, delicada Virgen, languidece en su abandono, desesperando no se traduzca nunca en música o colores la extraordinaria inmaterialidad de sus paisajes. Si no se resuelve el americano a una más grave y profunda posesión de la tierra y el Cielo, muy poco pesará su existir en la cultura y en la gloria del Reino.

Fray Mario J. Petit de Murat, O.P.

sábado, 30 de agosto de 2008

Definiciones


ABORTO:
EL HORROR DE LO BANAL


“El aborto no es un infanticidio, es un crimen metafísico”
J. P. Sartre

Cuando uno se ha criado en el convencimiento de que ante el milagro de la procreación —donde Dios directamente infunde el alma— el mundo entero debería arrodillarse, claro que resulta horriblemente inexplicable este celo criminal por acabar con la vida de un niño. Más chocante aún resultan las excusas y eufemismos que promueven este infanticidio, hoy políticamente correcto.

Es mi intención el mostrar cuál es el nivel de las ideas y el fuste de los hombres que lo cometieron, avisando que el proceso de descenso a las razones y argumentos que se usan para la ejecución es de alguna manera tan vulgar, que ameritaría otro acápite para indagar en la oscura psicología del drama. De ese desbalance entre la bajeza y la nimiedad de las razones y la enormidad del crimen; volviendo, por qué no, a aquella parecida historia que fundó la civilización, paradojalmente tramada por la simiesca desfachatez de la pretensión deicida. Siempre reiterada por parecidos personajes.

El asunto debía enfrentar y resistir al más simple silogismo y llegar a la lisa desempolvando teorías condenadas por cualquiera que tenga dos dedos de frente y medio dedo de caridad. Teorías que no se pensaron, sino que se fueron recogiendo por el camino de la persecución, como se recogen los guijarros para lapidar a alguien.

El silogismo al que me refiero se forma así: La vida del hombre inocente es inviolable, el embrión es un hombre inocente, por consiguiente su vida es inviolable.

La certeza parte de varias ciencias: de la ciencia biológica surge irrebatible que el embrión es un hombre —individuo humano— (siempre algún necio lo niega) y su integridad se consagra hasta en la Constitución Nacional (es decir que ningún Juez puede dejar de tenerlo en cuenta). Igualmente surge de la ciencia moral y la jurídica que el inocente no debe sufrir pena y que la privación de la vida en forma violenta y provocada es una pena; las excepciones en el derecho penal son para morigerar la Ley y no para endurecer sus efectos. Por último cabe a la filosofía el definir lo que es un hombre, y allá iremos en su momento.

Frente a esta contundencia, se esgrime una supuesta excepción por vía de la ley positiva, excepción que deroga la biología, la ética, la filosofía, la teología, la lógica jurídica y aún la misma escala legal positiva. Es decir que primariamente se acepta el silogismo —porque no queda otra— y luego se busca una excepción que pasa por establecer un caso en que sea justificable que un inocente sea condenado a morir, fundado en otro valor superior a su vida.

Se llama “Teoría del Contrapeso de los Valores” y encontró años atrás su formulación sistemática en un jesuita católico modernista y en el Metodismo norteamericano; advirtiendo los mencionados que la excepción puede encontrar justificación para el aborto en dos casos:

a) cede el bien individual frente al bien de muchos, y aunque repugna el estado de inocencia, se resuelve en casos de “fuerza mayor” como “el exceso de población” (China - Malthus) , “la pureza de la raza” etc.

b) se encuentra un argumento para el mayor valor de una vida frente a otra vida; en general se argumenta que entre la madre y el hijo, entre el adulto y el niño, entre lo desarrollado y lo que está por desarrollarse, no hay igualdad de valor, sino que predomina el primero. El elemento que diferencia es la prioridad en la existencia y el mayor desarrollo. Es decir que establecemos una métrica cuantitativa para el valor de las personas, error común en la ideología biologista de distintos signos. Un fallo del Tribunal de Luneville de 1937, coincidiendo con nuestra Corte actual en la aplicación del aborto eugenésico, entiende excusable el aborto de un feto hebreo.

Por supuesto que todas estas teorías parten de una errónea concepción del hombre desde el punto de vista filosófico, de un idealismo y un existencialismo que niega las esencias y por tanto no repara en la igualdad esencial de madre e hijo y toma su prioridad existencial como valor de medida. Perdido igualmente el razonamiento de la dependencia de la criatura con respecto a un Creador (razonamiento todavía filosófico y no religioso) perdemos a la par la clara idea de la independencia esencial de una criatura con respecto a otra y establecemos una dependencia solamente humana que deriva en el abuso.

Se entiende ahora aquello de que sólo perteneciendo a Dios es imposible ser esclavizado. Si mi “título” axiológico no es la Idea Divina, quedo a merced de los hombres. En el fondo y sin saberlo concientemente —pero resultando bastante congruente con la dinámica llevada en el caso— los argumentos pro-aborto fueron levantados en los senderos de las llamadas ideologías materialistas totalitarias, que subyacen latentes en el tolerante hombre moderno esperando el “día de furia” que vendrá por la insatisfacción de los deseos ampliamente prometidos en la publicidad.

No vayan a creer ni por un minuto que la discusión adquiere hoy este mínimo nivel (ni siquiera alguna profundidad existencial que muestra nuestro epígrafe, que no es precisamente de un Padre de la Iglesia). Aquí las consideraciones pro abortistas no pasan del derecho positivo engañosamente interpretado al crepitar de la vanidad, del efecto publicitario, del miedo, del resentimiento moral y religioso, de la ambición y de la soberbia.

Salvo excepciones,cuando se retoma retoma el sentido común del silogismo antes enunciado, y la hombría de bien, el asunto mantiene la llaneza de la consabida ignorancia filosófica e indigencia de formación humanista de los magistrados.

En general la doctrina prevalente para justificar el aborto choca contra los datos más seguros de la ciencia biológica, de la ciencia médica, del ordenamiento jurídico, de la lógica, de la ética y de la filosofía (ni hablar de la Teología). La muerte del inocente está ordenada desde el punto más ilícito y grosero de todos, desde el preferir una vida no porque es más que la otra (criterio de valor) sino simplemente por una razón de bienestar, de salud y aún peor… por la simple voluntad de la mujer. Con lo que llegamos a la “raíz filosófica” del drama: el feminismo, lugar común de la banalización de la inteligencia.

Es en el altar de esta cortedad intelectual que se inmolan inocentes; altar ante el cual queman incienso la mayoría de miembros de la intelligentzia oficial, y hasta resignan su posición —respetuosos y sibilinos— ciertos mitrados.

Este tema de conversación de comadres en la peluquería, entra a la historia provincial de la mano del sacrificio humano logrado en su nombre. El feminismo es por fin algo serio porque puede matar.

Dardo Juan Calderón

viernes, 29 de agosto de 2008

Las otras Abuelas


ABUELAS DE INOCENTES

Pero… ¿estos chicos no tenían abuelas? ¿No podría la Universidad Católica de Córdoba entregarles a ellas un doctorado honoris causa, siquiera post mortem y en simbólico homenaje, ya que es probable que ninguna de ellas viva aún? ¿No hay ninguna Universidad Católica en el país que se atreva a realizar este gesto de mínima reparación, ante la hijodeputez extrema cometida por el Rector de la Universidad Católica de Córdoba al galardonar a la Carlotto, militante convicta y confesa del terrorismo marxista?

María Cristina VIOLA, salvajemente ametrallada en la ciudad de San Miguel de Tucumán, a los 3 años, junto a su padre, el capitán Humberto A. Viola, el 4 de diciembre de 1974.

David KRAISELBURD, secuestrado a los 9 meses en 1978.

Froilán VÁZQUEZ, de 6 años, asesinado por la guerrilla el 14 de abril de 1974.

Andrea LEDESMA, de 15 años, asesinada por la guerrilla mediante una bomba el 12 de septiembre de 1976 en Rosario, Santa Fe.

Guillermo A. CAPOGROSSI, de 6 años, asesinado por la guerrilla el 25 de octubre de 1976, en Córdoba.

María Leonor BARALDI, de 15 años, asesinada el 25 de enero de 1977 por una bomba colocada por subversivos en Rosario.

Juan Eduardo BARRIOS, de sólo 3 años, asesinado por una guerrillera el 7 de diciembre de 1977, en Lanús.

