miércoles, 13 de enero de 2010

Psicológicas


NOSOTROS,
LOS MANIÁTICOS

Continuando con la “planificación educativa” de alcance nacional —y que en sentido estricto no cumple con ninguno de los dos términos enunciativos—, a partir del año próximo parece que se comienza “fuerte y en serio” a trabajar en todas las escuelas del país con el último descubrimiento del Ministerio de Salud que es la cuestión sexual. En realidad, pase lo que pasare, las conclusiones de todo este montaje ideológico estatal llegaron antes que el material enviado a las escuelas, simulando algún modo de encuesta o sondeo de opinión entre los docentes.

De todos modos, eso es lo de menos: preocupan más las graves cuestiones de fondo que las crecientes desprolijidades administrativas. Habrá que prepararse porque el totalitarismo de hoz y martillo sigue avanzando; totalitarismo que tantas víctimas ha cobrado con tal de llevar adelante sus planteos, ahora va por las almas. Más específicamente, por la pureza de las almas.

Una vez más nos tildarán de paranoicos o exagerados, dando por sentado que somos retrógrados y conservadores. Pues entonces vayamos a los textos, veamos los lineamientos que están escritos y circulando en los colegios, las preguntas e indagatorias para “sondear a las instituciones”, las pautas de acción que se han “bajado” desde las instancias gubernamentales. Vamos honesta y dócilmente a los hechos, que es lo que las ideologías no hacen. Esos hechos son un manifiesto rotundo del materialismo más craso. No es el “sexo explícito” lo que nos indigna, sino el materialismo explícito sobre la cuestión sexual.

Ante tamaño atropello, deberíamos estar más preocupados aún que por la ley de los medios, porque el problema aquí es la ley de los fines. Y una vez más, si no reaccionamos, pasaremos de la tolerancia de ciertos males a la obligatoriedad de los mismos por decreto de necesidad y urgencia.

Todo es artificial en estos papeles públicos, como la ideología que los sustenta. Todo es endeble, viciado de raíz, contradictorio. Se ha tomado este tema con afán positivista, sin fe y sin espíritu. Pero —como siempre pasa— se termina actuando con una sumisión ciega y escandalosa a un conglomerado de principios, postulados y estadísticas, que tampoco son ciertos. Otra vez estamos ante la rigidez de los dialoguistas insuperables; y el dogmatismo de los apologetas del “pensamiento libre” queda en evidencia para todo el que tenga ojos para ver.

Con absoluta inescrupulosidad estos peritos en didáctica sexual manejan sus marionetas, y quieren manejar nuestras inteligencias y las de nuestros hijos. E invariablemente atacarán la Nave de la Iglesia, tergiversando y omitiendo todo lo que Ella enseña al respecto. Nadie como la Santa Madre Iglesia ha tenido la comprensión, la hondura y la delicadeza para ocuparse del tema sexual. Nadie como Ella ha hecho las sutiles distinciones que mueven a la conmiseración y la caridad del hombre sano y del hombre enfermo. No entienden nada ni quieren entender. Nosotros al menos entendemos esto: lo que está en juego es el destino de la Patria, el bien de las familias y la salvación del alma.

Y es preciso recordar que no se trata de optar por la razón o la fe, falsa disyuntiva que ha resultado una excelente estrategia para confundir las inteligencias. Ya que los ideólogos de la Revolución son el monumento a la apertura y al diálogo, entonces discutamos, demos razones, justifiquemos, demostremos.

¿Que harán los sofistas de turno con aquellas cosas que no pueden comprar, tan acostumbrados a ponerle precio a las voluntades y las decisiones? ¿Qué harán sin la censura selectiva como estrategia o con la regla de la verdad?, porque, claro, en la discusión que proponemos no vale mentir.

Pero no queremos que discutan los políticos ni el sistema, porque no nos representan. Ni la plebe, que en el decir de Lugones “impone su bajeza inevitable”. Que discutan los que saben como primer requisito, y aquellos que han demostrado que quieren y buscan el bien común, como segunda condición. ¿Será esto discriminar?

No perdamos el sentido común. Seamos fieles a la experiencia cotidiana y sencilla. No es cierto que haya que hablarles de sexo a los alumnos desde el Jardín, porque lo que quieren es jugar a la pelota —los varones— y a las muñecas —las mujeres—. No es cierto que todos tienen las mismas inquietudes y que hay que “hablarles claro” a todos (por cierto, ¿qué sería “hablar claro”, hablar procazmente?). No es cierto que en estas cosas la información pueda presentarse con prescindencia del aspecto moral. No es cierto que la juventud quiera placer, lujuria y desenfreno, salvo que esté pervertida. Lo que sí es cierto es que el vicio deja muy buenos réditos a quienes explotan ese rubro.

Celebremos al padre preocupado por las amistades del hijo, y a la madre que viste decentemente a la hija. A la familia que el mundo llama tradicionalista, a la escuela que logró inmunizarse contra las sucesivas ideologías camufladas de propuestas educativas. Celebremos al joven que cuida su pudor y al hombre común que llama a las cosas por su nombre. Demostremos que no estamos dispuestos a negociar porque no nos hemos prostituído.

Que los sexólogos se guarden sus marionetas didácticas. No las necesitamos. Se necesitan padres santos, docentes testigos de la verdad, educadores en el bien. Y que cada alma sea un alcázar de Dios, defendido con lucidez y coraje. Que los ideólogos beban su propia medicina en lugar de intoxicarnos a nosotros.

Por cierto, ¿cuándo vendrá la ideología del páncreas o de la odontología con sus respectivos especialistas, así descomprimimos un poco esta moda y manía sexual que asfixia? Si no es mucho pedir, además del aparato reproductor, quisiéramos hablarles a nuestros hijos y alumnos de las gestas que prefiguran la Belleza y de la poesía que promete un nuevo amanecer.

Jordán Abud

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Excelente. Me parece que ya es tiempo de ponernos manos a la obra, de lo contrario nuestra patria y las familias pereceran.

Viva Cristo Rey !!!

Anónimo dijo...

Tiene Ud. gran razon amigo. Como dijo Don Quijote -o sea la España heroica defensora de la Fe-:

"No debo mas, encantos afuera y Dios ayude a la razon y a la verdad".