miércoles, 30 de junio de 2010

Vidas execrables

EL VERDADERO ROSTRO DE HORACIO VERBITSKY

Nacido en 1942, Horacio Verbitsky es un personaje bien conocido, tanto por su fluida actividad periodística escrita como por sus constantes apariciones en las pantallas de la televisión argentina. Amigo y camarada de armas de Rodolfo Walsh, compartió con él el trabajo de la Agencia de Noticias Clandestinas (ANCLA) y a su muerte habría accedido a manejar la inteligencia del movimiento subversivo “Montoneros”, dentro del cual operaba o era conocido también por los nombres de encubrimiento de “Perro”, “Alberto”, “Salazar”, etc., éste último adoptado en homenaje a un camarada montonero desaparecido, responsable con otros del asesinato del gremialista Rosendo García en 1966.

En su oportunidad (diciembre de 1991) el entonces diputado nacional Miguel Ángel Toma afirmó, según cita en su libro “Yo fui Vargas” (1) (en página 203 y siguientes) el capitán (R) Héctor Vergez, con respecto a Verbitsky: “Cuando mataron a Rucci, Verbitsky manejaba las comunicaciones de Montoneros. Él también estuvo en el copamiento del Regimiento de Infantería de Monte 29… también es responsable de la bomba (puesta en el playón de estacionamiento) del Estado Mayor General del Ejército…”

CÓMO LO VIO UN ENEMIGO

Siguiendo esa última óptica, la de un enemigo declarado, pocas líneas más debajo de la cita precedente, el capitán Vergez escribe, con la intención que puede apreciarse: “Quedan en el tintero algunas proezas del polígrafo terrorista. Y no son precisamente las de importancia menos impactante, pues se trata de dos intentos para asesinar al teniente general Perón. De ambos casos hay evidencias directas”, que luego pasa a señalar en la página 204 de su libro, y que serían: el “incidente” de Ezeiza, cuando Perón retornó definitivamente al país el 20 de junio de 1973; y el segundo, que fue abortado por la oportuna detención del terrorista Carlos A. Caride en la Avenida del Libertador y Republiquetas (12 de febrero de 1974) que dirigía la operación, que tenía por objetivo asimismo eliminar al visitante presidente uruguayo Juan María Bordaberry.

Concluye Vergez su breve semblanza sobre Verbitsky —en página 207— diciendo que al parecer que éste “…es el pionero de los ex delincuentes terroristas de la banda subversiva montoneros, recorre los estudios de TV para demostrar, ante sus cámaras, a las Fuerzas Legales que derrotaron la guerrilla. También deambula por los corredores militares de la Junta Interamericana de Defensa como agasajado especial, ahora gustoso de compartir con sus enemigos ideológicos para recomendar y propiciar medidas sobre el ámbito militar argentino”.

CÓMO LO VIO UN ALIADO

Para que no se nos tilde de escuchar sólo una campana, la afín con los militares del Proceso, vamos ahora a recurrir a otra semblanza escrita por el archienemigo declarado de aquéllos, el periodista norteamericano Martin Edwin Andersen, en su libro “Dossier Secreto”,(2) que si bien fue publicado en 1993, fue recientemente reeditado en forma actualizada, el que incluye en su nuevo Prólogo un serio cargo y una opinión muy poco favorable para Verbitsky. Este nuevo Prólogo fue escrito el 20 de agosto de 2000 en Churchton, Maryland (Estados Unidos), y donde entre otras consideraciones manifiesta (página 19 y siguientes).

“…la izquierda tampoco ha sido honesta con respecto a lo que pasó. La izquierda argentina fue simpre víctima de su propia propaganda e ilusiones. Aún hoy, ex montoneros connotados siguen escandalizando a la sociedad argentina con cuentos de la fuerza y proezas de la organización insurrecta, una historia sin asidero si se considera todo lo que hoy se conoce. Esta duplicidad va en contra de una rendición de cuentas histórica creíble y satisfactoria”.

“Esta tendencia acrítica se extiende a algunos de los más notorios exponentes de las versiones distorsionadas de la historia argentina de ese período. Los Miguel Bonasso y los Horacio Verbitsky siguen vendiendo historias guerrilleras y de las proezas de algunos compañeros perdidos —por ejemplo, Rodolfo Walsh— con agregados de «autocríticas», que siempre parecen dejar a ellos mismos bien parados. Poco o nada dicen sobre cómo los jefes montoneros —los Galimberti, los Firmenich, los Perdía— exhibían tempranamente, cuando éstos eran todavía perejiles— graves fallas personales y morales. Y así, pueden evitar que la generación «más generosa de la historia argentina», según la califica Verbitsky y en la cual se incluye el ex montonero, ¿pudo seguir tan ciegamente a líderes tan corruptos? La pregunta se extiende también al comportamiento de Walsh, cuya propia ceguera sobre lo que realmente pasó a su alrededor hace de los últimos años de su vida, y no solamente de su muerte, una tragedia”.