Paula LAMBRUSCHINI, de 15 años, asesinada por la guerrilla mediante una bomba el 1° de agosto de 1978.

jueves, 28 de agosto de 2008

Sobre el Credo


BAJO EL PODER…

Siempre hemos dicho al recitar el Credo o Símbolo de la Fe que Nuestro Señor Jesucristo padeció “bajo el poder de Poncio Pilato” (sub Pontio Pilato). No deja de resultar sorprendente que se mencione en tan alta ocasión a un mero gobernador romano de provincia que no buscó ni deseó la muerte de Jesús —que trató de eludirla—, y no a Herodes o a Caifás o a los Príncipes de los Sacerdotes que la promovieron y consiguieron, o a Judas que lo entregó, o, en otro caso, al Emperador de Roma de quien Pilato era un simple delegado.

La actual traducción al castellano, realizada por la Iglesia posconciliar, sustituye la expresión “bajo el poder de” por “en tiempos de”. La inepcia es demasiado fuerte para que pueda admitirse simplemente como un “aggiornamento” de lenguaje. Nadie en el mundo conservaría hoy memoria de Poncio Pilato si no hubiera intervenido en el proceso de Nuestro Señor Jesucristo. Un biógrafo de Pilato podría haber dicho que vivió en tiempos de Cristo, pero que Cristo murió en tiempos de Pilato carece por completo de sentido y posee cierto carácter grotesco. Sería como decir de Napoleón que murió en tiempos de Fouché. Incluso decir que murió en tiempos del Emperador Tiberio hubiera resultado extraño, porque la situación histórica de Cristo es incomparablemente más relevante que la cronología de los emperadores romanos. Pero ¡colocar la referencia en Poncio Pilato…!

Es evidente que nunca se trató en esta alusión a Pilato de una referencia temporal, y mucho menos al otorgarle ahora este carácter a los dos mil años de aquellos hechos. Se trata más bien de sustituir por esa localización histórica otra cosa. Y de hacer esa sustitución por algún motivo. ¿Qué cosa y qué motivo? He aquí la cuestión.

Ante todo, ¿por qué se menciona en el Credo a Poncio Pilato y no a aquellas otras figuras más directamente interesadas en la muerte de Cristo? ¿Por qué se ha condenado a ser mencionado en la muerte de Cristo durante siglos y siglos a un hombre que únicamente se mostró débil y atemorizado, que procuró, hasta cierto punto, evitar el desenlace?

Hay una primera respuesta, que quizá pudiera ser suficiente: porque en Pilato residió el poder —y el libre albedrío— para decidir la muerte y suplicio de Cristo. Los judíos no hubieran tenido ese poder si Pilato no hubiera accedido. El César estaba muy lejos y no se enteró siquiera de lo que sucedía y de lo que en su nombre se decidió en Jerusalén.

Significaría esta explicación la responsabilidad personal que incumbe a cada hombre en sus grandes decisiones, y la responsabilidad muy especial del gobernante que no ejerce una mera función moderadora y dialogante, sino un ministerio sagrado de justicia. Pilato no quería la muerte de Cristo, pero fue el único que pudo evitarla, y el que no la evitó, antes bien, la sancionó con su inhibición y su venia. Esta extraña mención de aquel oscuro gobernador de provincia sería así como una proclamación, en el Símbolo de nuestra fe, de la realidad del libre albedrío humano, de la responsabilidad personal, y del sagrado ministerio del gobernante o del juez.

Pero cabe otra interpretación (entre otras muchas, dado que la Palabra inspirada es insondable):

¿Qué sabemos nosotros de Poncio Pilato? Según el Evangelio de San Juan, cuando Cristo se declara ante él testimonio de la verdad y afirma que cuantos son de la verdad escuchan su voz, Pilato pregunta: ¿qué es la verdad? (quid est veritas?) No pregunta ¿qué verdad es ésa? o ¿de qué verdad hablas?, sino ¿qué es la verdad? A lo que Cristo no respondió.

Pilato, como tantos romanos decadentes y escépticos, no creía en la verdad ni servía a ninguna verdad. Creería en la verdad de cada uno, en la verdad relativa al hombre, a cada hombre, verdad subjetiva, en evolución. Si hubiera hablado el lenguaje de hoy habría contestado: “¡La verdad! ¿Es que eres un ultra? Querrás decir tu verdad, tu opinión, no más valiosa que cualquier otra opinión”.

Pilato no profesaba el liberalismo como doctrina pública porque tal teoría no existía en su tiempo: sólo se daba entonces el escepticismo personal y el relativismo de la verdad. Él pertenecía a un pueblo religioso —el romano— que sacralizaba el poder y hasta a la misma figura del Emperador. Tampoco los judíos eran liberales, antes bien se gobernaban por una teocracia. Sólo Pilato era allí un precursor a título individual de la teoría que niega la verdad (y el bien) objetivos, por referencia a los cuales ha de juzgarse y gobernar. Como liberal subjetivo acudió para resolver la cuestión a la única fuente que queda a quien no cree en una verdad y un orden subjetivos: a la opinión de la multitud. Gobernar en tal caso es responder a los deseos de la mayoría, “oír al pueblo”, facilitar la paz y la convivencia, dado que la sociedad no es más que convivencia y nadie puede arrogarse el monopolio de la verdad, porque, ¿qué es la verdad? En consecuencia, se lavó las manos en el asunto para que no se alborotara el pueblo: una solución “democrática”. Además, al César, como a todo hombre, no gustarían las complicaciones, y tampoco escudriñaría demasiado la justicia de aquel remoto proceso que sólo tendría una víctima…

Cabría pensar entonces que al decirse en el Credo “padeció bajo el poder de Poncio Pilato” (al otorgar tal relevancia a este nombre) se significa —viendo en Pilato un símbolo— algo así como que “Cristo murió bajo el poder del liberalismo y la democracia”. (No como régimen jurídico o político válido, sino como disposición subjetiva en la mente y en el corazón de un hombre). Si sólo supiéramos de Pilato que autorizó la muerte de Cristo por debilidad o por miedo, tal alusión única permanecería misteriosa, pero esa pregunta previa ¿qué es la verdad? posee a esta distancia un gran valor aclaratorio.

Lo que, en consecuencia, intenta encubrir la iglesia posconciliar en las traducciones actuales con esa absurda localización cronológica en Poncio Pilato, es la referencia a su poder, a la índole de su poder y al liberalismo de su corazón. Y el motivo es que el espíritu que anima a esta Iglesia actual (en tanto que actual) está sumamente cerca del espíritu de Pilato: lo comprende y comparte cordialmente. Ella también crucificaría (o permitiría la crucifixión) de quien afirme una verdad y el deber de pertenecer a esa verdad y sólo a ella.

En los albores de nuestro siglo, San Pío X —el único pontífice santo de la modernidad— hubo de enfrentarse (y de juzgar) a una doctrina —y una actitud— que él llamó “modernismo”. Se trataba, en rigor, del liberalismo dentro de la propia Iglesia.

El modernismo afirmaba que el conjunto de verdades o dogmas de los que la Iglesia se supone depositaria son, en realidad, patrimonio de la humanidad entera, y que la religión —que debe ser dinámica y no estática— se identifica con la razón humana en su desarrollo, es decir, con el progreso de la ciencia. Todas las religiones —según esta teoría— poseen una parte de verdad, y su evolución las acerca en convergencia hacia una religión del futuro, racional y humana por entero. Las verdades absolutas o dogmáticas no existen: la religión, como las otras manifestaciones culturales, debe responder a la mentalidad y las necesidades del hombre en cada época. El evolucionismo (vitalista o dialéctico), el liberalismo, la democracia y aún el socialismo no se oponen en absoluto al cristianismo ni a esa futura religión planetaria, sino que han de verse como creaciones cripto-cristianas, es decir, cristianas aún sin saberlo. Su oposición al cristianismo es —según el modernismo— fruto sólo del enquistamiento o de la inmovilización dogmatista de la fe. Esta teoría, expuesta y condenada por San Pío X en su encíclica “Pascendi”, es lo que hoy nos aparece como doctrina extendida en toda la Iglesia posconciliar con el nombre de progresismo o “humanismo” cristiano.

¿Cómo juzgó el santo pontífice a esta doctrina? Simplemente: como “movimiento de apostasía general” y como “germen y compendio de todas las herejías”. Y no se limitó a condenarla, sino que estableció para todas las ordenaciones, consagraciones episcopales y tomas de posesión de cátedras eclesiásticas el previo “juramento antimodernístico” (suprimido bajo el pontificado de Juan Pablo II) por el que clérigos y obispos se comprometían a luchar hasta el fin contra tales doctrinas: tal era la extrema peligrosidad para la fe que en ella reconocía.

