miércoles, 31 de diciembre de 2008

Muchas felicidades

POR UNA PATRIA
EN CRISTO RESTAURADA

martes, 30 de diciembre de 2008

Cromagnon


CASTIGO Y
MISERICORDIA

La posibilidad y la licitud del castigo divino, son dos verdades que no han sido excluidas de las enseñanzas de la Iglesia. De ellas se habla con abundancia, desde las inspiradas páginas de las Sagradas Escrituras hasta en las fundantes respuestas del Catecismo, Castigo que pueden merecer tanto los hombres pecadores como las naciones corruptas, así en la historia cuanto en la eternidad. Reprimenda justiciera e inapelable, que bien recordaban y temían los genuinos creyentes, cada vez que la Secuencia Dies Iræ, por ejemplo, glosaba aquel texto de Sofonías, según el cual, en el día de la ira del Señor habría “estrépito y asolamiento”, aún “en las ciudades fuertes y en las altas torres”. Por cierto que esta pedagogía divina es omitida o burlada hoy, sistemáticamente, pues el sujeto contrahecho y subvertido a que ha quedado reducido el hombre, está muy lejos de discernir el acontecer desde la perspectiva sobrenatural. Pide signos entre los falsos profetas, y no sabe ver los que con verismo se le presentan. Ciega generación aquélla en la que está inserto, a la que tal vez, como lo dice el Señor, ya no se le dará ninguna otra señal, porque su corazón es de piedra.

Venga a cuento el introito para explicar el doloroso drama de los maremotos en el Pacífico, ocurridos precisamente allí, en un tiempo y en una geografía en la que el vicio abunda y han hecho una industria de la perversión de los niños. Escándalo impar para cuyos ejecutores previó Jesucristo la pena de ser arrojado al fondo del mar. Pero Asia y el Pacífico quedaban demasiado lejos de estos lares argentos, como para reflexionar demasiado; y mucho más lejos todavía la posibilidad de que algún obispo predicara sobre la ira celeste, las postrimerías, el temor de Dios y la necesaria enmienda. Paralelamente, demasiado cerca quedaba el fin de año y el veraneo, con su clima de gula y de relajo, de bacanal estruendosa y necia. El festín podía continuar su curso, y la blasfema muestra de un estulto reabrirse, y el sacrilegio multiplicarse, y el infierno negarse, y la infamia acrecer, y el Día de los Inocentes acallarse y la impiedad extenderse. Pero entonces, Dios necesitaba hacernos ver —con la visión cuajada de lágrimas— que ya no teníamos una patria de señores sino una república de cromagnones.

A pesar de que este nuevo y trágico signo ha venido envuelto en la sangre de nuestro prójimo, en el sentido más estricto del término, el fondo hondo, mistérico y cruento del episodio, aún sigue sin quererse considerar. Se han echado culpas políticas, y bien está que así sea, porque nos gobiernan degenerados de todo jaez. Se han echado culpas municipales, administrativas, contables o empresariales, y no serán nunca suficientes, porque la vileza corroe los cimientos mismos de todos esos ámbitos. Se han echado culpas a los funcionarios que parecían intangibles en su soberbia populista, y ahora enfrentan la furia del mismo demos y de los mismos ideólogos que les dieron sus inicuos respaldos. Pero hay culpas reales que se acallan, sea desde los púlpitos o desde los estrados, porque quienes los ocupan prefieren la adulación y la demagogia, y más temen a la impopularidad que a las consecuencias mortales de la mentira.

Es culpable la descristianización de las costumbres, la bestialización de las diversiones, la animalización de las fiestas, la secularización de la alegría. Es culpable la juventud promiscua, hedonista y tribal, a la que no sólo no se le señalan sus pecados sino que se glorifica post mortem, se adula en vida y se le levantan santuarios para inmortalizar sus desafueros. Es culpable la paternidad libertina y permisiva, cómplice y secuaz de la adolescencia descarriada. Es culpable la promoción de la vida licenciosa y lasciva, en la que se revuelcan por igual veinteañeros goliardos y cuarentones torvos. Es culpable el conjunto de modas impúdicas y lujuriosas, sodomitas y prostibularias, en cuyo cultivo compiten simétricamente progenitores estúpidos y proles desenfrenadas. Es culpable la pseudomúsica que ocupa el lugar del arte, y todo aquel que medra difundiéndola. Es culpable el que monta un boliche, del que se sale siempre muerto aunque no se tiren bengalas, y es culpable el que asiste a sabiendas de que hallará allí refugio a sus malandanzas. Es culpable la metódica violación del tercer mandamiento, y la madeja ruin de cuantos mercan con la desnaturalización de lo festivo y la traición a la noble virtud de la eutrapelia. Empezando por un presidente que en materia melódica ha declarado su afección por las hordas marginales, y terminando por un alcalde, que es todo él un cántico a la contracultura. Nada de esto se ha dicho en público, y difícilmente se quiera decir.

Pero Dios gobierna con las dos manos, escribe Marechal. Con la mano de hiel de su rigor, y la mano de azúcar de su misericordia. Si no lo hiciera, tendría la imperfección de un padre manco. Dios es rico en misericordia, conviene repetirlo. Y la misericordia divina tanto más se mueve cuanto nos ve débiles, orantes, penitentes y contritos. Así estamos nosotros en esta Argentina doliente, más doliente porque quiere desconocer las causas de su verdadero dolor. Implorando que a tanto castigo sobrevenga la misericordia. Que haya fiesta allí donde el amor se alegra, según decía el Crisóstomo. Y que la patria merezca salir de la caverna de primates para recuperar su sitial en la Historia.

Antonio Caponnetto

lunes, 29 de diciembre de 2008

Estilísticas


UN IMPREVISTO
REGALO DE FIN DE AÑO


El domingo 28 de diciembre, en dos festividades solemnes y tan significativas para nuestra defensa de la cultura de la vida —nada menos que la celebración litúrgica de la Sagrada Familia y el día de los Santos Inocentes— el diario “Página/12” nos ha regalado la tapa y dos hojas enteras de publicidad, profusamente ilustradas y con llamativa diagramación.

Ya en anteriores ocasiones habíanse prodigado sus redactores en gentileza análoga, pero ésta supera a las precedentes y nos colma de particular regocijo.

Dos antiguos camaradas —que se ocultan modestamente tras los ingeniosos motes de Mario Wainfeld y Sergio Kiernan— han sido esta vez los encargados de tan dadivosa promoción. Impetuosos ambos —con esos hervores tan propios de la Hitlerjugend a la que seguramente pertenecieron y callan por modestia— se desmadran incluso en algunos elogios, violentando la cristiana humildad a la que estamos moralmente obligados.

Mario, por ejemplo, historiando nuestra trayectoria, habla de los “devotos lectores” que nos siguen, y del “furor” con que supimos “enfrentar” a los “liberales”, sin que nos temblara el pulso ante Martínez de Hoz, a quien habíamos colocado “en el banquillo de los acusados”. Reconoce incluso los “dotes premonitorios notables” de alguno de nuestros eventuales colaboradores, y no trepida en señalar que Cabildo “embestía sin ambages” contra “el poder judío”. Buen catador del idioma, y desdeñando —según se colige implícitamente— ese prosaísmo de las izquierdas sin el menor asomo de la gracia, como decía Peman, alude además a “la pluma generosa en casticismos y en palabras tonantes” de otro de nuestros redactores, concluyendo en que su estilo era el propio de “clasicismo hispano”. “Todo un estilo”, puntualiza el título; y toda “una coherencia a lo largo de los años”.

Pero el encomio sube hasta rozar el mismo género epidíctico que pedía el Maestro de Estagira, cuando memorando aquellas jornadas tensas de la defensa de nuestra soberanía austral ante las injustas pretensiones chilenas, Wainfeld afirma que Cabildo “convocaba a morir por la patria”. Veraz y emocionante recuerdo, tanto más valioso cuanto nos distingue de la hez kirchnerista, que aliada de la cabronería episcopal acaba de celebrar nuestra rendición ante los atropellos trasandinos.

Kiernan por su parte —que ya ha probado ser un adicto a nuestras páginas— se inclina ante la perseverancia y el empecinamiento militante demostrado en tantos años. Cabildo “sigue ahí”, apunta; “es la revista más antigua de ese palo”. Metáfora esta última —la del palo, bastone o randello— que delata la familiariedad de Sergio con la semántica mussoliniana, y que tanto nos emociona.