“FALTA DE SINCERAMIENTO HISTÓRICO”

“La obra de Verbitsky, un periodista a quien por sus extensas denuncias sobre corrupción y violación de los derechos humanos muchos jóvenes argentinos ven como modelo, es particularmente perturbadora por su falta de sinceramiento histórico y por su propio pasado. Verbitsky no ahorra críticas sobre las personas que él dice colaboraban con la represión, o que no tenían una fuerte decisión, o que no tenían una fuerte decisión para enfrentarla”.

“En su libro «Un mundo sin periodistas», Verbitsky habla de las discrepancias que tenía con la conducción montonera en 1977. Pero no dice que, apenas un año después, él, Verbitsky, colaboró —durante el proceso militar— en un proyecto literario con un alto oficial retirado de la Fuerza Aérea (el comodoro Juan José Güiraldes) que era amigo de su familia (en la década del '60 Verbitsky había colaborado con dos semanarios golpistas: «Confirmado» y «Primera Plana», editados por Jacobo Timerman). El comodoro, que firmó el libro «El Poder Aéreo de los Argentinos», publicado en 1979 por el Círculo de la Fuerza Aérea, admitió más tarde que el mismo había tratado de convencer al embajador de Israel de que los militares argentinos no perseguían a la comunidad judía como parte de su cruzada «occidental y cristiana», aunque para esa misma época el caso Timerman ya había cobrado notoriedad mundial. Sobre la autoría verdadera de la obra literaria del militar, cabe destacar lo dicho por Verbitsky en una entrevista publicada en inglés por el periodista Uki Goñi el 14 de julio de 1995, titulada «Un periodista bajo presión». Después que los militares mataron a su amigo Walsh en 1977, dice Verbitsky en aquel reportaje: «Yo sobreviví lo mejor que pude con los frutos de mi máquina de escribir. Escribí un libro de cocina, otro sobre la gimnasia yoga, un libro sobre el transporte de carga aérea, siempre como autor fantasma (ghost writer) para los que osaron contratarme en 1971, 1980 y 1981»”.

Esta obra, que ensalzaba en parte a los responsables de la Fuerza Aérea del Proceso militar, fue publicada dos años después que Walsh escribiera el tema de “Las Tres A son hoy las Tres Armas”.

“UN EFICAZ COLABORADOR”

“El comportamiento de Verbitsky —continúa diciendo Andersen en su reeditado libro— ofrece un marco de dudas… abona una tesis, una teoría, un interrogante (…) me dijo el ex dirigente montonero Juan Carlos Dante Gullo en una entrevista. Muchos no hubiéramos escrito o colaborado para escribir un libro de esas connotaciones incluso después de la apertura democrática. Al tratar de esclarecer estos puntos oscuros de la vida argentina en las décadas del '60 y '70, hay que tener mucho cuidado de no empeñar los muchos esfuerzos sinceros de brindar testimonios de aquella época triste…”

En las páginas 299/300, Andersen vuelve sobre este tema en un pequeño pero jugoso subcapítulo titulado “Horacio Verbitsky: eficaz colaborador”, reproduciendo palabras que fueron escritas por el comodoro Güiraldes al momento de reconocer los méritos del ex guerrillero como “ghost writer”: un trabajo realizado por “Perro”, “Alberto” o “Salazar”, “cuando la masacre estaba en pleno auge y Verbitsky en pleno duelo por sus compañeros caídos”.

Con estas líneas ponemos fin a esta semblanza extraída de quienes fueron sus enemigos y sus aliados en la tragedia mayor que experimentara la sociedad argentina en el siglo pasado. Si tan dispares autores coinciden en algo, no será obra de la casualidad sino más bien de la causalidad cuyo actor conflictivo es, sin lugar a dudas, Horacio Verbitsky.

Salvador Urriaga

Notas:
1. “Yo fui Vargas - El antiterrorismo por dentro”, de Héctor Vergez, Ed. del autor, Buenos Aires, 1995.
2. “Dossier Secreto - El mito de la guerra sucia en la Argentina”, de Martin Edwin Andersen, Ed. Sudamericana, Buenos Aires, noviembre de 2000.

lunes, 28 de junio de 2010

Un fruto más de la perversión kirchnerista

LA UNIÓN DEPRAVADA

Aunque por los repetidos golpes la desolación ya nos es familiar, día a día los sucesos van agotando el bagaje de interjecciones. Como es sabido, una señora de sugerente apelativo, ex titular del INADI, acompañada por un español audaz y ambiguo —basta verlo en la fotografía que oportunamente le tomaron— expuso, a mediados de mayo de 2008, en el Senado de la República Argentina su proyecto de ley para consagrar el matrimonio entre degenerados (aclaración pertinente: conforme al lenguaje ineludible, degenerar significa dejar de corresponder una persona o cosa a su primera y natural condición).

De cualquier modo, que un libertino o una libertina o que cualquiera presente un proyecto de semejante naturaleza ya no sorprende. Esto pertenece al Plan Antidiscriminatorio de Néstor Kirchner, sancionado por Decreto N° 1086/ 05; en plena vigencia y ejecución. Lo que sí pudo sorprender en su hora fue que no se lo impugnara, denunciando enérgicamente su malicia, por ser un monumento (400 páginas) de iniquidad y persecución a la religión católica.