Los hechos se me antojan así parejos en su significación y simétricos: en los orígenes de la Iglesia, al redactar en Nicea el Símbolo de la fe, se destaca con mención especial y única a Poncio Pilato, que profesa un liberalismo y un democratismo personales o subjetivos (al desconocer la verdad y recurrir a la multitud), por encima de quienes por traición o malevolencia procuraron la muerte de Cristo. Pasan los siglos, casi dos milenios: el liberalismo se ha convertido en teoría, primero política, después religiosa, y ha pasado de la teoría a la vigencia como forma de gobierno. En nuestro siglo un Papa santo la destaca sobre todas las herejías y cismas, ve en ella la fuente de todos los males para la fe, y trata de preservar de ella a la Iglesia mediante un juramento insólito y solemne que habrían de prestar todos los eclesiásticos y todas las jerarquías de la Iglesia.

La razón, por lo demás, es obvia: si una herejía niega una o varias verdades de la fe, por ejemplo, la Trinidad o la Virginidad de María, no por eso deja Dios de ser Uno y Trino ni María Virgen. Pero si una herejía pone en duda —con una quiebra de su propia identidad— el Sacramento de la Eucaristía y reduce la Misa a una asamblea o a un “memorial de la Pasión”, puede lograr que deje de producirse el hecho de la Transubstanciación sobre la tierra. Es decir, que se rompa definitivamente el lazo principal entre el Cielo y los hombres, el efecto vivo de la Redención.

Rafael Gambra

miércoles, 27 de agosto de 2008

Editorial del Nº 76


VENGANZA VICIOSA

A Santo Tomás de Aquino le debemos las sutiles distinciones entre venganza virtuosa y viciosa, así como el enunciado de las muchas causas por las que esta última tuerce la justicia, imposibilita la equidad y degrada tanto el honor de los hombres como el de las sociedades. Si lo que principalmente intenta el vengador —explica el Aquinate— es el mal de aquel de quien se venga y en él se complace, eso es totalmente ilícito, porque gozarse del mal de otro es odio, opuesto a la caridad. Ni vale el que alguien se excuse diciendo que intenta causar un daño a quien injustamente se lo causó a él, como tampoco queda uno excusado por odiar a quien lo odia. Pues no hay razón que justifique el que peque yo contra otro porque este primero pecó contra mí (“Suma Teológica”, IIa, IIae, q. 108, art. 1).

Analizadas a la luz de estos rectos principios las múltiples acciones vengativas que ejecuta el Gobierno contra quienes combatieron al marxismo, no queda ni rastro de duda de la extrema ilegitimidad que tales acciones sistemáticamente configuran. Todo está planificado y ejecutado para que triunfe el rencor, el desquite y el revanchismo más atroz; como todo está sádica y morbosamente dispuesto para que quienes padecen el escarnio tribunalicio sean ultrajados a mansalva, antes, durante y después del pseudojuicio a que se los somete.

No hacemos referencia aquí a los inmensos desaguisados legales, que los más decentes hombres de derecho llevan registrados, sino a algo más grave que constituye la atmósfera intencional de esos estrados repelentes. Algo que es propiamente un espíritu demoníaco por el que se halla solaz en mostrar a los acusados en las situaciones más impúdicas y frágiles posibles. Es que una consigna implícita mueve a los actores de la terrible farsa, y es ella la degradacion inmisericorde de quienes han capturado y exhiben como rehenes. Así, en donde debiera señorearse la ecuanimidad, se sientan los terroristas triunfantes, subsidiando con descaro desde sus cargos oficiales a la turba que festeja la impunidad de sus crímenes. Acrece la indignación cuando se los escucha decir que en ésto aventajan los tiempos actuales a los pasados: en que ahora disfrutamos de los beneficios de tamaños juicios públicos. La ventaja, claro, es que facinerosos como Duhalde, Verbitsky o Bonasso, puedan encarcelar a los combatientes que se enfrentaron con la invasión cubana y soviética a la que ellos sirvieron. La ventaja, claro, es la falsificación de la historia y la glorificación de los victimarios; y la posibilidad de que degradados y presos los héroes de Tucumán y de Malvinas, el matrimonio usurero y vil de los Kirchner siga hablando de la memoria y de la identidad.

Diremos una vez más, y ya son cientas, que no todos los militares sometidos a condenas se nos hacen defendibles o justificables. Sustantivas diferencias nos separan de ellos, de sus ideologías y de sus procedimientos, y públicamente lo sostuvimos cuando estaban en la plenitud del poder y no sometidos al vilipendio, como ocurre en el presente. Pero estas diferencias, que muchísimo importan y que la historia veraz debería recoger, ceden ahora ante la contumacia de los vengadores. Porque no buscan ellos restituir algún bien alterado, el castigo del pecador en orden a su enmienda, o la tranquilidad social y la conservación de la justicia, como puntualiza Santo Tomás para calificar a la venganza legítima. Nada de eso. Lo que se busca y se logra, lamentablemente, es la apoteosis de la guerra revolucionaria, la continuación impune de su contracultura y su antinaturaleza, la promoción incondicional de la enemistad con el Orden Natural y Sobrenatural. Mientras, bajo tamañas ruinas del espíritu, florecen para estos delincuentes exculpados y ahora gobernantes los negocios más sucios de la plutocracia vernácula e internacional. Pocas veces la alianza liberal-marxista que configura al Régimen alcanzó la obscenidad y la indecencia que el kirchnerismo sabe imprimir a todo cuanto roza. Pocas veces las finanzas salvajes y el progresismo, el capital hebreo y la subversión, la alta banca y la putrefacción posmoderna, alcanzaron tanta coyunda de beneficios como en las actuales circunstancias.

No está el arreglo en llevar a los facciosos de ayer ante los tribunales. ¿Cuáles, los de los sodomitas, aborteras y ateos? Ni en mendigar una amnistía. ¿A quién, al despotismo criminal de los que gritan ni olvido ni perdón? Ni en seguir alimentando la mitología de los dos demonios, la Plaza de Mayo para todos, la reconciliación de los opuestos y fruslerías semejantes.

El antídoto de la venganza es la Justicia. Que incluye la declaración y la ejecución de la justísima batalla contra la tiranía. En todos los órdenes. Como lo hicieran, por ejemplo, para su gloria, Alexander Solzhenitsyn o el Barón de Wrangel, o Jordán Bruno Genta y Horacio Fernández Cutiellos, si se nos piden ejemplos más cercanos. La pelea pendiente y necesaria ha de abarcar la totalidad de los ámbitos contaminados, y ha de contar con varones y mujeres que empiecen por tener claridad completa en las cabezas.

Nuestro modesto aporte a tan inevitable como necesario combate, sea —por lo menos— llamar a las cosas por su nombre.

Antonio Caponnetto

martes, 26 de agosto de 2008

Modelo de gobernante


SAN LUIS, REY

Hijo amadísimo, lo primero que quiero enseñarte es que ames al Señor, tu Dios, con todo tu corazón y con todas tus fuerzas; sin ello no hay salvación posible.

Hijo, debes guardarte de todo aquello que sabes que desagrada a Dios, esto es, de todo pecado mortal, de tal manera que has de estar dispuesto a sufrir toda clase de martirios antes que cometer un pecado mortal.

Ten piedad para con los pobres, desgraciados y afligidos, y ayúdalos y consuélalos según tus posibilidades. Da gracias a Dios por todos sus beneficios, y así te harás digno de recibir otros mayores.

Para con tus súbditos, obra con toda rectitud y justicia, sin desviarte a la derecha ni a la izquierda; ponte siempre más del lado del pobre que del rico, hasta que averigües de qué lado está la razón.

Pon la mayor diligencia en que todos tus súbditos vivan en paz y con justicia, sobre todo las personas eclesiásticas y religiosas.

Sé devoto y obediente a nuestra madre, la Iglesia romana, y al sumo pontífice, nuestro padre espiritual. Esfuérzate en alejar de tu territorio toda clase de pecado, principalmente la blasfemia y la herejía.

Hijo amadísimo, llegado al final, te doy toda la bendición que un padre amante puede dar a su hijo; que la Santísima Trinidad y todos los santos te guarden de todo mal. Y que el Señor te dé la gracia de cumplir su voluntad, de tal manera que reciba de ti servicio y honor, y así, después de esta vida, los dos lleguemos a verlo, amarlo y alabarlo sin fin. Amén.

(Fragmentos del testamento espiritual a su hijo)

lunes, 25 de agosto de 2008

Aviso


LEA Y DIFUNDA
“CABILDO”

domingo, 24 de agosto de 2008

Guiones de estilo


POLÍTICA
SOCIAL


Una política social sólo es legítima con la plena vigencia de la Justicia en la relación entre los integrantes de la Sociedad: Persona, Organizaciones Intermedias y Estado; es decir, en función del logro del Bien Común.