Firme en su propósito encomiástico —y como si la muerte no hubiera hecho mella en nuestras filas— Sergio cree firmemente que “el staff de Cabildo muestra continuidades notables”, y que somos capaces de todo: de “soñar con cruzadas de limpieza”, “escribir de tú”, “armar diálogos platónicos”, o “prologar [su actual director] cuanto libro le ponen por delante”, con “estilo estentóreo y lleno de exclamaciones”.

Gracias, camaradas. Nos creíamos derrotados y marginados. Solos y sin un cobre en el cinto, la lucha se hace dura, difícil, cuesta arriba. La adversidad ronda como una tentación riesgosa y cansina. Ahora —gracias a vuestro afán— nos damos cuenta del valor indoblegable que tienen el testimonio coherente y el estilo frontal, el empecinamiento en la batalla y la continuidad de un ideario claro.

Gracias, camaradas. Con ese clacisismo hispano que bien habéis detectado os lo decimos: nos devolvéis los bríos, nos multiplicáis el ímpetu, nos renováis la esperanza, nos mantenéis en vigilia tensa y fervorosa, nos ampliáis en centurias de adherentes nuestras prietas mesnadas.

Gracias, al fin, porque con el año que se escurre en estas horas, podemos ratificar con Gracián una de nuestras consignas predilectas: “Triste cosa es no tener amigos, pero más triste debe ser no tener enemigos, porque quien enemigos no tenga, señal de que no tiene: ni talento que haga sombra, ni valor que le teman, ni honra que le murmuren, ni bienes que le codicien, ni cosa buena que le envidien”.

Antonio Caponnetto
En la Ciudad de la Santísima Trinidad y Puerto
de Santa María de los Buenos Aires,
a 29 días de Diciembre del Año del Señor, 2008.

domingo, 28 de diciembre de 2008

Lecturas dominicales


HIMNO A LOS
SANTOS INOCENTES

Salve pequeñas flores de los Mártires,
Que apenas en la puerta de la vida,
Fuisteis deshechas, como por el viento,
Por quien a Jesucristo perseguía.

Vosotros, que ayer fuisteis los primeros
Inmolados por Dios y por su gloria,
Hoy jugáis ante el ara del Altísimo
Con vuestras santas palmas y coronas.

Gloria a Jesús, que para bien del mundo
Nació del vientre puro de una Virgen,
Así como a su Padre y al Paráclito
Por los siglos de un tiempo inextinguible.

Francisco Luis Bernárdez

viernes, 26 de diciembre de 2008

Obras de misericordia


PRISIONEROS
DE GUERRA


Compatriotas:

las personas que quieran escribirle
al Reverendo Padre Christian von Wernich,
o a cualquiera de los demás prisioneros
del Penal de Marcos Paz,
pueden hacerlo a la siguiente dirección:


R.P. CHRISTIAN VON WERNICH
COMPLEJO PENITENCIARIO Nº 2,
MÓDULO 4, PABELLÓN 5.
(C.P. 1727) MARCOS PAZ,
PROVINCIA DE BUENOS AIRES.


Pueden enviarse artículos, revistas,
recortes de interés, libros.


Recuerden que los camaradas
no tienen acceso a computadoras,
ni correos electrónicos y
sólo se les permite recibir
correspondencia postal.


Recuerden asimismo que
visitar a los presos
es una obra de misericordia,
cualquiera sea el motivo
por que se hallen en ese estado.


jueves, 25 de diciembre de 2008

Natividad del Señor


LOS CINCO NACIMIENTOS
DE JESUCRISTO

En la preciosa obrita de Fray Luis de León titulada “De los nombres de Cristo” (Buenos Aires, Poblet, 1946), se nos dice, en un capítulo dedicado a la naturaleza del nombre: “trataremos qué cosa es esto que llamamos nombre, y qué oficio tiene”. Y así se hace a lo largo de tres libros notables —que no son otra cosa que un diálogo entre Marcelo, Juliano y Sabino— del que dijo Menéndez y Pelayo, en su “Historia de las Ideas Estéticas”, que “sólo con los diálogos de Platón admiten paralelo, por lo artístico y lo luminoso”.

Pero más allá del valor poético y humanístico de esta obra (lo que no es poco decir), nos interesa aquí la precisión escriturística y teológica, la certeza conceptual con la que educe del nombre Hijo, la afirmación un tanto chocante del título de este trabajo: “Tiene nombre de Hijo Cristo” —dice Fray Luis— “porque el Hijo nace, y porque le es a Cristo tan propio y, como si dijésemos, tan de su gusto el nacer, que sólo Él nace por cinco diferentes maneras, todas maravillosas y singulares. Nace, según la divinidad, eternalmente del Padre. Nació de la Madre Virgen, según la naturaleza humana, temporalmente. El resucitar, después de muerto, a nueva y gloriosa vida para más no morir, fue otro nacer. Nace en cierta manera en la Hostia, cuantas veces en el altar los sacerdotes consagran aquel pan en su cuerpo. Y, últimamente, nace y crece en nosotros mismos siempre que nos santifica y renueva”.

Detengámonos en este quinto modo por el que Jesucristo sacia su gusto en nacer.

La gracia es el favor; la gratuidad auxiliadora que el Señor nos otorga para contestar su requerimiento. Es un convite a participar en la vida misma de Dios, a ingresar en la intimidad trinitaria; y es asimismo un llamado sobrenatural al Cielo. La gracia de Cristo sana y santifica nuestra alma pecadora, porque es en cada uno de nosotros la fuente de santificación, si hemos de decirlo remitiendo a San Juan (4, 14; 7, 38-39).

Así completa en nosotros lo que Él mismo comenzó, adelantándosenos y siguiéndonos, como lo dice bellamente San Agustín: “Su misericordia se nos adelantó para que fuésemos curados; nos sigue todavía para que, una vez sanados, seamos vivificados; se nos adelanta para que seamos llamados, nos sigue para que seamos glorificados; se nos adelanta para que vivamos según la piedad, nos sigue para que vivamos para siempre con Dios, pues sin Él nada podemos hacer”.

Todo esto le debemos al Quinto Nacimiento de Jesús, que es nada menos que el lavarnos y hacernos sarmientos de su Vid, acogiendo tanto el perdón como la justicia de lo Alto, “porque la justificación” —se ha enseñado en Trento— “entraña el perdón de los pecados, la santificación y la renovación del hombre interior” (Dz. 1528).

Le preguntaron capciosamente a Santa Juana de Arco si sabía que estaba en gracia. La heroica Doncella de Orléans —en quien Cristo gustaba nacer predilectamente— dio una respuesta paradigmática: “si no lo estoy, que Dios me quiera poner en ella; si lo estoy, Dios me la conserve”. Que es como haber dicho, según Fray Luis: si ya has nacido en mí por quinta vez, Señor, déjame que mi ser se haga cuna y yo desvelo para tenerte siempre. Si aún no, no te tardes; concédeme la dicha de vivir pesebremente para merecer tu llegada.

Siempre que nos santifica y renueva nace en nosotros. Mas la santidad no es vida ordinaria y defectuosa, como parece seguirse hoy de algunas doctrinas sedicentemente católicas. Es superación y vencimiento heroico de la existencia ordinaria y mostrenca, huera de virtudes y de batallas, hasta arrebatar el Cielo por asalto, como gallardamente se nos pide en las Escrituras. Es marcha ascendente que no cesa ni concede reposo, pues “el que asciende no cesa nunca de ir de comienzo en comienzo, mediante comienzos que no tienen fin”, según predicación de Gregorio de Nisa, que algo entendía de santidades. Y la renovación aquí mentada, de la mano de Fray Luis, no es cambio, sino ratificación de lo permanente, como se renuevan las promesas del bautismo, o la fidelidad entre los esposos, o el vino fresco en odres viejos.

Quédese Jesús entonces, quintamente nacido en nuestras almas; y “aguardemos en la Iglesia la gracia de la perseverancia final y de la recompensa de Dios, su Padre, por las obras buenas realizadas con su gracia en comunión con Jesús”. Otra vez, podemos volver a Trento para recordarlo (Dz. 1576).

Pero este nuevo Adviento que vivimos, bien permitiría contemplar ese segundo nacimiento, de quien —por Hijo— tanto gusto en nacer manifiesta. Nació de la Madre Virgen, según la naturaleza humana, temporalmente, le escuchamos decir a Fray Luis. Misterio de la Encarnación del Verbo, ante cuya lumbre —que eso es el misterio— más valdría enmudecer las palabras humanas por respeto a la sacra inefabilidad. Más valdría hacer silencio, porque en medio del silencio de la Noche nació la Palabra, y porque la Virgen Santísima es Madre Muda del Verbo que calla.