En ocasión de este proyecto de nupcias homosexuales, produjo gran desconcierto un artículo publicado por el influyente matutino “La Nación” (del 23 de mayo de 2008). Casi podría decirse que su título lo dice todo: “La Iglesia se opone, pero no se siente sorprendida”. ¿Vale decir que lo esperaba, conforme al Decreto 1086? La crónica se refiere a las manifestaciones del Padre Alberto Bochatey, vicepresidente del Instituto para la Familia de la Universidad Católica Argentina. Y dice que —según Bochatey— el acento, en este caso, está en el respeto por la dignidad y la libertad de la persona homosexual…

La curiosidad del enjuague empuja a seguir leyendo, para comprobar una gran aflicción del catedrático de la UCA. Porque en éste y otros casos similares —consigna el comentario— él y otros cristianos se sienten discriminados: “Nos descalifican porque dicen que nuestros argumentos surgen de la fe y no de la razón, y esto es altamente discriminatorio y anticívico, y habla de un desconocimiento de nuestro nivel académico”.

Aparte de la condolencia por tanto amor propio herido, habría que agradecer al académico su tácita pero tajante confesión del espíritu vigente en la UCA, libre en lo posible de cualquier preeminencia dogmática. Coherentemente, no hace mucho el decano de su Facultad de Filosofía había menospreciado las certezas absolutas (“La Nación”, 28 de octubre de 2006).

Felizmente se oyeron otras manifestaciones católicas. La Corporación de Abogados Católicos con su habitual precisión y firmeza, repudió categóricamente el proyecto, afirmando que con esa iniciativa el Gobierno añade “un ingrediente de vital importancia, en la obra demoledora de los valores morales en los que se asienta la sociedad argentina”.

Y recordó que “el matrimonio es una institución de orden natural que existe grabada en la mente y en el corazón de los hombres, por lo que es propia de la persona humana. Dios los creó varón y mujer, «para que se hicieran una sola carne», y les dijo «creced y multiplicaos». Éste es el origen del matrimonio y de la familia, y no el remedo que se pretende introducir, en desprecio de estas instituciones fundamentales que a la sociedad le interesa proteger”.

Igualmente levantaba el ánimo la clarividencia de Notivida. El 6 de mayo ya advertía sobre avances homosexuales íntimamente relacionados —como un anticipo— con la presente iniciativa de la INADI. Referíase a una modificación de la Ley Antidiscriminatoria —proyectada en consonancia con el Decreto 1086/05— por la cual se presumirá discriminatoria toda disposición de carácter público o privado que depare un trato “desigualitario”. En el Código Penal, título 1 de los Delitos Contra las Personas, se incorporaría un capítulo sobre Discriminación, para penalizar con prisión, entre otros, al que “alentare o incitare” la discriminación por “orientación sexual”.

Es fácil advertir las consecuencias de tan vagas expresiones en una ley penal. Y demás está decir que al modificarse así la Ley Antidiscriminatoria, simultánea y automáticamente se convalidan todos los reclamos del lobby gay, incluido el “matrimonio” y la adopción. En otras palabras —podríamos concluir— se está consolidando el amenazante dominio homosexual.

Frente a todas estas cosas, resuenan las palabras de San Pablo, que parecen un terrible cuadro de nuestra época: “Por lo cual los entregó Dios a la inmundicia en las concupiscencias de su corazón, de modo que entre ellos afrentan sus propios cuerpos… Por eso los entregó Dios a pasiones vergonzosas, pues hasta sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contrario a la naturaleza. E igualmente los varones, dejando el uso natural de la mujer, se abrazaron en mutua concupiscencia, cometiendo cosas ignominiosas varones con varones y recibiendo en sí mismos la paga merecida de sus extravíos…” (I Romanos, 1, 24 ss.).

Casimiro Conasco

sábado, 26 de junio de 2010

La lenta pendiente

LAS LEYES PERVERSAS

A nadie se le escapa la glotonería legalista de los gobiernos que venimos padeciendo. Luego de dos décadas de revolución cultural ha llegado la hora de la “cristalización” (para utilizar un término afín a estos personajes) de tanto esfuerzo desnaturalizador. Una vez tomadas las “casamatas de la cultura”, como decía Gramsci, sólo resta el usufructo corrompido de las diversas esferas del Estado. Y es que el retorcido trastrocamiento del sentido común les ha allanado el camino a estos crápulas para legislar tiránicamente. Y leyes tiránicas son lo que sobra. A guisa de ejemplo mencionemos algunas nomás.