Su primer objtetivo consiste, entonces, en posibilitar, arbitrar y si fuera necesario imponer, los medios y remedios adecuados para la obtención del bienestar general.

Para ello deberá reconocer y enaltecer, en primer término, la dignidad de la persona humana, brindándole los medios necesarios para su perfección espiritual y material; exigiendo el respeto de la igualdad esencial de todos los hombres; favoreciendo su acceso a la educación y facilitando el armónico desarrollo de sus relaciones con otras personas, con los grupos intermedios y con el Estado.

La Familia, célula fundamental de la Sociedad, debe ser protegida por el Estado, mediante una legislación que reconozca su primacía en el orden social, su función educadora, su derecho a un patrimonio suficiente para el cumplimiento de sus fines que, por ello mismo, favorezca la propiedad familiar e impida todo lo que implique un menoscabo a su dignidad o tienda a su disolución. El matrimonio indisoluble y la patria potestad son los pilares sobre los que descansa y se vigoriza la institución familiar.

El Estado nacional deberá asegurar al trabajador de cualquier especie la obtención de una retribución justa, que le permita vivir decorosamente, la seguridad en su empleo y la igualdad jurídica respecto de sus empleadores. La consideración del trabajo como obligación y derecho social tutelado por el Estado, significará revalorizar su función de principal creador de riqueza y al mismo tiempo repudiar al mero usufructuario de bienes provenientes del trabajo ajeno, que no retribuye a la sociedad con ningún fruto de su propio esfuerzo. El trabajo es una de las más altas expresiones de la solidaridad, por lo que rechazamos toda concepción que promueva el enfrentamiento social y su consecuencia, la lucha de clases.

Para hacer realidad la solidaridad social, debe promoverse el agrupamiento de los trabajadores mediante asociaciones que representen sus intereses y se integren con las demás ramas y jerarquías laborales —obreros, técnicos y patrones— en forma vertical, favoreciendo de ese modo el acuerdo social y el amparo de las fuentes de trabajo y producción esenciales para la Nación. Los cuerpos profesionales, dotados de la mayor autonomía, brindarán las condiciones necesarias para la superación personal de los trabajadores mediante una adecuada formación técnica, el control de la profesión, el otorgamiento de pensiones, subsidios y seguros, liberando al Estado, mediante la recta aplicación del principio de subsidiariedad, de múltiples funciones que ha asumido indebidamente y que pueden y deber ser realizadas por organismos inferiores. Trabajadores y asociaciones que, en toda circunstancia, debe evitarse que se conviertan en instrumentos de la partidocracia, del espíritu de partido, negativos conceptualmente y fácticamente destructivos de la unidad social y nacional.

La acción del Estado debe expresarse mediante una política de reparación (en cuanto se debe al indigente un justo resarcimiento del despojo al que ha sido expuesto por el economicismo y la demagogia); una política de protección del desvalido respecto de los poderosos que inhumanamente abusan de él, y una política de promoción, que defienda su derecho al acceso a la propiedad, a viviendas dignas de su condición humana, al mejoramiento de su nivel cultural y a su salud física y espiritual.

La propiedad privada de la tierra no podrá ejercerse de manera antisocial, y es por lo tanto un deber del Estado velar para que la misma produzca racionalmente y proveer lo conducente a tal propósito. Por lo demás, el Estado impedirá su apropiación por sociedades o entidades contrarias o ajenas al interés nacional, que además, frecuentemente despojan al propietario aprovechándose de sus eventuales dificultades.

Política social es, pues, aquella que mira al bien de la Sociedad en cuanto tal y que está destinada al mayor número de los habitantes de una nación, según el Orden Natural.


POLÍTICA
ECONÓMICA


La economía, y por ende su conducción, deben estar ineludiblemente ligadas y subordinadas al proyecto político nacional. De lo contrario, seguiremos asistiendo a la desarticulación perturbadora de los factores económicos y a la supeditación de la política a los intereses financieros. Los frutos de esta sujeción están a la vista y su resultdos no pueden ser más catastróficos.

Por ello, las actividades productivas deberán estar ordenadas por un programa político afirmatorio de nuestro ser histórico, de la defensa de nuestro territorio y de la celosa preservación de los intereses nacionales.

Para el logro de estos objetivos es indispensable contar con una efectiva independencia económica que, al desligarnos de las presiones del capital financiero internacional y de sus agentes nativos, haga realidad la nacionalización de nuestra economía. Es decir, hacer que la riqueza de nuestra Nación revierta en beneficio de sus habitantes, especialmente de aquellos que colaboran en forma directa o indirecta en la obtención de los bienes económicos y no de los que medran con la usura y la especulación.

Para esta misión es imperativo revalorizar el papel del Estado en la economía, por la aplicación sustantiva y no meramente supletoria del principio de subsidiariedad, claramente enseñado por la Doctrina Social de la Iglesia. La aplicación de este principio no exceptúa al Estado del deber de asegurar para sí el control de la producción y del desenvolvimiento de todas las actividades que atañan a la defensa nacional y al crecimiento autónomo de la sociedad.

Rechazamos por atentatorio contra la economía nacional el principio liberal que pretende neutralizar y reducir al Estado hasta transformarlo en un mero espectador, indiferente e inmóvil, de las peores manifestaciones de la corrupción económica y financiera.

El Estado, como garante del Bien Común, debe proteger y garantizar los legítimos derechos de los grupos e individuos para la obtención de los diversos bienes necesarios para la comunidad nacional.

Propugnamos el estímulo de la libre iniciativa privada útil y el reconocimiento y la difusión de la propiedad privada usada con sentido social, todo lo cual implica el expreso reconocimiento de un principio de Derecho Natural.

Nuestras riquezas naturales no deberán ser jamás objeto de tratamientos contrarios a la suerte común de la Nación. Propiciamos el más decidido proteccionismo industrial, pero correlativo a rígidas normas referentes al destino del beneficio. Asimismo, las instituciones bancarias oficiales deberán ser inflexibles en el control de la banca privada nacional y extranjera, y exigentes, particularmente respecto de ésta y de toda otra inversión de igual origen, de que signifiquen verdaderas radicaciones dinerarias y tecnológicas y se sometan en verdad a las vicisitudes de la Nación y a la jurisdicción de sus tribunales de justicia.

La percepción de impuestos por el erario público no debe dar lugar a la insaciable voracidad fiscal que despoja al propietario legítimo, desalienta la producción útil, provoca la desocupación laboral, desordena las economías regionales y la sana distribución demográfica y, entre otros factores, estimula la insurrección ideológica y el caos social.

Proponemos adecuar el sistema impositivo para que tengan vigencia un efectivo federalismo y la correcta distribución de los recursos públicos, sin que ello signifique menoscabar al Estado en lo que respecta a la Defensa Nacional.

Impugnamos la contracción de toda deuda pública y privada externa que comprometa la seguridad actual y futura de la Nación y su capacidad de decisión soberana.

Rechazamos enérgicamente la llamada economía de lucro. Afirmamos que la felicidad del hombre no depende exclusiva ni primordialmente de la satisfacción de las necesidades materiales. Por ello, la economía debe estar al servicio de la persona —materia y espíritu— y no de un conjunto de hombres que, mediante el manejo inmoral de los medios de comunicación, promuevan artificialmente un desenfrendado hábito consumista.

Sostenemos, asimismo, que en el desarrollo de la economía nacional debe tener primacía la región y no la provincia en forma individual.

En síntesis, la economía debe servir a la Sociedad y a la Nación como instrumento del Bien Común; esto es, asegurar la justicia distributiva, fomentar la propiedad privada —incluida la de los medios de producción—, potenciar al país para asegurar su independencia, proveer de fuentes de trabajo, hacer posible la honestidad personal y eliminar los factores que degradan el nivel ético general.

Todo lo dicho entraña el rechazo frontal de las fórmulas del capitalismo liberal tanto cuanto las del capitalismo de estado marxista, las dos vertientes del materialismo filosófico economicista.

sábado, 23 de agosto de 2008

Guiones de estilo


PRINCIPIOS DOCTRINARIOS

La Nación Argentina es históricamente el fruto de la acción evangelizadora y civilizadora de España y heredera, a través de la auténtica tradición, de los valores propios de la Cristiandad y de los del mundo clásico por ella asumidos.

