domingo, 9 de noviembre de 2008

Poesía que promete


HIMNO PARA LA
DEDICACIÓN DE
UNA IGLESIA


Jerusalén, ciudad del cielo santo
Feliz visión de paz, que construida
Con piedras vivas subes a los astros,
Y que estás defendida, como Esposa,
Por millones de angélicos soldados.

Esposa del destino más excelso
Dotada de la gloria de tu Padre
Y de la gracia de tu Esposo eterno:
Hermosa Reina unida al Rey divino,
Fulgurante ciudad del firmamento.

Las puertas de tus muros preciosísimos
Están abiertas siempre para todos
Los que son hasta ellas conducidos
Por la virtud de haber sobrellevado
Padecimientos por amor de Cristo.

Tu impresionante mole que reluce
Se compone de piedras trabajadas
Por el martillo y el cincel salubres:
Piedras que unidas unas a las otras
En un solo edificio al cielo suben.

Honrado sea el Padre sempiterno
Así como su Hijo Jesucristo
Y como el sacrosanto Paracleto:
A los tres potestad, honor y gloria
Ahora y por los tiempos de los tiempos.

Francisco Luis Bernárdez

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