Existe una ley de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en la que, en una especie de Index invertido, la Secretaría de Cultura prohibe todos los textos escolares que no incorporen la nefanda teoría de género. Se trata de un apremio más de la cultura del Gulag que debemos a un ministro de Educación de la Nación. Existe también una ley de Salud Reproductiva que declara desertoras a las mujeres que se salen de sus programas, destruye la ya mancillada patria potestad, instaura la anticoncepción como forma de vida e instituye estrategias ideológico-culturales “en cascada” para turbar el sentido común de las familias de la patria. Fíjese el estoico lector si tendrá vigencia esta ley que, en su nombre, se persigue a los jueces que, fieles a la verdad, pretenden hacer justicia. También hay una ley para los sodomitas. De “uniones civiles” la llaman, para disimular la degradación y promiscuidad que ventila. Ley ésta que movería a repulsión a un redivivo habitante de la Sodoma que el Señor destruyó para el bien de los hombres. Y tenemos además una ley eufemísticamente titulada de “embarazos incompatibles con la vida” que no es más que una retorcida forma de designar al aborto e infanticidio de las criaturas con problemas de formación. Como nada puede faltar, ya está en trámite la legalización del consumo de la marihuana y de otras drogas aduciendo fines terapéuticos… y recreativos. Y ahora, cuando creíamos que nada más perverso podría pergeñarse, vemos que este esfuerzo legalista ha sido llevado a una expresión inaudita con la pretensión de legalizar los cortes de ruta. Proyecto éste delegado en el viejo guerrillero para que institucionalice a los neosubversivos devenidos en piqueteros. Es que el tirano, como enseña el Doctor Angélico en su “De Regimine”, “siembra discordias entre ellos (los súbditos), fomenta divisiones, y prohibe todo aquello que pueda promover un pacto entre los hombres…” Así las cosas y siguiendo los rastros de este orden invertido, podemos decir que hoy la autoridad política tiene como causa formal el desorden, con el objeto de la obtención definitiva del mal de todos y a partir del modelo de un orden jurídico ignominioso.

A esta altura huelga decir que estas normas jurídicas son objetivamente malas y representan un acto de violencia que propende a la desintegración definitiva del oren social patrio. E igual de obvio resulta señalar que ante tal estado de cosas los fieles tenemos que oponer el deber del proverbial ius resistendi que hoy más que nunca nos asiste.

El Padre Castellani nos ha enseñado que existen dos “progresos”, paralelos pero invisibles. Progresa el bien y “progresa” el mal. A cada paso uno y otro se hacen más interiores, más conscientes. Lo que otrora nos sonaba perverso, ahora parece un juego de niños. Y esto es lo que hoy, por gracia de Dios, tenemos la misión de denunciar y anunciar.

Sabrá disculpar el lector el horrísono cuadro que venimos pintando. Pero, a modo de cierre, permítasenos la impertinencia de la apostilla de un pequeño episodio familiar. Mientras esto escribo se acerca mi hijo de apenas cinco primaveras y me enseña un dibujo en el que con infantiles trazos se cruzan capillas y enseñas patrias y pienso, atento a la mirada de mi vástago, que esos son los ojos mejores para mirar la patria de los que nos hablaba Lugones.

Sebastián Sánchez

viernes, 25 de junio de 2010

Toma de posición

BODAS DE INFIERNO


- I -

En 1967, un par de gemelos univitelinos, varones ambos, fueron llevados al Hospital de Winnipeg, Canadá, cuando tenían ocho meses de edad. El propósito de esa visita —corregir una fimosis en los niños— terminó en un drama altamente ejemplificador.

Uno de los gemelos, como consecuencia de una falla técnica en el electro bisturí, acabó con su órgano sexual destruido.

Ante la comprensible desesperación, los padres acudieron al Dr. John Money, entonces un afamado psicólogo neozelandés del Hospital John Hopkins de Baltimore. Money era el director de una clínica especializada en trastornos sexuales y, lo que es más importante, era uno de los principales mentores y promotores de la teoría del género. Su teoría —la misma que prevalece hoy— es que la sexualidad no depende del orden natural sino que se construye y se elige.

Tenía Money la triste pero fabulosa ocasión de probar su postura, pues nunca antes había caído en sus manos un caso así. Alguien nacido varón con un testigo casi clonado, su hermano gemelo, de que genéticamente pertenecía al sexo masculino. El mundo científico quedó expectante del caso. Lo mismo se diga del “lobby gay”, siempre presuroso por contar con la ciencia para justificar sus perversiones.

El niño fue castrado, se le practicaron las primeras intervenciones para dotarlo de un órgano sexual femenino y comenzó a ser criado como mujer. Sin embargo, su rechazo por la figura de Money, que supervisaba la horrible mutación, fue siempre total y en aumento. Igualmente sucedió con la familia del niño, cuyos padecimientos psicológicos, morales y espirituales causaron gravísimas perturbaciones.

En mayo de 1978, entrando el niño en la pubertad, Money intentó una nueva intervencion quirúrgica, para la que había estado preparando artificialmente el cuerpo del paciente mediante la ingesta de determinadas drogas. A la par que, en cada foro científico del que participaba, exhibía su caso como trofeo del éxito de su perspectiva del género.

El niño se resistió por la fuerza a ser operado. Todo en su ser, en su naturaleza, sentía un inmenso rechazo por lo que le estaban haciendo. Apareció entonces, providencialmente, la Dra. Mckenty, quien no sólo se puso del lado del niño, sino que le planteó a sus padres la urgente necesidad de que le contaran su verdadera historia, hasta entonces desconocida por la víctima.

Conocida la verdad, no sin sobresaltos, como se comprende, el niño decidió reasumir la identidad masculina que le había sido criminalmente negada. Se bautizó y eligió el significativo nombre de David, en alusión a su lucha desigual y solitaria contra el enorme mal que lo acosaba.