Esa tradición se mantuvo con arduo esfuerzo hasta que, en oposición a la nación real, se construyó un artificial andamiaje político, filosófico, jurídico, social, económico, e incluso espiritual, constituido por el régimen liberal impuesto por la fuerza a partir de Caseros.

Dicho régimen ha estado socavando desde entonces las bases del Ser Nacional y conduciendo al país a través de una constante sucesión de crisis hasta el momento actual, en el que la Argentina se encuentra frente a una aún más profunda que las anteriores, y de la que no podrá salir por la vía de sus instituciones convencionales.

El sistema partidocrático en vigor somete los grandes problemas nacionales al veredicto cambiante de las mayorías de circunstancias. Sus instrumentos propios, los partidos, son estructuras irrepresentativas que se alimentan del reparto de prebendas y canonjías y de la opción impuesta a los ciudadanos —bajo el mito de la soberanía popular— mediante el sufragio obligatorio.

A pesar de la falencia de las instituciones liberales y de la indiferencia y del escepticismo de los argentinos, la Nación real subsiste, aunque resquebrajada, como un todo espiritual y material conformado por la cultura y el territorio heredados, lo cual nos obliga a cumplir un singular y protagónico papel en la historia.

Ante la actual situación en la que se presentan como únicas alternativas posibles, el marxismo bajo distintas apariencias y diversas especies del mundialismo tecnocrático, urge restaurar a la Nación, es decir, rescatarla de su decadencia, con una nueva política que instaure una real legitimidad acorde, por lo tanto, con nuestro Ser Nacional.

Para la restauración de la Argentina es una exigencia perentoria afirmar la necesidad de un Estado ético, apto para el logro de la Revolución Nacional ordenada al Bien Común. Esto no podrá lograrse sin el pleno restablecimiento del principio de autoridad en el gobierno de la Nación que, al mismo tiempo, estimule y proteja el fortalecimiento armónico de todo el cuerpo social.

Esta concepción del Estado debe fundarse en el reconocimiento de las instituciones naturales de la sociedad: familia, asociación profesional, municipio, provincia y región, las cuales constituyan la base de toda representación auténtica y orgánica.

Esta empresa de salvación sólo puede realizarla un movimiento sensible a tal experiencia y portador de aquellos valores; y ese movimiento no puede ser otro que el encarnado en el Nacionalismo Católico, único Nacionalismo verdadero, el cual deberá hacer posible la definitiva estructuración jurídica de un nuevo Estado Republicano, Representativo y Federal.

viernes, 22 de agosto de 2008

El Corazón Inmaculado triunfará


VIVA EL CORAZÓN
INMACULADO DE MARÍA

La meditación de los principales misterios de la vida de Jesús y de María constituye como el alma del Rosario, así como el rezo vocal de los Padrenuestros y Avemarías constituye como su cuerpo material. Ambas cosas son absolutamente necesarias para que exista el Rosario. Quien se limitare a rezar los Padrenuestros y Avemarías, pero sin meditar en los misterios, haría, sin duda, una excelente oración, pero no rezaría el Rosario. Y el que meditara atentamente los misterios, pero sin rezar los Padrenuestros y Avemarías, haría una excelente meditación, pero es claro que tampoco habría rezado el Rosario. Para que exista el Rosario es preciso, imprescindiblemente, juntar las dos cosas: rezo de las oraciones y meditación de los misterios.

¿De qué modo se puede rezar eficazmente el Rosario?

Para obtener del Santo Rosario toda su eficacia impetratoria y santificadora, es evidente que no basta rezarlo de una manera mecánica y distraída, como podría hacerlo una cinta magnetofónica. Es preciso rezarlo digna, atenta y devotamente, como cualquier otra oración vocal.

En teoría hay que reconocer que es difícil rezar bien el Rosario, precisamente porque hay que juntar la oración vocal con la mental, so pena de invalidarlo en cuanto Rosario. Pero en la práctica es fácil encontrar algunos procedimientos que ayudan eficazmente al rezo correcto y piadoso de la gran devoción mariana.

El Rosario debe rezarse dignamente. Esta primera condición exige, como programa mínimo, que el rezo del Rosario se haga de una manera decorosa, como corresponde a la majestad de Dios, a quien principalmente dirigimos nuestra oración.

El mejor procedimiento es rezarlo de rodillas ante el Sagrario o ante una devota imagen de María, pero en general puede rezarse en cualquier otra postura digna modestamente sentado, paseando por el campo, etc. Sería indecoroso rezarlo en la cama —salvo por razón de enfermedad— o interrumpiéndolo constantemente para contestar a preguntas ajenas al rezo, o en un lugar público y concurrido que hiciera poco menos que imposible la atención.

El Rosario debe rezarse atentamente. La atención es necesaria para evitar la irreverencia que supondría si fuera plenamente voluntaria. ¿Cómo queremos que Dios nos escuche, si empezamos por no escucharnos a nosotros mismos?

Sin embargo, no toda distracción es culpable. No tenemos el control despótico sobre nuestra imaginación, sino únicamente político, y no podemos evitar que se nos escape sin permiso, como un siervo desobediente e indómito, que tal es “la loca de la casa” (la imaginación). Las distracciones involuntarias no invalidan el efecto meritorio e impetratorio de la oración, con tal que se haga lo posible por contenerlas y evitarlas.

En segundo término, el Rosario ha de rezarse devotamente. La devoción consiste en una prontitud del ánimo para las cosas tocantes al servicio de Dios. Es imposible que el alma no se sienta llena de devoción si reza tan perfectamente como le es posible el Rosario.

Una cosa importantísima hemos de advertir aquí. El fin principal de toda oración vocal o mental es unir el alma con Dios de la manera más íntima realizable. Todo lo demás, incluso la impetración de las gracias que pedimos, es secundario en relación a esta finalidad suprema. De donde hay que concluir que, si durante el rezo del Rosario o de cualquier otra oración vocal no obligatoria se sintiera el alma llena de un amor de Dios tan intenso que el rezo le resultara muy penoso o poco menos que imposible, habría que suspender inmediatamente el rezo sin escrúpulo alguno, para “dejarse abrasar en silencio” por aquella llama de amor viva “que sabe a vida eterna y paga toda deuda”, como dice San Juan de la Cruz.

El rezo del Rosario en las condiciones que acabamos de indicar constituye una de las más grandes y claras señales de predestinación que podemos alcanzar en este mundo, al reunir la eficacia infalible de la oración impetratoria de la perseverancia final y la poderosísima intercesión de María como mediadora universal de todas las gracias. Quiera Dios conceder a cada uno de los lectores el deseo ardiente de ser un gran devoto de la Virgen en su doble advocación del Carmen y del Rosario:

Cuando con blanco sudario
cubran los despojos míos,
¡sálveme tu escapulario
y tengan mis dedos fríos
las cuentas de tu Rosario!

Padre Antonio Royo Marín, O.P.

jueves, 21 de agosto de 2008

Castrenses


EL LEÓN MORDIDO

Queridos compañeros
y camaradas:

El ultraje es permanente. Si consideramos que los apresamientos son como consecuencia de haber honrado la palabra dada cuando juramos defender la Bandera hasta la muerte, evitando por todos los medios que flameara el trapo rojo en los mástiles de la Patria, fácil nos resultará concluir en que ya pasó el tiempo del abogado. ¡Éramos tan chicos, y ya éramos soldados! Nunca dejemos de serlo. Hace poco me consultó un joven General, echado a los pocos meses de haber ascendido. Estaba preocupado por el giro que están tomando los juicios y lo pertinaz de la persecución. Pienso que, a veces, en momentos dolorosos vale la pena una sonrisa.

Entonces, al camarada que me consultaba le contesté con un viejo cuento. Dice así: En el África del apartheid, un negro que andaba en su auto por los barrios de los blancos cometió una infracción de tránsito. Fue apresado, llevado ante un tribunal de “Justicia” y condenado. La pena consistía en luchar de igual a igual con un león. Ambos contendientes deberían ayunar durante dos días, antes del combate. Cuando llegó la hora, el negro fue llevado al estadio de los blancos, colmado de público.

Fue atado (se le dijo que era una precaución para que no resultara lastimado el león, ya que había que preservar el ecosistema, y se trataba de una especie en vías de extinción). Luego se lo introdujo al negro en un pozo, sobresaliendo únicamente su cabeza. El león, hambriento y feroz, fue soltado.

Arremetió contra el infractor y en la primera pasada le arrancó una oreja; volvió a la carga, hecha agua la boca, y en la segunda arremetida le arrancó al negro la nariz y un trozo de cara; cuando encaró la tercera embestida, el mortificado negro lo vio venir, lo midió e hizo un movimiento evasivo con la cabeza, logrando morderle fuertemente los huevos al león. De las tribunas surgió un alarido histérico: “¡Peleá limpio, negro hijo de puta!”