Digamos apenas lo que desde siempre se dijo. Que en el cuerpo de Jesús, Dios, que era invisible en su naturaleza, se hace visible. “Id quod fuit remansit et quod non fuit assumpsit” canta la liturgia romana: “permaneció en lo que era y asumió lo que no era”. Digamos apenas lo que no debe dejar de decirse: que en aquel establo —de una pobreza genuina que no saben retratar los sociólogos, sino los pastores y los ángeles— se manifestaba la gloria del mundo. Desde entonces, hacerse niño es la condición para entrar al Reino: abajarse, empequeñecerse, filiarse al Verbo Encarnado. Feliz y admirable intercambio —admirabile commercium, dice la Liturgia de las Horas— por el que Dios se hace hombre para que el hombre se haga Dios.

Bien pudo escribir Bernárdez —precisamente en pleno Adviento y extasiado frente al milagro de la Nochebuena en que el Todopoderoso toma las formas frágiles de un niño desvalido— que Dios se le hacía hijo en tales circunstancias. Las mismas en que no podía dejar de considerar con temor el desenlace de su propia vida, ni el tiempo irrevocable del fin de los siglos:

“Y te pido que nunca me abandones, Dios mío;
que renuncies a todo por quedarte conmigo;
que te tenga en mis brazos como ahora, dormido,
y que no te despiertes hasta el fin de los siglos”.

Y Alfredo Bufano, mirando filialmente a la Virgen en el desvelo de la Navidad, asoció dos ideas, naturalmente vinculadas: la “humilde y sosegada primavera de quien nació la flor más bella y pura”, y el fin irremediable, cuyo consuelo es saber que aún después de él, podrá vérselo al Señor en plenitud de majestad. “Y hazme dormir para que pueda verte”, dijo entonces el poeta. O Gonzalo de Berceo, cuando en su espléndida composición “De los signos que aparecerán antes del Juicio”, a la par que describe con maestría las señales postrimeras de “gran pavura”, trae a la memoria la dicha inmensa que “los ángeles del cielo ficieron un día” en el pesebre de Belén.

Quédese Jesús al fin “segundamente nacido” en nuestras almas, y ante el milagro de la Navidad, digámosle a María:

Andabas por las calles nazarenas,
tallo enhiesto de Dios, eterno verde.
A tu paso los ángeles celestes
levantaban ojivas de azucenas.
Soñando con el Rey de los Amores
—desde Belén al Centro del Calvario—
tu vientre cobijaba los milagros,
tu corazón presentía los dolores.
A tu sombra de luz se deshacía
en salmos de alabanzas y loores,
y el agua del arroyo se olvidaba
el hilo del camino que seguía.
Madre de Dios, María, Flor de Flores,
no nos niegues un día tu mirada.

Jorge Mastroianni

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Poesía que promete

PROCESIÓN
NAVIDEÑA


Jinetes persignados
van llegando del Norte,

presintiendo el lucero,
taloneando rocíos;

cicatrices de cardos
en los cascos se clavan,

las plegarias por riendas,
fierro y cruz por avíos.


Del Norte amurallado
de algarrobales firmes,

bajan los peregrinos
con crespones de puna,

te traen como ofrenda, Señor, un eco antiguo,
y el eco se arrodilla para besar tu cuna.

Van llegando del Sur los paisanos del viento,
cofrades de la nieve, arrieros sin más huellas,
que las coplas vertidas en diapasones blancos,
como la cal sencilla o las altas estrellas.

Del Sur donde una herida de sangre memoriosa,
arriban portadores del pendón y el venablo,
son guerreros vencidos, Señor, pero la herida,
es gloriosa y merece coronar tu retablo.

Llegan desde el oeste porque la roca sabe,
su destino de signo triunfal que prevalece,
quebrarán las montañas mil hachazos de soles,
pero una piedra sola ni se agrieta o perece.

Del oeste partieron con el vértigo a grupas,
pobladores de cumbres que talló algún orfebre,
es vértigo que guarda la hazaña de la tierra,
recíbelo, Señor, en tu austero pesebre.

También llegan del este, transidos de horizonte,
talegas desbordantes de trigo y de glicinas,
entre hileras de talas que refiló el pampero
y el estampido agreste de briosas carabinas.

Del este no te faltan los hombres que se acercan,
malambeando las penas y la pampa por ley,
la pena tiene el sello, Señor, de tu calvario;
acéptala tumbada con la mula y el buey.

No llegan, no es posible, no hay puntos cardinales;
no hay rosa de los vientos que oriente sus pisadas,
para aquellos espectros de traicioneras manos,
en el filo del odio de un puñal maniatadas.

Han perdido los rastros porque hollaron Tu Nombre;
están ciegos de cielo, cautivos del fangal,
rechazaron la Noche del Cordero Naciente,
arrojaron abrojos al agua bautismal.

Del Oeste o del Sur, ya del Norte o del Este,
del flanco de la patria que marche en procesión,
haznos llegar intactos, Señor, para decirte:
somos tu grey, tus hijos, tu falange y legión.

Antonio Caponnetto

martes, 23 de diciembre de 2008

Poesía que promete


NOCHEBUENA
EN EL FRENTE

Sigilo atento desde la angostura
de una aspillera el enemigo frente
mientras duerme la tierra. Mansamente
va la nieve arropando la llanura.

Y es transido de pena y amargura
como llega el recuerdo hasta mi mente.
Fue otra noche como ésta: tiernamente
sonreía María en su ventura.

José soñaba y madrugaba el día
que sorprendió gozoso a los pastores
celebrando a Jesús, tan desvalido.

Hoy avanza también el alba fría,
pero sólo en los cárdenos alcores
mi corazón te reza dolorido.

José María Alonso Ganno

lunes, 22 de diciembre de 2008

In memoriam


LUIS GARRITANI

Pocos días faltaban para la celebración de la Nochebuena del 2006, cuando nos llegó la angustiosa noticia de la muerte de Luis Garritani.

Luis estaba mal enfermo y lo sabía. Con la misma certidumbre con que captaba que, mientras Dios le sostuviese el aliento, era obligación batallar sin fatigas ni quejas; y eso hacía.

Veterano de tantas aulas, preparaba sus clases como si fuesen las primeras, volcando hacia sus alumnos un amor apasionado por la Verdad, que fue su primer sello distintivo. El segundo —si cabe el enunciado— fue su alegría. Juvenil, desbordante, ingenua y fresca. El gozo del bautizado fiel que sabe reír, no porque no conozca de dolores y de penurias, sino porque mejor conoce la promisoria esperanza.

Expansivo, notablemente memorioso, vehemente; y a la par con la benevolencia y la sencillez de un niño. Así era este hombre a quien la virtud de la piedad lo adornaba.

Muchas cosas esenciales nos permitió compartir la Divina Providencia: la vida parroquial, en tiempos del Padre Carlos Lojoya; los estudios de postgrado, el dictado de una cátedra, la militancia política, la predilección por la música lírica y los libros eternos, la mesa hogareña, junto a Alicia, su ejemplar esposa y abnegado sostén. Los mismos enemigos y los grandes amores.

Luis Garritani era Alcuino di Ferro, cálido sobrenombre con el cual, en no pocas ocasiones, escribió para “Cabildo”. Todo un signo de su personalidad. Alcuino sintetizaba el esplendor de la Cristiandad, di Ferro era la lúdica señal del club de sus favoritismos futbolísticos. Porque este grandote de voz potente podía explicar con detalles la vida de Bacon, la teoría de Newton, la Retórica de Aristóteles o el campeonato local de 1940.

Alguna vez, jugando al ajedrez, cruzamos bromas sobre las comunes preferencias monárquicas. Y Luis era imbatible en este clásico juego. Ahora ya estará viendo cara a cara al Único Rey, y a su vera a la virginal Dama, María Santísima, nuestra Reina del Cielo. En el postrer tablero, el Señor sabrá hallarle un condigno puesto.

Amigo y camarada: no vamos a olvidarte. En cada empeño nuestro, en cada compromiso patrio, en cada rezo por la Iglesia, estarás presente.

Presente en nuestro afán, como cantábamos juntos, brazo en alto, los sones del Cara al sol.