Un equipo de la BBC de Londres siguió el caso de cerca con serios enjuiciamientos de la inconducta del Dr. Money, cuya mendacidad e inescrupulosidad fueron quedando en evidencia. Mucho tuvo que ver en este desenmascaramiento del degenerado sexólogo, la presencia del Dr. Milton Diamond, quien comprendió —por sentido común y por su propia ciencia médica— que se estaba ante una aberración.

David encaró del mejor modo posible la ardua pero gozosa tarea de reconstituir la natura que le habían negado. Profundamente religioso, le pidió a Dios la gracia de poder ser un buen padre y un buen esposo. Ayudado en el legítimo empeño por su familia, y de un modo muy especial por su hermano gemelo, el 22 de septiembre de 1990, a los 23 años, contrajo matrimonio con Jane, una joven de 25 años, en una iglesia de Winnipeg.

Dio un paso más. Decidido a refutar testimonialmente la criminal perspectiva del género, y siempre con el respaldo de su familia, se puso en contacto con el escritor John Colapinto, a efectos de que su historia fuera conocida por todos. El resultado fue el libro “As nature made him. The boy who was raised as a girl”, New York, Harper Colins, 2001, de 289 páginas.

El drama y la reacción heroica de David Reiner —cuya historia hoy puede seguirse pormenorizadamente en varios sitios de internet— sólo permiten extraer un par de conclusiones rotundas, y todas ellas sustentadas en ese inapelable veredicto de la empiria y de las ciencias duras, que suelen ser las únicas creencias de los progresistas promotores del homosexualismo.

-Existe el orden natural. Su negación es demencia, malicia, ceguera ideológica o todo ello combinado. La naturaleza es siempre la naturaleza, y aunque se la expulse por la fuerza, también por la fuerza sabe volver por sus fueros, porque es inderogable. Fue Horacio, un poeta pagano del siglo primero antes de Cristo, quien supo decirlo taxativamente: “Expulsa a la naturaleza a golpes de horca; ella, porfiada, retornará, e indomable, sin que tú lo sientas, destruirá los hábitos desdeñosos” (“Epístolas”, I, 10, v. 24-25).

— La perspectiva del género es una vulgar mistificación, para encubrir con ropajes pseudocientíficos lo que no puede llamarse sino como siempre se llamó: antinaturaleza. No existen sino dos sexos, y si hoy se pueden “construir” otros, como se pueden construir otras “familias”, ello no prueba que el “constructo sociocultural” sea válido o deseable, prueba únicamente el grado de descomposición al que se ha llegado. Las nuevas alternativas “nupciales” o parentales, no demuestran los beneficios del relativismo ético. Diagnostican el triunfo de la consigna leninista: la putrefacción es el laboratorio de la vida. Si el engendro de Frankestein, en vez de permitirnos deducir que es aborrecible el amontonamiento de carnes para dar vida a una realidad monstruosa, nos lleva a sostener la licitud y la posibilidad de una antropología frankesteiniana, pues entonces habrá que prever para los "constructores" de la nueva humanidad relativista, el mismo destino que soportó el mítico creador de aquel monstruo horripilante.

- II -

Pero más allá del mortificante caso de David Reiner -que paradójicamente no esgrimen nunca los que apelan al emocionalismo para justificar las coyundas invertidas- hay otras conclusiones que queremos dejar asentadas, sin ánimo de exhaustividad.

1.- Los argumentos en pro del matrimonio contranatura —amén de pecar todos ellos contra la estructura lógica del pensamiento— poseen el común denominador de la hipocresía. De una hipocresía mucho peor de la que los homosexuales atribuyen como un tópico a la sociedad tradicional que los “condena y victimiza”. Algo similar al fariseísmo que denunciaba Chesterton en “La superstición del divorcio”, cuando decía que los divorcistas no creen en el matrimonio, pero a la vez creen tanto que desean poder casarse una infinidad de veces.

Si los homosexuales fueran coherentes e inteligentes, no deberían haber reclamado jamás el matrimonio. Lo que condice con sus prácticas y con sus ideas es el apareamiento transitorio, sucesivo o simultáneo, hedonista y soluble, sin vestigio alguno del institucionalismo burgués. El matrimonio, en cambio, es una institución de Orden Natural, anclado en aquellas categorías tradicionales que los mismos sodomitas dicen rechazar. Pedir matrimonio homosexual es pedir anarquía ordenada, caos conservador, delito virtuoso, desgobierno gobernado y subversión subordinada a la autoridad instituida. No piden matrimonio los homosexuales porque crean en él. Lo piden porque lo odian y porque saben que, asumiéndolo ellos, es el modo más vil de destruirlo.

2.- Las respuestas que suelen darse al conjunto de argumentaciones homosexuales, no suelen ser satisfactorias, incluyendo, en primer lugar, la de la mayoría de los obispos. Y esto no únicamente porque se quedan en el plano del derecho positivo, sino porque no se atreven a enfrentarse con los sodomitas, empezando por acusarlos pública y enfáticamente de falsarios y de mentirosos contumaces, como acabamos de hacerlo.