La historia del negro y el león viene a cuento. Resulta que, luego de treinta años, el enemigo con ropaje cívico nos apresa y nos dice:

— Nosotros no somos como ustedes: les reconoceremos sus derechos, los someteremos a los jueces de la Constitución, no como lo que ustedes hicieron con sus pobres víctimas, indefensas e inocentes. Les daremos, en fin, un juicio justo en el que contarán con todas las garantías. A ver qué tienen que decir, ¡defiéndanse!

— Bueno, en primer lugar, las leyes de Punto Final y Obediencia Debida…

— ¡No! Esas leyes no sirven más, fueron declaradas inexistentes por la nueva Corte Suprema…

— Ah, bué…, entonces invocamos en nuestro favor la prescripción de la acción penal, ya que se trata de hechos que pasaron hace más de un cuarto de siglo y…

— ¡No! Esos hechos nunca prescriben, porque se trata de delitos imprescriptibles, de lesa humanidad…

— Ah, entonces, nos amparamos en el principio de la cosa juzgada (non bis in ídem), nadie puede ser juzgado dos veces por la misma causa, y nosotros ya fuimos sobreseídos…

— Sí, pero no… Tampoco pueden ampararse en la llamada “cosa juzgada” porque esos juicios fueron nulos, resueltos en mérito a leyes que no existen más y se oponen a los Tratados de Derechos Humanos que se incorporaron a la Constitución Nacional a partir de 1994.

— Está bien, entonces invocamos la amnistía y el indulto, lo que impide que se nos vuelva a juzgar…

— Claro. Pero las amnistías y los indultos están prohibidos para amparar delitos crueles, atroces y aberrantes, como los que ustedes cometieron contra nosotros…

— Entonces alegamos el cumplimiento de las órdenes del servicio, impartidas por autoridades constitucionales, para combatir al terrorismo y a la subversión apátrida, en tiempo de guerra; está claro que según la ley vigente en el momento, los delincuentes eran los terroristas y no las Fuerzas legales…

— Sí. Pero ahora, según los Tratados Internacionales de Derechos Humanos, el único delito de terrorismo que existe, es el “terrorismo de Estado”, que se asimila al crimen de “lesa humanidad”, por lo que no se puede alegar el cumplimiento de órdenes ilícitas.

— Planteamos, entonces, la nulidad de todo lo actuado por jueces designados después de 1983, pues no son nuestros jueces naturales, los cuales nos fueron quitados (lo que pone en riesgo la validez de las órdenes de detención que están librando los actuales magistrados carentes de competencia para juzgar estos hechos)…

— ¡Error! Después de 1983, cuando se reformó el Código de Justicia Militar, ustedes eran juzgados por el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, integrado por militares y no por jueces de derecho. La nueva ley no les sacó jueces, sino que les dio más jueces, y por añadidura, más aptos, letrados, capacitados e independientes. La nueva ley, en fin, les dio mayores garantías… Aparte, la Corte Suprema de la democracia dijo que esa reforma era constitucional.

— Ah, no lo habíamos visto así. Entonces, si la reforma de Alfonsín fue constitucional, ¿por qué se declararon inexistentes o inconstitucionales las leyes de Punto Final y Obediencia debida, que también son de aquella época y que fueron aplicadas muchas veces por la Corte Suprema de la democracia?

— Es que, como ya se les explicó hasta el cansancio, se trataba de leyes que servían para la impunidad de delitos que lesionan garantías contenidas en los Tratados Internacionales que fueron incorporados a la Constitución en 1994.

— Bien, entonces invocamos el principio de irretroactividad de la ley penal más grave, o de retroactividad de la ley penal más benigna, que es un principio fundamental del derecho penal liberal, y que impide que se nos juzgue en base a leyes dictadas con posterioridad al hecho.

— Ese principio no rige en casos de delitos de lesa humanidad, como los que ustedes cometieron… ya que, al ser imprescriptibles, los van atrapando todas las leyes que se vayan dictando a lo largo de la historia de la humanidad…

— Entendido, entonces, permítasenos ampararnos en el principio de legalidad, contenido en el sistema del “tipo penal” (todo lo que no está prohibido, está permitido), pues el delito de “lesa humanidad” no está tipificado en nuestro Código Penal, ni en nuestra Constitución Nacional…

— Bien, eso es cierto… Pero no se impacienten, ya lo estará algún día. Por ahora, si bien no ha sido descrito con el rigor formal que exige la ley penal en materia de “tipicidad”, hay un par de descripciones en el planeta, una de las cuales obra en la Convención de Roma, creo… Y así, podría seguir hasta el infinito.

Pregunto: ¿no habrá llegado la hora de morderle los huevos al león?

Un fuerte abrazo para todos, y especialmente un orgulloso saludo militar a nuestros prisioneros de guerra.

Juan Gustavo Igounet

Nota: El autor remitió esta carta a sus compañeros de promoción del Colegio Militar de la Nación, con ocasión de las nuevas detenciones de personal militar.

martes, 19 de agosto de 2008

Perfiles


EQUIPO ARGENTINO
DE ANTROPOLOGÍA
FORENSE


El nombre de fantasía, “Equipo Argentino de Antropología Forense”, es ampliamente conocido a través de la prensa, sobre todo la adicta al kirchnerismo, pero sólo como organización, ya que la identidad de sus miembros ha tenido un inusitado ocultamiento, si se piensa que se trataría apenas de laboriosos científicos.

Una primera aproximación al Equipo puede lograrse mediante su sitio de Internet (www.eaaf.org), el cual nos proporciona la sorpresa de que la mayoría de los textos del “equipo argentino” están en inglés, con la promisoria leyenda: “esta página pronto en español”. También suelen agregar el adjetivo “argentino” otras empresas como Ford Motors Argentina, Renault Argentina, Novartis Argentina, y ya sabemos cuán nacionalistas son. De modo que una originaria duda nos queda sobre la nacionalidad de origen de este “Equipo Argentino”.

La dirección de la primera sede consignada disipa bastante aquella duda. La misma es “10 Jay Street, suite 502 Brooklyn, Nueva York, United States of America, phone (1-718) 237-2028”. La segunda es nacional: Rivadavia 2443, Deptos. 3 y 4, Buenos Aires. El orden en que están consignadas es harto elocuente, la Casa Matriz adelante, la Sucursal atrás.

Buscando más información sobre sus orígenes proseguimos en la misma dirección. Nos enteramos así que su fundador fue un norteamericano, activista de izquierda, claro, llamado Clyde Snow, quien un día arribó al país y otro fue designado “asesor de la CONADEP y testigo en el juicio a las Juntas”.(1) Pero nuestro importado zurdo había venido para más, y en 1984 fundó el Equipo pretendidamente argentino que nos ocupa.

Con razón el mismísimo Rodolfo Walsh reconocía que Estados Unidos mandaba a los militares a reprimir y luego a los activistas de los Derechos Humanos para que apretaran a los militares. Menú completo el de los yankees. Lo cierto es que cumplida su misión y dejando en funcionamiento la célula argentina filoterrorista, un día cualquiera, Snow se fue del país con la certeza de que ya había quedado todo organizado.

Hace dos años, el 28 de febrero de 2003, para ser más precisos, Clyde Snow reapareció en Texas, cuando bajo su magna presencia tutelar, fue creada la Asociación Latinoamericana de Antropología Forense. (No, no es un chiste que una asociación latinoamericana marxistoide fuera creada en Estados Unidos, sino más bien una indicación). En la ocasión se designó a la argentina Mercedes Doretti (2) como presidenta de la nueva entidad y a Luis Fondebrinder, también argentino, como directivo, ambos del EAAF. Para interpretar cómo soplaban los vientos ese día fundacional, agreguemos que como vicepresidente fue designado el guatemalteco Freddy Peccerelli, y como secretario el peruano José Pablo Baraibar.(3)

Por supuesto que a esta organización cuesta mantenerla; sus activistas, perdón, sus científicos, tienen que comer y vestirse como cualquier mortal. Disponemos al respecto de algunos datos extraídos del propio sitio de Internet del EAAF, donde constan sus donantes, aunque, pudorosos ellos, no nos detallan los montos oblados.(4) Posiblemente en cumplimiento de aquella máxima evangélica según la cual, “que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu mano derecha”. Entre los financistas hay ONG’s presuntamente privadas y gobiernos de países, presuntamente públicos. Entre las primeras sobresale “Diakonisches Werk der Evangelische Kirche in Deutschland” (EKD) (5) de Alemania, “The Open Society Institute” (OSI) de Estados Unidos, “Interchurch Development for Cooperation” (ICCO) de Holanda, “Misereor” también de Alemania, “John Merck Fund” de EE.UU., y la infaltable “Fundación Ford”, patronal de Verbitsky.