Antonio Caponnetto

domingo, 21 de diciembre de 2008

In memoriam


1974 - 22 de diciembre - 2008
Ante un nuevo aniversario
del martirio de

CARLOS ALBERTO SACHERI


Esta repetición de la palabra [Cristo Rey] resume,
esplendorosamente, la enseñanza de
SACHERI EL CATÓLICO.

El Reinado Social de
Nuestro Señor Jesucristo.
Jesucristo Rey.

La esperanza cristiana
que tiene como objetivo
a Dios Nuestro Señor.

La felicidad en el más allá,
pero la doctrina de la fe
del más allá que supone

una doctrina de la justicia a encarnar
aquí y ahora, y el aquí y ahora
para Sacheri fue
la Argentina y los argentinos.

La Doctrina Social de la Iglesia
u orden natural y cristiano,
con el hombre argentino de
carne y hueso que tenía adelante (…)

La forma de la sociedad
debe ser la que Dios quiere,
la sociedad ordenada según el Evangelio
tal cual enseña la Iglesia (…)


Murió por Cristo Rey.

Por Dios y por la Patria.
Y esto tiene un solo nombre.
CARLOS ALBERTO SACHERI MÁRTIR.

Del libro de Héctor Hernández:
“Sacheri. Predicar y morir por la Argentina”

sábado, 20 de diciembre de 2008

Guiones homiléticos


SERMÓN DE UN SACERDOTE
QUE REALMENTE CREE EN
LA DIVINIDAD DE JESUCRISTO

En presencia de los acontecimientos que se suceden en la Iglesia católica desde hace alrededor de cincuenta años, y también en previsión de los que actualmente se preparan, a veces se hace difícil no vivir con un cierto estado de angustia, o por lo menos, de relativa angustia.

Por esto es que hay que estar listos: listos para enfrentarse a todo peligro.


Sin duda, ustedes esperan que nosotros los animemos a luchar por el Reino Social de Nuestro Señor, a combatir a todas las fuerzas que se han coaligado en contra de la Iglesia, en contra de las naciones católicas de este continente, en contra de todo aquello que permitió la construcción y el desarrollo de la Iglesia y de estas naciones.


Por cierto, nuestro deber es animarlos, y no contribuir a su desánimo. Nuestra misión es, evidentemente, esclarecer las inteligencias y fortalecer las voluntades a fin de llegar a un cierto resultado.


Quizás seamos acusados de “integristas”, “fascistas”, “fundamentalistas”… Verdaderamente son éstas, hoy en día, las acusaciones por excelencia, las que dispensan de todas las otras como de todo argumento de razón. Son las acusaciones que se dirigen contra quienes rechazan cualquier compromiso con las locas doctrinas ecumenistas, sincretistas, gnósticas, laicas, marxistas, socialistas, liberales, democráticas y demagógicas.

Formemos parte de los que rechazan tales compromisos.


No nos conmueven ni el hombre nuevo, ni el mundo nuevo que tantos de nuestros contemporáneos ven aparecer en el horizonte… pero del que hace poco nos separaba un océano de sangre roja.


Temo que en nuestras filas (y por eso las culpo) han aparecido ciertas indulgencias que, sin quererlo expresamente, contribuyen sin embargo al ablandamiento de las costumbres y de las convicciones religiosas, y finalmente llevan a la ruina de la sociedad cristiana, de todo lo que fue y debería permanecer en la Iglesia y en la nación cristiana.


No estamos del lado de esos Obispos que son más protestantes que católicos, ni estamos del lado de esos sacerdotes que han traicionado el ideal de Cristo, reemplazándolo por un ideal humanista, sentimental, humano, carismático.


Nosotros nos quedamos con Jesucristo y por Jesucristo, con los Santos que han santificado tantas almas y tantas naciones; nos quedamos con los hombres ilustres que han querido devolver a sus naciones su carácter cristiano. Que no se busque en estas palabras alguna segunda intención política: el verdadero remedio es la vida cristiana.

“Y ustedes, estén listos”, tal es lo que decía Nuestro Señor a sus discípulos; pero Nuestro Señor jamás les sugirió, según las circunstancias, que se disfrazaran de liberales, revolucionarios, socialistas u oportunistas.


Sean ustedes mismos, permanezcan siendo mis discípulos por medio de la fe y las costumbres, es decir, como hombres de la justicia y de la caridad.


Estén listos para los combates de la vida privada o de la pública que la misma existencia reserva para ustedes.


No desvíen sus miradas de la Iglesia, aunque hoy se halle ensuciada, aunque por momentos les disguste cuando le da la espalda a Nuestro Señor para irse a vociferar junto a los lobos; todo eso no es la Iglesia santa e inmaculada.

¿Están decididos? Entonces, estén listos para defender los valores morales y espirituales de sus naciones, empezando por la fe católica que las ha nutrido desde la conquista evangelizadora.


Como la revolución francesa ha tenido aquí una gran influencia, es bueno recordarlo: los principios del pensamiento iluminado por las logias masónicas, por sus falsas doctrinas filosóficas, habían ido arruinando poco a poco las creencias religiosas en los llamados espíritus superiores.


Hoy todavía, y quizás más que nunca, la masonería, el socialismo, la escuela laica, trabajan más directamente sobre las almas de los niños para preparar la derrota general, para la descristianización de las masas. Han creado un antagonismo sordo y latente que sólo pide traducirse en hechos.

Entonces, vigilemos y recemos, fortalezcamos nuestros corazones y nuestros ánimos. Dios ha dotado al hombre de una cabeza, de un cerebro capaz de pensar y resolver, de una voluntad capaz de actuar, con la ayuda de la gracia.


Por lo tanto, luchemos, defendámonos. Hagamos cada uno lo que esté a nuestro alcance para frenar el mal, para forzarlo a retroceder.


Trabajemos por la Iglesia, por el Reinado de Jesucristo en nuestras naciones, por ese reino que es el único que puede traer al mundo el orden y la paz de una verdadera fraternidad, arraigada en la Tradición y en las sanas tradiciones.


El pasado vive en nosotros: el mensaje de Jesucristo a nuestros hermanos, la conquista de América para el catolicismo, los primeros misioneros, los mártires, los santos Obispos, todas nuestras tierras impregnadas de cristianismo.


¿Qué necesidad tenemos, entonces, de los Mc Donald's, de la vida soft, del hombre light, etc., de toda esa “cultura” que no es la nuestra?

Hoy se levantan dos concepciones del mundo:


Una es la concepción providencial y sobrenatural, la concepción religiosa que reposa sobre la revelación, concepción que por encima de todo eleva los derechos de Dios, proclamando siempre la supremacía de lo espiritual por sobre lo material, poniendo ese edificio espiritual y divino bajo la salvaguarda de esa sociedad perfecta querida por Dios, instituida por Jesucristo, que es la Santa Iglesia. El hombre tiene un destino: obtener su salvación. Todo el resto le está subordinado.

La otra concepción del mundo y del hombre descansa sólo sobre la razón. Y se confía en el orden natural. Dios, como una hipótesis inútil, es rechazado por la naturaleza, por la ciencia, por la sociedad.

Un sistema así no puede admitir y ni admitirá sino una sociedad humana: la Ciudad o el Estado. Existirá una sola ley, la que hace el hombre. Dicha ley pretende que no se sienta obligado más que por su conciencia. Esta concepción ha tomado el nombre de laica: ciencia laica, estado laico, sociedad laica, escuela laica. Ese principio laico llega a la divinización del Estado, como la encarnación del poder del hombre, implacable en sus exigencias cada vez más y más extremas, para avanzar hasta el Estado totalitario.

¿Qué vamos a hacer nosotros, a quienes se nos acusa de no haber sabido nunca oponer una resistencia? ¡No capitular! Católicos, no podemos capitular. El ausentismo religioso y aun político sería un inmenso peligro.


La religión está implicada en todo. Cuando Dios haya vuelto a sus almas, volverá a la sociedad, pues lo que salva es la verdad y sólo la verdad.


Por todo esto, estén listos, sean los batallones de élite con los cuales cuenta la Iglesia para vencer a los adversarios, que sí están siempre listos y organizados: todos los días nos dan prueba de ello.


En el nombre de Dios, por la salvación de nuestras naciones, por la defensa y el progreso de la Iglesia, por la felicidad y el bien de la humanidad: ¡preparémonos, estemos listos!