La prédica insana a favor de la indiscriminación, del igualitarismo, de la solidaridad, de la cultura del encuentro, y otras tantas naderías que ellos mismos han inculcado entre los fieles, les impide ahora reconocer en este proyecto homosexual la acción de un enemigo declarado y contumaz de la Verdad. Porque hablemos claro; no estamos aquí ante un caso desgarrador de una o más personas con tendencias e inclinaciones desordenadas que bregan por enderezarse y que, en ese caso, merecerían nuestra conmiseración, ayuda y respeto. Estamos ante una explícita embestida de la Internacional del Vicio contra el Orden Natural y el Orden Sobrenatural, movida prioritariamente por odio a Dios. “No a Dios. Ateísmo es libertad”, levantaron como consigna los homosexuales, reunidos sacrílegamente en la Plaza de San Pedro, el 1º de agosto de 2003.

Esta parálisis frente a los depravados, esta incapacidad para llamarlos por sus verdaderos nombres, debilita todas las respuestas. Se repite hasta la saciedad, por ejemplo, que no se trata de estar en contra de la noble igualdad, de la sacra indiscriminación y de los derechos humanos. Cuando es exactamante al revés. No somos iguales que los protervos. No hay forma alguna de igualar el bien con el mal. El pecado no puede tener ningún derecho ni convertirse en ley, y siempre será acertado discriminar justísimamente, para que nadie se atreva a llamar matrimonio a su caricatura agraviante y soez. Ningún respeto nos merecen quienes bregan por la contranaturaleza. Llegue para ellos, contrariamente, la manifestación clara de nuestro repudio, de nuestro desprecio y de nuestra mayor repugnancia.

3.- La existencia del Orden Natural no está sujeta a la opinión de las mayorías, ni a las discusiones parlamentarias, ni a las tramoyas sufragistas. Es un error seguir el juego democrático, que hoy instala como tema dominante el “matrimonio” sodomítico y mañana las coyundas con animales o con cadáveres. Es el error de las reacciones de quienes están insertos en el sistema, y creen en él. Entonces nos convierten en sujetos dependientes de las maquinaciones enemigas. Hoy nos obligan a discutir si se pueden casar dos hombres. Mañana si se puede seguir creyendo en Dios.

La democracia es una forma ilegítima de gobierno. Es, en rigor, la contranaturaleza llevada a la política. Y tanta es la perversión ingénita que la caracteriza que ahora puede votar a favor de una aberración moral o determinar, por el cuántico procedimiento de la mitad más uno que, a partir de este momento, les asiste a dos seres disolutos el derecho de casarse y de adoptar hijos.

Nuestra respuesta no puede ser la de demostrar que los homosexuales son una minoría. Ni la de fabricar mayorías postizas, aglomerando a los católicos con las histriónicas sectas evangelistas o con los truhanes del protestantismo. Tampoco la de pedirle a los indignos senadores que tengan a bien recapacitar y no legalicen el amancebamiento de los emponzoñados.

Nuestra respuesta consistirá en señalar la ilevantable culpabilidad histórica que le cabe a la democracia por permitir el agravio más infame a la famiia argentina que se haya pergeñado hasta hoy. ¡Malditos sean los tres poderes políticos, sus miembros y la partidocracia que los prohíja, malditos sean los Kirchner y sus secuaces, oficialistas y opositores en tropel, toda vez que del rejunte de sus actos inicuos se ha seguido la profanación del verdadero hogar! ¡Malditos sean ante Dios, ante la Historia y ante las generaciones pasadas, presentes y futuras de patriotas honrados! Todo cuanto legisle este régimen ominoso lleva el sello de la insanable nulidad e ilicitud. Se pueda o no enmendar mañana el insensato estropicio de esta tiranía, todo católico y argentino bien nacido está obligado a rebelarse activamente contra la ley injusta.

Aclarémoslo una vez más de la mano de Aristóteles. El que pregunta si la nieve es blanca no merece respuesta. Merece un castigo porque ha perdido el sentido de lo obvio. Merece la reacción punitiva porque ha degradado a sabiendas el sentido común. Merece la trompeadura justiciera por tergiversar adrede el significado de las palabras, sabiendo que al hacerlo, está ofendiendo al mismísimo Verbo de Dios. Por eso, ante la guerra semántica, que adultera los significados, veja el logos, calumnia los nombres y desacraliza la palabra, nosotros no tenemos nada que debatir. Que debatan los opinólogos de la democracia. Cuando se ofende a Dios y a su Divina Ley, la discusión es algo en lo que no creemos; y lo que creemos no está sujeto a discusión. Apliquemos al caso, nuevamente, las enseñanzas de San Jerónimo citadas por el Aquinate (“Suma Teológica”, IIIª parte, cuestión 16, art. 8, r): “con los herejes no debemos tener en común ni siquiera las palabras, para que no dé la impresión de que favorecemos su error”.