Obsérvese que dos de los principales financistas, EKD e ICCO son las iglesias protestantes de Alemania y Holanda, ambas adheridas al Consejo Mundial de Iglesias. “Diakonia” de Suecia (6) representa la unión de las seis iglesias protestantes de ese país. “Misereor”, en cambio, pertenece a la iglesia católica de Alemania. El ecumenismo da sus frutos. En cuanto a la “Open Society Institute” (OSI) ha sido establecida por el conocido “filántropo” George Soros.(7)

Entre los segundos aportantes de estos altruistas científicos, están los gobiernos de ciertos países, como el de Holanda (nunca se realizó ninguna actividad internacional del EAAF sobre la represión en las ex colonias holandesas), el del Reino Unido (ídem anterior) y el de Alemania (tampoco investiga el Equipo las denuncias sobre las tropas alemanas en Croacia y Bosnia). En síntesis, todos los donantes, con la excepción del gobierno argentino kirchnerista y el gobierno oportunista de Córdoba, son extranjeros y responden a los siguientes países: Estados Unidos, Holanda, Gran Bretaña, Alemania, Suecia y Suiza. En un año también se recibieron aportes de las Naciones Unidas.

Existen en la actualidad filiales del Equipo, organizadas y entrenadas como tales, en Chile, Guatemala y Perú. De acuerdo a su carácter internacional, el EAAF tiene un largo listado de entidades asociadas en todo el mundo, excepto, claro en aquellos países en los que cabría investigar los crímenes atroces del poder comunista. Y por supuesto, dado que al fin de cuentas es un equipo “argentino”, también cuenta con el apoyo de entidades nativas, como CELS, Madres, Abuelas, Hijos, el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos y la CONADEP.

A esta altura del relato no estaría mal sacar algunas conclusiones. Primera: el Equipo Argentino de Antropología Forense tiene muy poco de argentino, y mucho de internacionalista. Sus izquierdistas miembros no le hacen asco a los apoyos capitalistas e imperialistas, como fue siempre una constante en la historia. El nombre de Soros es representativo de este siniestro maridaje. Segunda: No es una institución científica sino una barricada ideológica, una retaguardia del terrorismo marxista moviéndose en el límite de la clandestinidad. Tercera: Su labor es utilizada propagandísticamente contra las Fuerzas Armadas, de Seguridad y Policiales de los países americanos. Nunca investigan nada vinculado con los cien millones de asesinatos provocados por el marxismo. A ver si nos entendemos: cien millones.

Fernando José Ares

NOTAS: (1) Cfr. “Página/12”, del 27 de junio de 2004. Aquí todavía están conscientes de la tragedia. Por otra parte su admirador y biógrafo Marcelo Figueras (Kamchatka, Plata Quemada) dice sobre Snow: “De naturaleza rebelde, expulsado del colegio fue a dar a una escuela militar”.
(2) Mercedes Doretti parece ser la voz cantante y sonante del EAAF según las informaciones procedentes del extranjero, porque la prensa local practica un total mutismo sobre sus actividades. Encabezó la delegación del EAAF a México y a Brasil. También a El Salvador, donde embistió contra el Batallón Antiguerrillero Atlacatl y Guatemala. Figueras dice que ahora reside en Nueva York, quizás alcanzada por la súbita prosperidad de los integrantes del Equipo.
(3) Los patrocinantes de la ALAF son: el EAAF, sus hijas de Guatemala y Perú, FAFG y EPAF respectivamente, el Centro de Anális y Ciencias Aplicadas (CAFCA) y también e inexplicablemente el Arzobispado de Guatemala.
(4) Principales Donantes durante el 2004: John Merck Fund, Estados Unidos; Gobierno de Argentina; Gobierno de Holanda. Global Fund for Human Rights, Estados Unidos; Naciones Unidas; Diakonisches Werk, Alemania; Open Society Institute, Estados Unidos; ICCO, Holanda.
(5) Pertenece a la Iglesia Evangélica Luterana de Alemania. Entre sus méritos figura el haber integrado el jurado que entregó el premio Martín Ennals al activista izquierdista colombiano Alirio Uribe Muñoz quien realiza campañas sistemáticas contra las fuerzas legales de Colombia dificultando sus operaciones en la guerra contra el narcoterrorismo. En nuestro país ha colaborado en el lanzamiento de libros en forma conjunta con la Universidad de Quilmes que llevó a cabo la Distribuidora Lumen.
(6) Diakonia realiza una activa propaganda del indigenismo y del concepto de género en toda Centroamérica. También desarrolla actividades en Colombia, y Bolivia, vinculada a sectores de izquierda.
(7) Muy poco que sea nuevo y nada que sea bueno puede decirse de George Soros. La Red Voltaire lo acusa de haberse rodeado de antiguos comunistas para impulsar su proyecto político de dominio mundial. Fue responsabilizado del derrocamiento del Presidente de Georgia. Human Rights Watch es señalada como uno de los instrumentos de Soros. Según el Capital Research Center la OSI “es pródiga en donaciones a organizaciones y activistas políticas liberales de la Izquierda radical”. La publicación digital católica Zenit señala que Soros por medio de la OSI entrega cuantiosas sumas promoviendo la contracepción, el aborto, el feminismo, la eutanasia y la despenalización de la droga.


domingo, 17 de agosto de 2008

La vuelta de don Camilo


LAS LÁMPARAS
Y LA LUZ


Don Camilo levantó la vista al Cristo del altar mayor y dijo:

— Jesús, en el mundo hay demasiadas cosas que andan mal.

— No me parece —respondió el Cristo—. En el mundo hay solamente hombres que andan mal. Por lo demás, todo anda perfectamente.

— Jesús —dijo—, si yo comienzo a contar: uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, y así sigo contando durante un millón de años, ¿llego al fondo?

— No —respondió el Cristo—. Haciendo eso, obras como el hombre que, después de trazar un gran círculo en el suelo, comienza a caminar alrededor de él, diciendo: “Quiero ver cuándo llego al fin”. No llegarías jamás.

Don Camilo, que mentalmente ya se había puesto a caminar sobre ese gran círculo, se sentía presa de la angustia que habitualmente experimenta aquel que por un instante intenta asomarse a la ventanilla que abre sobre el infinito.

— Y, sin embargo —insistió Don Camilo—, yo digo que también el número debe tener un término. Sólo Dios es eterno e infinito, y si el número no tuviera fin, sería eterno e infinito como Dios.

— Don Camilo, ¿qué te pasa con los números?

— Porque, a mi parecer, los hombres andan mal justamente a causa de los números. Han descubierto el número y han hecho de él el supremo regulador del universo.

Cuando Don Camilo ponía en directa era una desgracia. Así anduvo un buen rato, luego bajó la cortina metálica y caminó de un lado a otro por la iglesia desierta. De nuevo se paró delante del Cristo.

— Jesús, ¿este refugiarse de los hombres en la magia del número no es quizás una desesperada tentativa para justificar su existencia de seres pensantes?

Calló un instante, acongojado.

— Jesús, ¿entonces las ideas se han acabado? ¿Los hombres han pensado todo lo pensable?

— Don Camilo, ¿qué entiendes por idea?

— Idea es para mí, pobre cura de campaña, una lámpara que se enciende en la noche profunda de la ignorancia humana e ilumina un nuevo aspecto de la grandeza del Creador.

El Cristo sonrió.