Padre …

viernes, 19 de diciembre de 2008

Científicas


LA DESMATERIALIZACIÓN
DE LA MATERIA


Todo marchaba fantástico hasta la segunda mitad del siglo XIX. Era la época oro del materialismo clásico. Con su reduccionismo a ultranza, sus certezas absolutas, su determinismo inexorable, su infantil ingenuidad. Era, aparentemente, el triunfo de Laplace, de La Mettrie, de D'Holbach, de Karl Vogt, de Ludwig Büchner, de Darwin… Una época en la que se creía que los átomos eran pequeñísimos corpúsculos materiales sin misterios; las células, “bolsitas” de proteínas, y el pensamiento una “secreción” de las neuronas. La Edad de Oro del racionalismo del siglo XVIII. Pero la realidad es “reaccionaria”, como decía Lenín.

A partir de la segunda mitad del siglo XIX, los campos de fuerzas electromagnéticas de Maxwell, presentaron una realidad empírica que escapaba por completo a las interacciones materiales entre partículas. Lo cual representaba un cuestionamiento fundamental a la Física del siglo XIX, que pretendía explicar toda la realidad sobre la base de las propiedades extensivas de la materia, pero, debido a los prejuicios filosóficos materialistas dominantes, esto se consideró sólo como una pequeña fisura en el sólido edificio de la ciencia moderna. Nadie podía prever el cataclismo que se avecinaba.

El 14 de diciembre del año 1900, Max Planck, Profesor de Física de la Universidad de Berlín, dejaba caer la bomba. Después de muchas vacilaciones, debidas a su formulación en la Física clásica, este autor demostraba la discontinuidad de la emisión y la absorción de la energía, iniciando, de esta manera, lo que se ha dado en llamar “la revolución cuántica” de la Física, que obligó a repensar toda la Física a nivel atómico. Y la catástrofe continuó.

En 1924, Louis de Broglie demostraba que los electrones podían ser considerados como corpúsculos materiales —según ciertas condiciones— y también como ondas —según otras— y, poco después, en 1927, uno de los más brillantes físicos de la historia, el alemán Werner Heisenberg, con su “principio de incertidumbre”, demostraba que la causalidad que existe en la naturaleza, no es determinista sino sólo probabilística, abriendo de esta manera las puertas del pensamiento científico a la posibilidad, entre otras cosas, de la fundamentación neurofisiológica del libre albedrío. Finalmente, en 1938, el físico alemán Otto Hähn descubría la fisión atómica. Es decir que esa materia, aparentemente tan compacta, concreta, racional, “evidente”, reverenciada por todo el positivismo del siglo XVIII y XIX, se desmaterializaba. Hoy ya nadie sabe, en el sentido de conocimiento cierto, lo que es el átomo. Se trata, en última instancia, de un modelo matemático, que intenta explicar misteriosas localizaciones de energía. Que tampoco sabe nadie lo que es.

La Física moderna no ha vuelto a Demócrito, como nos dicen. Ha vuelto a Platón. Quien sostenía, digamos de paso —y con ferviente deseo— que había que quemar todas las obras de Demócrito sin dilación… (Un verdadero “nazi” este Platón, caramba). Cabe aclarar —como expresa Heisenberg— que los átomos de Platón no eran para nada corpúsculos materiales (como los de Demócrito), sino formas geométricas —compuestas por triángulos— que expresaban las ideas subyacentes de la materia. De este modo pudo escapar Platón al problema de la indefinida divisibilidad de la materia, porque en cuanto formas bidimensionales, los triángulos no eran cuerpos propiamente tales, ni tampoco materia. Por consiguiente, en el extremo inferior, el concepto de materia se resolvía en el de formas matemáticas.

La ciencia moderna es “un mundo de sombras y de símbolos”, decía bellamente Sir Arthur Eddington, el eminente astrofísico inglés. Lo cual significa, hablando en criollo, que la ciencia no puede ponernos en contacto directo con el misterio último de la realidad. Como se ve, la versión moderna de la alegoría de la caverna. Para completar el derrumbe de la visión materialista de la naturaleza, en el siglo XX se produce el descubrimiento del código genético, que demuestra en forma inapelable, que en el principio de la vida hay un mensaje, es decir, el producto de una Inteligencia. A lo que se suma el desplome del darwinismo, incapaz de enfrentar ya la montaña de contradicciones y de absurdos puestos de manifiesto en dicha hipótesis, por los modernos descubrimientos científicos y también por un análisis epistemológico serio que, aunque parezca increíble, no se había realizado durante más de un siglo. La ciencia moderna, sobre todo gracias a la Física y a la Biología, y a través de sus pensadores más eminentes, está comenzando a reconocer sus límites. Que era todo lo que se necesitaba para volver a una recta filosofía de la naturaleza. ¡Pero claro! La filosofía siempre prima sobre la ciencia.

Y así, la misma corriente de pensamiento que sostenía, en el siglo XIX, que la ciencia “demostraba” la inexistencia del espíritu, sostiene ahora —cuando se ha dado vuelta la tortilla— que la ciencia no puede demostrar su existencia, pues no se debe trasladar al plano de la filosofía, lo que es propio de la ciencia.

Lo cual es una verdad a medias en su formulación, y una falsedad total en su conclusión. Es cierto que la ciencia no puede demostrar en forma directa (o sea, aplicando el método experimental) la existencia de Dios. Claro que no. Pero sí puede hacerlo en forma indirecta. Esto es, demostrando la necesidad de su existencia, a través del absurdo de su ausencia. Una ausencia tan elocuente, como la silla vacía del abuelo difunto en la mesa familiar. Como una obra de arte sin un artista. Como un papiro sin un copista. Como una herradura sin un herrero. Como un reloj sin relojero. Absurdos, todos, de una ausencia e indicativos de una presencia. Sin la cual, lo otro no se puede concebir. Como sin Sol la alborada. Como sin ojos una mirada. Como sin pies una pisada. Que en eso ha consistido siempre la verdadera ciencia. En descifrar, con reverencia y admiración, las huellas de Dios en la naturaleza.

Prof. Raúl Leguizamón

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Vidas execrables


¿SAN? MARTIN
LUTHER KING


Desde hace más de dos décadas, el aniversario del nacimiento de Martin Luther King —el tercer lunes de enero— es un día feriado en Estados Unidos, para honrar la memoria del “más grande combatiente de los derechos cívicos”, según la terminología oficial.

En realidad, Luther King fue un agitador, un activista de izquierda, un oportunista profesional cuya ascensión entre sus hermanos de raza descansó esencialmente sobre los cálculos demagógicos de dos demócratas, John Fitzgerald Kennedy y Lyndon Johnson, quienes ocuparon sucesivamente la Casa Blanca durante “las marchas de la libertad”.

Estos presidentes necesitaban un abanderado capaz de canalizar la imprevisible efervescencia hasta las orillas más serenas de la legislación integracionista prevista. Luther King se prestó al juego político de un establecimiento preocupado por calmar los espíritus, pero a la vez, consciente de construir un héroe.


Cuando, en 1983, por un voto, el Congreso integró el tercer lunes de enero en la lista de las vacaciones obligatorias, un antiguo gobernador envió una carta a su amigo Ronald Reagan para pedirle que no firmase una ley que “instalaría a un vil impostor doblado de un agente comunista en el Panteón americano”.

En su respuesta, Reagan suscribió a las enormes reservas del ex gobernador y mostró que no se dejaba engañar sobre el personaje que iba a entrar en una falsa leyenda. Sin embargo, firmó la ley, “porque la ilusión es finalmente más fuerte que la realidad”.

La décimosexta edición de ese día feriado coincidió con la reapertura del expediente sobre el asesinato de Luther King, muerto el 4 de abril de 1968 en Memphis, Tennesee.

Algunos meses más tarde, fue arrestado James Earl Ray. Confesó su crimen. Luego se retractó, antes de morir en la cárcel.

¿Ray fue un simple ejecutante? ¿Estamos en presencia de una conspiración? Tal es la tesis defendidad por la viuda y los hijos de la víctima. Ella, ahora formando parte de las figuras emblemáticas del políticamente correcto Attorney General Janet Reno, se apresuró a ordenar una nueva encuesta a fin de evitar ser acusado de “racismo”.

Se retomaron entonces los testimonios, se controlaron viejos indicios, se siguieron otras pistas, pero no se encontró nada determinante.


Según toda verosimilitud, Ray actuó en soledad. Fuera de la sumisión a los deseos imperiosos de una familia, ¿en qué puede ser útil ese gran desembalaje?


En esto: mientras que la gran prensa fingía actualizar un expediente polvoriento, se dispensaba de hablar de un expediente explosivo: las estrechas relaciones de Luther King con los comunistas.