4.- El demonio es el gran negador del misterio nupcial, recuerda y resume magistralmente Alberto Caturelli en su obra “Dos, una sola carne”. “El demonio odió (y odia) a Dios en el hombre porque es imagen del Verbo y, desde el principio odia al hombre. Si el hombre es varón-varona, y la sexualidad pertenece a la imagen; si la uni-dualidad logra su plenitud en la unión conyugal, el demonio quiere, desde el principio, la desunión y la muerte del amor conyugal. Después de la Redención, odiará inconmensurablemente más el misterio nupcial por ser copia de la unión esponsal del Verbo Encarnado y la Iglesia. Desde el principio, el demonio odia la unión conyugal: él será el gran Negador, el gran Homicida y el gran Separador”.

Y por eso, concluye Caturelli, que en “la red del odio teológico [contra la familia] que cubre el mundo”, la homosexualidad reclamante de “matrimonios” e “hijos” cumple “un ritual tenebroso de profanación de lo sagrado”. “Los acoplamientos homosexuales en todas sus formas no son ni pueden ser jamás «uniones»: constituyen una agresión gravísima al orden natural y una profanación nefanda del cuerpo humano como tal y del misterio nupcial”.

He aquí el fondo último de la cuestión que hoy nos estremece y consterna. El fondo teológico, religioso y metafísico. Esta propuesta del matrimonio homosexual no es otra cosa, no puede serlo, más que una expresión demoníaca en el sentido más estricto, ajustado y pertinente de la palabra. Va de suyo que si los católicos y sus pastores no se atreven a llamar mentirosos, depravados y pecadores a los militantes de la homosexualidad, mucho menos se atreverán a llamarlos demonios. Pero eso es lo que son, guste o disguste, y tengan estas líneas el alcance que tuvieran.

Nacimos en La Argentina. Tierra de varones y de mujeres dignos. Tierra de antepasados viriles; de esposas, madres, hermanos, viudas, padres, cada quien cumpliendo su vocación de hombre y de mujer, asignada por el Autor de la naturaleza. Cada quien aceptando gozosamente su identidad, sus límites, su necesidad de ayuda y de complemento, de amor y de comprensión recíproca.

Nacimos en La Argentina. Una nación con cálido nombre femenino, masculinamente fecundada y labrada a lo largo de los siglos.

Nacimos en La Argentina. No queremos morir en Sodoma. Queremos, como DIOS manda, defender en la PATRIA el verdadero HOGAR.

Antonio Caponnetto

miércoles, 23 de junio de 2010

Personajes

DE NARVÁEZ, EL IZQUIERDOSO

¡Singular amistad la mía! Puedo afirmar rotundamente que,
en las nueve décimas partes, se componía de inquina.

F. Dostoyevski

En algún momento sospechamos que el hombre ensayaba diferenciarse de la izquierda “progresista”.

Tal vez inquieto por nuestro equívoco, ayer por la tarde, el mismo salió a desmentirnos y de paso, aprovechó para “agraviar” a su socio, o amigo, o ex socio Macri, llamándolo “bipolar y derechoso”.

Con lo que la cosa quedó aclarada. A medias.

Sabemos lo que De Narváez no quiere ser, de derecha. Y en realidad hasta lo entendemos, no quiere, ni tampoco puede, ser de derechas.

Y está bien, el hombre es lo suficientemente rico, como para jugar al socialista, o peronista de izquierda o revolucionario o como quiera que se llamen.

Sin dudas en estas cuestiones de enormes fortunas, parecería que lo políticamente correcto consiste en definirse como “progresista”. Y la cosa suena, o nos parece, como una disculpa, disculpa más bien cursi; seguramente innecesaria o en cualquier caso como buscando a través del nombre aprovecharse del éxito y el bienestar que el comunismo aportó al mundo en el siglo XX y lo que va del XXI…

Por otra parte manipulando adecuadamente los expresiones, peronismo de izquierda, derechos humanos y progresismo, se adquiere la tranquilidad de andar en algo así como un todo terreno de la partidocracia; no son sino esas fórmulas anodinas y abusivas con que los representantes del pueblo hacen aún más insignificante y menos creíble su propuesta.

Se anota de esta manera por derecho y dinero propios en la línea de los magnates “izquierdosos” del país; de los K, de los Moyano, de Constantini (quien hace unos años, al comienzo del desastre K., afirmaba que el socialismo le viene bien al país), de los Recalde, de Magneto, de Cavallieri, de Heller, de los Macri… etc.

Queda claro el primer punto, sabemos que ser de derecha es algo más que tener guita. En ese derechoso sentido, hay quienes hablan muy alto y muy claro del amor a Dios y a la patria, del honor, de la soberanía, del bien común, de la historia verdadera y de sus héroes, de una fe, una tradición, una lengua y un amor y un destino comunes. Y créame don De Narváez, por esos rumbos, no lo veo…

Pero casi enseguida salió a pedir disculpas, por haber “agraviado” a Macri calificándolo de “derechoso”. Con lo que enturbió un poco más las aguas.

Que el tipo parece bastante confundido debemos admitirlo. No hay duda que no es a Macri a quien debe dirigir sus disculpas, sino a nosotros, los de derecha. Ha entremetido en nuestras filas, un ariete de reluciente tilinguería intelectual y política. Por lo menos lo ha intentado.