— Con tus lámparas no estás lejos de la verdad, pobre cura de campaña. Cien hombres estaban encerrados en una inmensa habitación oscura y cada uno de ellos tenía una lámpara apagada. Uno encendió la suya y hete aquí que los hombres pudieron mirarse las caras y conocerse. Otro encendió su lámpara y descubrieron un objeto cercano; así, a medida que se encendían otras lámparas, se iluminaban nuevas cosas, siempre más lejanas, hasta que al fin todos tuvieron su lámpara encendida y conocieron cuantas cosas había en la inmensa habitación y cada cosa era bella y buena y maravillosa. Entiéndeme, don Camilo: las lámparas eran ciento, pero no eran ciento las ideas. Las ideas eran una sola: la luz de las cien lámparas, pues sólo encendiendo las cien lámparas podían verse todas las cosas de la gran habitación y descubrir sus detalles. Y cada llamita no era más que la centésima parte de una sola luz, la centésima parte de una sola idea. La idea de la existencia y de la eterna grandeza del Creador. Como si un hombre hubiera quebrado en cien pedazos una pequeña estatua y hubiera confiado un trozo de ella a cada uno de los cien hombres. No eran cien imágenes de una estatua, sino las cien fracciones de una única estatua. Y los cien hombres se buscaron, intentaron juntar los cien fragmentos y nacieron miles de estatuas deformes antes que cada trozo lograra unirse perfectamente con los demás. Pero al fin la estatua era construida. Entiéndeme, don Camilo: cada hombre encendió su lámpara, y la luz de las cien lámparas era la Verdad, la Revelación. Eso debía satisfacerlos. En cambio, cada cual creyó que el mérito de las cosas bellas que él veía no era de su creador, sino de su propia lámpara, que podía hacer surgir de las tinieblas de la nada las cosas bellas. Y éste se detuvo a adorar su lámpara, y aquél anduvo por un lado y aquél anduvo por otro, y la gran luz se empobreció en cien mínimas llamitas, cada una de las cuales sólo podía iluminar un detalle de la Verdad. Entiéndeme, don Camilo: es necesario que las cien lámparas se junten otra vez para volver a hallar la luz de la Verdad. Los hombres hoy vagan desesperanzados, cada uno alumbrado por la débil luz de su propia lámpara, y todo se les muestra en torno oscuro y triste y melancólico; y, no pudiendo alumbrar el conjunto, se asen del detalle menudo, arrancado a la sombra por su propia pálida luz. No existen las ideas; existe una sola idea, una sola Verdad, que es el conjunto de miles de partes. Pero ellos ya no pueden verla. Las ideas no se han acabado, porque existe una sola idea y es eterna; pero es preciso que cada cual vuelva atrás para encontrarse con los demás en el centro de la inmensa sala.

Don Camilo abrió los brazos.

— Jesús, atrás no se vuelve… —suspiró—. Estos desgraciados usan el aceite de sus candiles para untar sus fusiles y sus sucias máquinas.

El Cristo sonrió:

— En el reino de los cielos el aceite corre a raudales, don Camilo.

Giovanni Guareschi

viernes, 15 de agosto de 2008

Apologética


CÓMO RECHAZAR LAS
DOCTRINAS PROTESTANTES

a) Cuando una doctrina está contra la razón, es necesariamente falsa y no fue revelada por Dios.

b) Ahora bien, el protestantismo es contrario a la razón… pues sus principios son falsos.

c) Luego, el protestantismo es falso y no fue revelado por Dios.

Debemos probar la proposición b):

Enunciado de los dos principios fundamentales del protestantismo:

1º) La Biblia, y sólo Ella, es la única fuente de revelación.

2º) Cada uno ha de interpretar la Biblia por sí mismo… (libre examen).


Refutación del primer principio:

Argumento I:
LOS PROTESTANTES NO PUEDEN PROBAR QUE LA BIBLIA SEA PALABRA DE DIOS.

Los protestantes, para conocer las verdades de fe, admiten sólo la Biblia, y ésta en cuanto es Palabra de Dios.
Ahora bien, que la Biblia sea Palabra de Dios es una verdad de fe.
Luego, que la Biblia es Palabra de Dios debe ser probado por la Biblia, en cuanto es Palabra de Dios… Esto es caer en un círculo vicioso… ¡y no probar nada!

Argumento II:
EL PRINCIPIO FUNDAMENTAL DEL PROTESTANTISMO ES CONTRADICTORIO.

No está en la Biblia que ella sea la única regla de fe.
Ahora bien, según los protestantes, no se ha de creer lo que no está en la Biblia.
Luego, no se ha de creer que la Biblia sea la única norma de fe.

Argumento III:
LA HISTORIA ENSEÑA QUE ES FALSO EL PRIMER PRINCIPIO PROTESTANTE.

La Biblia no era norma de fe de los cristianos que vivieron antes de que se escribiese la primera página del Nuevo Testamento y se terminase de escribir la última.
La Biblia no era norma de para todos los cristianos que vivieron antes de que se juntasen en un solo libro todos los libros inspirados (lo cual sucedió hacia el siglo IV).

Argumento IV:
JESUCRISTO PUSO COMO NORMA DE FE LA PREDICACIÓN.

La norma de fe de los primeros cristianos era la predicación de los Apóstoles, y no la Biblia (Mt. 28:18; Mc. 16:15; Lc. 10:16; Jn. 20:21).
Y en la Biblia no se ha escrito todo: Jn. 21:25; II Jn. 12; III Jn. 13.

Argumento V:
LA BIBLIA SOLA NO BASTA.

La Biblia habla también de la Tradición: II Tes. 2:15, II Tim. 1:13; II Tim. 2:2; I Cor. 15:1-2.
Para creer en la Biblia hace falta otra norma de fe que nos diga cuáles son los libros inspirados.


Refutación del segundo principio:

Argumento I:
EL PRIMER PRINCIPIO PROTESTANTE CONTRADICE AL SEGUNDO.

La Biblia no dice en ninguna parte que cada uno tiene derecho a interpretarla.
Los protestantes dicen que se tiene que rechazar cuanto no contiene la Biblia.
Luego, los protestantes tienen que rechazar que cada uno tiene derecho a interpretar la Biblia.

Argumento II:
EL FALSO EL PRINCIPIO, PUES LA SAGRADA ESCRITURA NO ES FÁCIL DE ENTENDER.

Según ellos, la Biblia es fácil de entender… pero no es así: Hechos, 8:26-40; Lc. 24:25-27, 32, 44-46; II Pedro 3: 15-17.
Los Apóstoles no siempre entendieron la Sagrada Escritura. Los maestros de la Ley no entendieron la Sagrada Escritura (I Cor. 2:8). San Pablo no la entendía cuando perseguía a los cristianos. No la entienden hasta el día de hoy los judíos que aún esperan al Mesías (II Cor. 3:12-16).

Argumento III:
EL SEGUNDO PRINCIPIO SE OPONE AL PRIMERO.

Como no hay dos personas que interpreten igual la Biblia, hay tantas interpretaciones como individuos.
Con el principio del libre examen, la norma de fe no es lo que dice la Biblia, sino lo que se interpreta al leer.
Luego, hay tantas normas de fe como individuos.

Argumento IV:
EL SEGUNDO PRINCIPIO CONDUCE AL ERROR… LUEGO, ES FALSO.

Doctrinas contrariamente opuestas no pueden ser verdaderas.
El segundo principio hace que uno interprete la Biblia de un modo, y otro de otro, aunque sea contrariamente opuesto al primero.
Luego, el segundo principio hace que las interpretaciones no sean verdaderas.
Ahora bien, lo que no lleva a la verdad, lleva al error.

Argumento V:
EL SEGUNDO PRINCIPIO ES ABSURDO Y CONTRADICTORIO.

Con el principio del libre examen, la norma de fe cambia en cada uno a medida que cambia su interpretación.
Ahora bien, cambiar constantemente de norma de fe es absurdo y contradictorio.

Argumento VI:
EL SEGUNDO PRINCIPIO DESTRUYE LA BIBLIA.

Los protestantes, con el libre examen, quitan a las palabras de la Biblia el significado que tienen en la mente de Dios, para darle el que se le ocurre al lector.

Argumento VII:
EL SEGUNDO PRINCIPIO VA CONTRA LA BIBLIA.

San Pablo dice: “La Iglesia de Dios es columna y sostén de la Verdad”.
Para los protestantes, la columna y sostén de la verdad es la Biblia, con su libre interpretación.
Luego, los principios del protestantismo se oponen a la Biblia.

De todo esto se sigue que tanto el primero como el segundo principios del protestantismo son falsos, que era lo que debíamos probar para demostrar que el protestantismo es falso y no ha podido ser revelado por Dios.
Es falso pues es contrario a la razón… es contrario a la razón pues sus principios son falsos.

Por lo tanto, hay que adherir con todo el corazón a la Iglesia Católica Apostólica Romana, la cual nos enseña que: “Hay que creer con fe divina y católica todas las cosas contenidas en la Palabra de Dios escrita o transmitida, propuestas por la Iglesia mediante definición solemne, o por el Magisterio ordinario universal, para ser creídas como divinamente reveladas”.

Por eso creemos en la Sagrada Escritura y en la Santa Tradición, en las cuales encontramos todo lo que es necesario creer para salvarse, y creemos en el Santo Magisterio de la Santa Iglesia que custodia fielmente, transmite íntegramente e interpreta infaliblemente el Depósito de la Fe.