Por ejemplo, se conocían los lazos que unían a Luther King con Stanley Levinson, y a Luther King con Hunter O’Dell. Pero se ignoraba hasta dónde habían podido llegar. Ahora sí se lo conoce. Levinson era un hombre de negocios profundamente implicado en la manipulación de los fondos secretos entregados por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas al Partido Comunista americano.


En 1954, se convirtió en el tesorero. Las “fugas” nos enseñan que durante doce años, Levinson no solamente le sirvió como banquero a Luther King, sino que escribió muchos de sus discursos, y le organizó la mayoría de las estructuras del movimiento de los derechos civícos.


Se encontró un testimonio de la viuda del “héroe”, diciendo en 1965 que “la amistad y la ayuda” de Levinson eran “indispensables para el combate por la libertad”.

En cuanto a Hunter O’Dell, entró en el Comité Nacional del Partido Comunista de los Estados Unidos de América, el órgano dirigencial del Partido Comunista americano, en diciembre de 1959, y paralelamente asumió la jefatura de redacción del “Freedomways” (Los caminos de la libertad), una revista de promoción financiada por Moscú.

Luther King reclutó a O’Dell en 1961, debido a las recomendaciones de Levinson para colocarlo a la cabeza de uno de sus tentáculos subversivos, la Southern Christian Leadership Conference. Dos años más tarde se descubrió la pertenencia de O’Dell al Partido Comunista. Algunos diarios se indignaron, y se ejercieron presiones sobre Luther King para que se separara de un colaborador de hecho molesto. Esto fue lo que aconteció, al menos oficialmente. En realidad, O’Dell seguiría hasta el final aconsejando a Luther King y moviendo los hilos de su “circo”.

Las “fugas” nos develan otros detalles importantes, especialmente sobre los pequeños ingresos en innumerables organizaciones (la Southern Conference Educational Fund, la National Lawyers Guild, la Highlander Folk School, especialmente) todas dirigidas, infiltradas o teleguiadas por el Partido Comunista americano.

Así, durante doce años, Luther King se convirtió en el apóstol de la integración racial y de la igualdad política aceptando el sostén de un totalitarismo que vio en él sólo a un cizañero dócil.

La impostura de este personaje alcanzó su cima el 4 de abril de 1967, exactamente un año antes de su asesinato. Ese día, Luther King probó que no solamente estaba infectado por Moscú, sino que también se hallaba engangrenado por sus agentes. En una iglesia de Nueva York, este “cruzado de la dignidad negra”, como habitualmente lo llama el “Washington Post”, pronunció un sermón de odio para decir que los soldados americanos habían transformado a Vietnam del Sur en “un inmenso campo de concentración”, y que los Estados Unidos se habían convertido en “el mayor proveedor de violencia en el mundo”. Ese día, Luther King mereció aplausos del Kremlin: proseguía así con el camino que se le indicaba, siempre instalado en el seno de la cohorte de idiotas útiles.

A pesar de la capa de conformismo, algunos diarios juzgaron excesivos sus propósitos, y un parlamentario se arriesgó a pintar a Luther King con los rasgos de “el más fiel auxiliar que el bloque del Este haya podido encontrar en su país”. Pero el rasgo más mordaz provino del director de un movimiento negro conservador. En 1992, le pidió al Congreso que pura y simplemente suprimiera la “fiesta” del tercer lunes de enero: “Se celebra la memoria de un traidor. Es un insulto a todos los americanos, negros y blancos”.


martes, 16 de diciembre de 2008

Los delincuentes gobiernan


EL CASO
DE LA NIÑA
SECUESTRADA
POR GUERRILLEROS

Ahora vamos a ver un caso real de secuestro de niños, el de Emilia, que en principio, no tuvo ninguna asociación que pidiera por ella, como Madres o Abuelas, tan patrocinadas siempre por la Fundación Ford, la CIA o el Gobierno Británico.(1) Desaprensión tanto más llamativa si se piensa en la proximidad de Emilia con la señora Marta Ocampo de Vásquez, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora, y a su hijo José María Vásquez Ocampo, Secretario de Estado de Asuntos Militares, virtual Viceministro de Defensa de la Nación.

Un organismo oficial, la Dirección General de Registro de Personas Desaparecidas, nos da algunos indicios sobre este caso cuando publica un Informe, en diciembre de 2004, en el cual se nos dice que luego de 31 años de intensa búsqueda por parte de su familia apareció Emilia, quien había sido sustraída a su madre por sus apropiadores con la excusa de llevar a la niña, que contaba en esos días del año 1973 con sólo cinco años, a un veraneo que le permitiera conocer la ciudad de Buenos Aires.

“La mamá muy humilde, confió totalmente en ellos [en los apropiadores] y le pareció bien que se llevasen a pasear a una niña tan pobre”.(2) En ese mismo año, al ver que la niña no era restituida, la familia desesperada y superando la adversidad de la pobreza de medios y la dificultad de la atención de los cinco hijos restantes, comenzó la búsqueda incansable de Emilia con desfavorables resultados. “Su madre sostiene que nunca quiso darla, no firmó ningún papel, no estampó su huella digital”.(3) Reiteramos, ninguna Asociación de Madres, Abuelas e Hijos les dio la menor ayuda.

¿Y quiénes son los que con argucias y fraudes se apropiaron de la niña? Pues se trata nada menos que de César Lugones y su esposa, María Marta Vásquez Ocampo, hija y hermana, respectivamente, de la presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora y del Secretario de Asuntos Militares del Ministerio de Defensa, quienes son presentados como “misioneros cristianos” por los organismos que responden a la ideología de los derechos humanos.

Cristianos muy mistongos y extraviados, claro, ya que la propia madre fundadora expresa que María Marta repetía que “Jesús fue el primer comunista de la historia”.(4)

Tales “misioneros”, de paso por Lago Puelo,en 1973, en cumplimiento de sus tareas apostólicas en zonas indigentes, habrían consumado la maniobra.

La Dirección General de Personas Desaparecidas torna oscuro y sibilino el lenguaje al referirse al punto: “Emilia —dice— fue dada en adopción, desconociéndose los motivos. Se ubicaron constancias de una adopción plena en la que los nombres de los misioneros aparecen consignados”.(5) Esto, traducido al castellano común y corriente, nos indica que se había realizado un proceso de adopción de facto, en el que Vásquez Ocampo y Lugones resultarían ser los adoptantes de Emilia. Pero si su madre legítima, según el mismo Informe, desconoce haberla dado en adopción, haber firmado documento alguno, haber estampado su impresión dígito pulgar, y haber reclamado su restitución desde el primer día, los nombrados Vásquez Ocampo y Lugones habrían consumado un gravísimo fraude. Los dos misioneros que llevaban la buena nueva de que “Jesús fue el primer comunista de la historia”, y que cometieron este secuestro, falsificando además documentos públicos, desaparecieron en mayo de 1976.

No se detallan más datos de Emilia, sólo que posteriormente se casó y que no sabía que tenía otros familiares, y que felizmente se reencontró con su madre y sus hermanos biológicos. ¿Y cómo se pudo ubicar a Emilia y restituirla a su familia natural? Pues “con la colaboración de la Obra Social del Ejército”. Lo dice el mismo Informe de la Dirección General de Personas Desaparecidas. El Ejército hizo posible que una niña secuestrada por dos guerrilleros volviera a recuperar su identidad.

Uno se pregunta: ¿en los años que vivió Emilia con María Marta Vásquez Ocampo, no se despertó nunca la sospecha de la irregularidad de la situación en la Presidenta de las Madres o en el Secretario de Asuntos Militares? ¿Acaso sus apropiadores la mantenían oculta de alguna u otra forma? ¿Pudieron hacer tal cosa durante un tiempo tan prolongado? ¿Qué fue de Emilia luego de la desaparición de sus apropiadores, ya que se produjo cuando tenía sólo ocho años de edad? ¿Hicieron algún reclamo o búsqueda la Presidenta o el Secretario de Estado? ¿En dónde está asentada? Si nos guiamos por el relato oficial del Registro de Personas Desaparecidas, que omite detallar cualquier gestión de ambos, la contestación al último interrogante es negativa.

Es muy claro: si criaturas como Emilia eran secuestradas por guerrilleros carecen de derechos humanos. Por eso ni su madre, ni ella, ni ninguno de sus cinco hermanos han recibido subsidios de la Fundación Ford, o del gobierno británico que ocupa ilegalmente el territorio argentino. Porque el caso no les sirve para su política de hostigar y debilitar permanentemente a las Fuerzas Armadas Argentinas.

La Asociación Madres de Plaza de Mayo - Línea Fundadora, presidida por Ocampo de Vásquez, participa de la organización Memoria Abierta, que recibe ayuda económica de la Fundación Ford, la Fundación John Merck, la Fundación Rockefeller, el British Council, el gobierno holandés (por doble vía: la Embajada de los Países Bajos y la Fundación Prince Claus) y el gobierno alemán.

Todos los entes nombrados anteriormente participan de la financiación de infinidad de organizaciones de derechos humanos que van desde el marxista Foro Social Mundial a otras como el Equipo Argentino de Antropología Forense o el CELS, y también participan del sostén económico de los movimientos abortistas y a favor de la contranatura.(6) Por eso no sorprende que quien aparece vinculado de una forma u otra a la Fundación Ford y a la Inteligencia Británica, es nada menos que el Secretario de Asuntos Militares, Vásquez Ocampo, quien ha participado en proyectos financiados por la Ford Foundation y el Ministerio de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña (Chattam House). También ha formado parte de proyectos de la UNESCO y de EURAL, una entidad dependiente del Social and Human Sciences (SHS), cuyo actual Director General, Pierre Sané, fue durante nueve años el Secretario General de Amnesty Internacional.(7)

Alguna mente de las que nunca faltan podría indignarse y preguntarse cómo llegó Vásquez Ocampo a ser Secretario de Asuntos Militares con estos antecedentes, sin darse cuenta de que fue precisamente por ellos que resultó designado. La Ministra de Defensa de la Nación, Nilda Garré, los tiene aún muchos peores. En una de las tantas biografías que publica, confiesa con total impudicia ser “miembro de la Rama Argentina del Congressional Study Group (CSG), creada por el Center for Strategic & International Studies (CSIS)” (sic),(8) es decir, de uno de los más importantes centros operativos del Nuevo Orden Mundial.(9)

Esta historia que comenzó con el relato de una niña secuestrada por “jóvenes idealistas”, ha terminado con un país igualmente secuestrado por esos mismos “jóvenes idealistas” que permanecen, hoy más que nunca, al servicio de los mismos amos que siempre han tenido. Esta Argentina dividida, verdaderamente balcanizada, internamente enfrentada, de visión sectaria e interesada, con sus instituciones fundacionales destruidas, con sus riquezas devastadas, botín de los amos del mundo, carente totalmente de objetivos nacionales, es el patético resultado de las imposiciones del Imperialismo Internacional del Dinero. Para él trabajaron y trabajan como sirvientes los autotitulados progresistas.

Fernando José Ares

NOTAS:

1. Sobre la entente Ford Foundation-CIA se ha pronunciado la misma izquierda. Cfr. al respecto las notas de Mario Benedetti y la de James Petras, esta última en la revista “Rebelión” (www.rebelion.org/petras/english/ford010102.htm). Sobre el apoyo de la inteligencia británica a los planes de la izquierda, baste recordar el caso —ya abordado desde “Cabildo”— de la Nación Mapuche o de la Amnesty International.
2. Informe de la Dirección General de Registro de Personas Desaparecidas de (http://www.mseg.gba.gov.ar/p_desaparecidas/historia_mes anterior>) Provincia de Buenos Aires.
3. Informe de la DGRPD citado.
4. Reportaje de Mario Moiola a Marta Vásquez de Ocampo. (www.missionariconsolata.it/mc/Articoli/2002/maggio/argentina).
5. Informe DGRPD cit. “Los misioneros ofrecieron llevarse a la más pequeña Emilia, a pasar a la ciudad de Buenos Aires un veraneo diferente” … “Personal de esta DGRPD consultó al Registro de Nacimientos de Lago Puelo; allí figuran los nombres de la pareja que se llevó la niña. Luego, Emilia fue dada en adopción, desconociéndose los motivos. Se ubicaron constancias de una adopción plena en la que los nombres de los misioneros aparecen consignados”. Quienes la llevaron pretextando un veraneo distinto aparecen como los adoptantes de la niña. Dicha adopción ha sido negada total y categóricamente por la madre de Emilia.
6. Por ejemplo la organización abortista “Católicas por el Derecho a Decidir” también es financiada por la Fundación Ford y la John Merck.
7. Las vinculaciones del Licenciado José María Vásquez Ocampo con las organizaciones que se citan están mencionadas en la página oficial del Ministerio de Defensa de la Nación. Todo indica que por más vueltas que demos caemos dentro de un círculo de siglas e individuos que siempre son los mismos. Datos de la Biografía Oficial de Pierre Sané publicada por la UNESCO (http://portal.unesco.org/shs/es/).
8. Cfr. Curriculum de Nilda Garré presentado en el Centro de Estudios Políticos y Sociales (CEPES), (www.cepes.org.ar), entidad donde actualmente es presentada como “Coordinadora del Área de Justicia”. El CEPES es regenteado por otro oscuro personaje de la tragedia argentina, Carlos Álvarez, alias “Chacho”. También entre sus directivos figura como “Coordinador de Reformas Políticas e Institucionales” un hijo de la Garré: Juan Manuel Abal Medina (h).
9. Acompañan a la “izquierdista” Nilda Garré en el CSIS (www.csis.org), personajes de la talla de Henry Kissinger, Zbiniew Brzezinski, James Schlesinger, entre otros. En los locales se destaca Carlos Bulgheroni, de Bridas S.A. Hay total coincidencia en considerar al CSIS como una dependencia vinculada a la inteligencia norteamericana, verbigratia en la Red Voltaire (www.voltairenet.org/es) o en SEPRIN (www.seprin.net, “Nilda Garré, Ministra de Defensa Progre y con buenas conexiones y alineamiento al Nuevo Orden Mundial”. Investigación de Adrián Salbuchi 25 de noviembre de 2005). De todo lo cual ya nos ocupamos en “Cabildo”.


lunes, 15 de diciembre de 2008

Recordatorio


A LOS CRIMINALES
SIN ARREPENTIMIENTOS
Y SIN ENMIENDAS…


…lo justo no es ofrecerles o pedirles el perdón.

Lo justo es castigarlos. Estén donde estuvieren.


El perdón implica la contrición del ofensor.
Al siervo perverso, el rey de la parábola
“El deudor sin entrañas”, le dijo:
“Yo te perdoné a ti toda aquella deuda
porque me lo suplicaste”
(San Mateo, 18, 21-35).

Ni Dios mismo perdona
al que no se arrepiente.
Por eso ha señalado
Santo Tomás en la “Catena Aurea”:
“Quiere enseñarnos Dios que seamos fáciles
en perdonar a los que nos han hecho algún daño,
especialmente si nos dan satisfacciones
y nos suplican que los perdonemos”.

La encomiable disposición a la indulgencia
tiene como límite el deber de que
la maldad no quede impune y arrogante.
De allí lo de San Agustín,
explicando precisamente la prescripción evangélica
de perdonar “setenta veces siete”:
“cuando sea necesario, apliquemos la disciplina,
no sea que abandonándola crezca la malicia
y comencemos a ser acusados por Dios”.

(Sermones sobre los Evangelios Sinópticos, 83, 8)

JUICIO Y CASTIGO A LOS
CRIMINALES MARXISTAS

domingo, 14 de diciembre de 2008

Poesía que promete


HIMNO DE MAITINES
PARA EL TIEMPO
DE ADVIENTO


Oh Verbo soberano que brotaste
Del seno de tu Padre sempiterno,
Y que naciste para bien del mundo
Al declinar el curso de los tiempos:

Alumbra nuestros pechos con tu brillo,
Y con las llamas de tu amor incéndialos,
Para vaciarlos de lo transitorio,
Para llenarlos del afán del cielo;

Para que cuando el Juez que ha de juzgarnos
Condene al fuego eterno a los perversos
Y llame al cielo, con su voz amiga,
A los que buenos y piadosos fueron,

No nos perdamos en el torbellino
Devorador del infernal incendio,
Sino que, viendo a Cristo cara a cara,
Compartamos su gozo duradero.

Gloria sin fin al Padre soberano,
Y al Hijo que ha nacido de su seno,
Y al Espíritu Santo que los une
Y que es el verdadero Dios con ellos.

Francisco Luis Bernárdez

sábado, 13 de diciembre de 2008

Veinticinco años de democracia


LA DEMOCRACIA
SIGUE DANDO
FRUTOS PODRIDOS

Una más que discreta euforia, pese a la ingente propaganda oficial, reducida al bailoteo carnavalesco de las consabidas murgas de abuelas, madres, hijos, piqueteros y demás yerbas del folklore urbano, en una casi vacía Plaza de Mayo, saludó el vigésimo quinto aniversario de la toma del gobierno por parte de aquel hombrecillo de cara torva y labia iracunda que fue (o casi, y Dios lo ayude en el trance) Raúl Alfonsín. Hombrecillo éste que, tras un colosal desastre, abandonaría el gobierno seis meses antes de lo previsto en el sacrosanto sistema cronométrico llamado democracia y al que sucedieron, después, otros personajes de la aburrida galería de payasos ilustres inmortalizados por Anzoátegui.
Pues bien, a este módico y triste aniversario se lo ha querido elevar a categoría de fasto nacional y aún universal si me apuran. ¡Veinticinco años de Democracia! (así con mayúsculas que se ve mejor). ¡Sí, señor! Un cuarto de siglo de ininterrumpida sucesión de gobiernos civiles sin las otrora odiosas interrupciones militares. A un gobierno civil, sucede otro no menos civil. ¡Vaya si hemos dado los argentinos un paso de gigante en nuestra historia! ¿Pero quién dice paso? No, señor, es todo un salto.
Sí, claro, sólo que un salto al abismo.
Un cuarto de siglo después, aquí estamos sumidos en el mayor marasmo de la historia. ¿Enumerar todos los males que hemos sabido conseguir? No tiene caso. Están a la vista.
Por eso, en este nefasto día hemos vuelto nuestra mirada hacia atrás. Hace cincuenta y tres años, la pluma chispeante, clara, incisiva y traviesa de aquel inolvidable católico y patricio que fue Don Gustavo Martínez Zuviría, Hugo Wast como lo conocieron millones de lectores dentro y fuera de las fronteras patrias, publicó un memorable artículo, Frutos podridos de la democracia, en el periódico Combate que, en aquel entonces, orientaba con su magisterio otro grande de la tierra, Don Jordán Bruno Genta.
Hemos cedido a la tentación de trascribirlo y difundirlo íntegro. Las circunstancias son muy distintas, por cierto. La pluma de Hugo Wast tiene por blanco al conjunto variopinto de liberales, masones, socialistas e izquierdistas de pelaje diverso que, salidos de sus madrigueras tras el limpio triunfo de las armas católicas que habían abatido al tirano, volvían a invadir con su cháchara la vida argentina. Por desgracia, se quedaron con la Revolución a la que desvirtuaron. Pero los protagonistas siguen siendo los mismos: la “carbonada criolla que formaron en 1945, socialistas, radicales, comunistas, masones, judíos y demócratas proquesistas (ruego al linotipista poner proquesistas que suena mejor que progresistas)” a los que, por entonces, se sumaron “algunos cristianos aguachentos, rebautizados con motes políticos y algún cura de probable ascendencia semita, que está saliéndose de la vaina por caer en eso que Pío IX llamó herejía de las herejías y Pío X excomulgó terminantemente: el catolicismo liberal”.
Hoy la suma sigue: a los católicos liberales se agregan los católicos zurdos, no pocos obispos, Pastoral Social (que como nos informa la Agencia católica de noticias AICA, de este día, se reunió con todo el “arco” político —del peronismo al socialismo— para celebrar el aniversario), etc. Y, desde luego, el infaltable peronismo, el mismo ayer y hoy —y tal vez siempre— ya en el llano, ya en el gobierno, prostituyéndolo todo como es su costumbre desde sus días iniciales.
También, hoy como ayer, sigue siendo cierto que “lo que no cabe en la carbonada criolla es el catolicismo sin aditamentos, el que se echó a las calles en Córdoba a pelear, no a hacer discursos, el que marcó sus fusiles y sus aviones y sus cañones y todas las paredes de la gran ciudad con el signo de Cristo vencedor: la Cruz sobre la V de la victoria”.
Herederos de aquella generación católica, traicionada y vencida, hoy volvemos a denunciar, en soledad, esta verdad, brutal y triste como decía el gran Péguy: la democracia sigue dando frutos podridos.
Cada vez más podridos.

Mario Caponnetto

• • • • •

FRUTOS PODRIDOS
DE LA DEMOCRACIA

Estamos viendo nacer y crecer y hasta ganar revoluciones a ese difunto que ha resucitado al conjuro de la palabra victoriosa del general Lonardi: “no hay vencedores ni vencidos”.

Ellos, los vencidos en las urnas en 1946, se han levantado del sepulcro y se creen ahora los vencedores del 16 de septiembre de 1955, y pretenden gobernar al gobierno que surgió de la revolución y para hacer olvidar los aviones y los cañones, con que Lonardi abatió al tirano, hacen una exposición de sus armas: discursos, panfletos, reportajes más o menos clandestinos. ¡Palabras, palabras, palabras!

La carbonada criolla que formaron en 1945, socialistas, radicales, comunistas, masones, judíos y demócratas proquesistas (ruego al linotipista poner proquesistas que suena mejor que progresistas) se han aumentado ahora con algunos cristianos aguachentos, rebautizados con motes políticos y algún cura de probable ascendencia semita, que está saliéndose de la vaina por caer en eso que Pío IX llamó herejía de las herejías y Pío X excomulgó terminantemente: el catolicismo liberal.

Lo que no cabe en la carbonada criolla es el catolicismo sin aditamentos, el que se echó a las calles en Córdoba a pelear, no a hacer discursos, el que marcó sus fusiles y sus aviones y sus cañones y todas las paredes de la gran ciudad con el signo de Cristo vencedor: la Cruz sobre la V de la victoria.

Quieren hacernos olvidar de eso, que es la verdad, y reemplazar la Historia con la Patraña.

Los salidos del sepulcro de 1946 no esperan nada del Cristo vencedor. Todo lo esperan de la Democracia, del Pueblo, del Amor Libre, por eso mantienen las leyes peronistas del divorcio, de los hijos adulterinos, de la enseñanza laica…

Para asegurarse el gobierno futuro, aunque después de las elecciones tengan que andar a cintarazos para repartirse los pedazos del queso, no tienen escrúpulos en hacerle el amor a otro cadáver que huele peor que ellos, porque es muerto reciente: el peronismo. Le cambiarán el nombre y se aliarán con él, no sea que él les gane las elecciones si juegan limpio.

Por los frutos se conoce el árbol. Ya la nación argentina conoce, de amarga experiencia, lo que es la democracia practicada por espectros que nacen de las urnas.

La historia está fresca todavía. Las elecciones más intachables que se han realizado en el país, bajo el signo de la Democracia con sus infinitas siglas, disfraces y caretas, las ganó el tirano, porque engañó mejor al pobre pueblo, dispuesto siempre a creer en los que se arrodillan a sus plantas, y le prometen mucho pan y mucho circo y nada de fatigas para ganarlo. El histrión más grande que ha visto el mundo en seis mil años, el que juraba que vivía con 300 pesos mensuales y que por economía viajaba en su Chevrolet viejo y cachuzo, después de saquear a la nación, a medias con sus testaferros, es hoy el hombre más rico del mundo, y aunque ha sido el más cobarde y corrompido personaje de la historia argentina, conserva tantos votos en este pueblo engañado, que toda vía les va a dar un susto.

¿Quién puede discutir que ese huevo lo puso la Democracia en la más legítima de las elecciones y que la misma madre puede poner otro huevito?

Estos espectros que ahora se juntan bajo el signo de la escuadra y el compás, y andan buscando atraerse los sufragios del neoperonismo resucitado, han cambiado de nombre pero no de mentiras.

Hay que confesar que han mejorado de táctica y no exigen a sus afiliados que se hagan masones públicamente: al contrario, los prefieren acristianados y hasta son capaces de aceptar como capellanes a algunos de esos curitas trashumantes, que andan de Herodes a Pilatos, que han olvidado el latín y en sus esfuerzos por aprender el hebreo, se han quedado con el idish, que es más democrático.

Pero ellos, los que cortan el bacalao son masones, son ateos, son aprendices de comunistas, con distintos epitafios. Han cambiado de nombre, es verdad, porque han cambiado el lado de la barricada donde ahora quieren combatir.

Como dice Dante:

E muta nome, perche muta lato.

¡Ay, de los pueblos que reniegan de Cristo! ¡Los frutos de su democracia se caen verdes y se pudren al pie de un árbol herido de muerte por la mano del Señor!

Hugo Wast
Combate, año I, nº 5, 9 de febrero de 1956