Aunque difícilmente podría penetrar la derecha con tal aparato, y no porque no haya habido en nuestras filas exponentes casi tan deplorables, sino porque hace ya tiempo hemos aprendido que solo con plata, aunque fuera mucha, no se puede comprar lo que no se posee.

Respecto al otro componente de la disculpa tiene que ver con la supuesta bipolaridad del destinatario; en este sentido de Narváez ha declarado lamentar profundamente sus palabras de hace un rato y por el contrario manifiesta apreciar en Macri un único y claro y definido y unipolar perfil político.

Bien dicho. Sí señor.

Por lo menos deberíamos agradecerle la franqueza; tal vez el que tendrá menos que agradecerle será el país que, —a tenor de sus palabras— también con De Narváez y su amigo, continuará peregrinando los interminables abismos del progresismo “izquierdoso”, con sus destrucciones absurdas, sus odios desorbitados y sus mentiras.

Miguel De Lorenzo

lunes, 21 de junio de 2010

Literarias

YO PLAGIO, TÚ PLAGIAS…

Si el lector quiere encontrar una diversión sencilla y barata, le vamos a aconsejar una experiencia. Por unos pocos pesos compre la edición de “Sobre héroes y tumbas” de Ernesto Sábato y ábrala en la página 185. Ponga entonces al lado el tomo de Leonardo Castellani de la “Biblioteca del pensamiento nacionalista”, abierto en la página 194. Encontrará el capítulo “Los grandes literatos perciben el fenómeno de lo demoníaco”.

¿Listo? Ahora comience a leer el libro de Sábato. Verá que habla allí un sacerdote, Rinaldini, que es figura literaria de Castellani. Conversa con el protagonista de la novela sobre Borges y dice: “Lo que no tolero son sus divertimentos filosóficos, aunque sería mejor decir seudofilosóficos. Es un escritor ingenioso, seudificador. O, como dicen los ingleses, sofisticado”.

Busque entonces en el artículo de Castellani y encontrará este plagio: “El análisis de cualquiera de los divertimentos filosóficos de Borges…” al que describe, unas líneas más arriba, como “un escritor ingenioso, verbalista y pseudificador; o, como dicen los ingleses, sofisticado”.

Más adelante, Sábado escribe que, en “La biblioteca de Babel”, Borges “sofistica con el concepto de infinito, que confunde con el de indefinido. Una distinción elemental, está en cualquier tratadito desde hace veinticinco siglos”. Y en Castellani encontramos que en “La Biblioteca de Babel” Borges “sofistica con el concepto de infinito que confunde con indefinido… Es esta una distinción elemental que está en todos los manuales desde hace veinticinco siglos”.

Y así se puede continuar con este entretenido cotejo, muy apto para una mañana de frío, ya que estamos en temporada invernal. Hay cinco o seis largos párrafos casi idénticos en uno y otro libro. Y como el libro de Sábato es de 1961 y el de Castellani de 1976… Y como es notorio que Castellani no sabía nada de filosofía y Sábato mucho…

¿A ver? Ah, aquí aparece un pequeño detalle: el mismo libro de Castellani nos remite a un artículo publicado en “Dinámica Social” en abril de 1956, cinco años antes de la aparición de “Sobre héroes y tumbas”. Entonces, el que plagió…

Aníbal D'Ángelo Rodríguez

domingo, 20 de junio de 2010

Sermones y homilías

CUARTO DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Duc in altum et laxate retia in capturam... Rema mar adentro... dirígete hacia aguas profundas... y echa las redes para pescar...

He aquí, manifestada por estas pocas palabras, la vocación de San Pedro.

Rema mar adentro... Lanza las redes... De hoy en adelante serás pescador de hombres...

Duc in altum... dirígete hacia aguas profundas... ¡Cuántas veces nosotros, de una o de otra manera, hemos escuchado esas mismas palabras! Y no sólo los sacerdotes, sino también ustedes, padres y madres de familia; ustedes, jóvenes...

Duc in altum, nos dijo Nuestro Señor al llamarnos a la vocación sacerdotal...

Rema mar adentro, les dijo Nuestro Señor, les dice aún ahora, a ustedes, padres y madres, al pedirles que formen un hogar cristiano...

Dirígete hacia aguas profundas, les dice Jesús a ustedes, jóvenes de ambos sexos, muchachos y chicas, al pedirles que se preparen seriamente para asumir las responsabilidades que pronto recaerán sobre sus vidas...

Sí, Duc in altum, nos dijo Jesucristo al invitarnos a formar parte de sus discípulos y apóstoles; y aún hoy continúa con su exhortación cuando la realidad del apostolado, con sus dificultades internas y externas, ha reemplazado las ilusiones de nuestros años de Seminario.

Sí, Rema mar adentro, les dice Jesús a ustedes, padres y madres, al pedirles que se guarden mutua fidelidad y respeto; al exigirles que reciban y no impidan venir al mundo los hijos que Él quiere mandarles; al reclamarles que eduquen cristianamente, con la doctrina y la moral católicas, los hijos que ya les concedió y los que aún desea confiarles; al mendigarles que hagan de su hogar una barrera infranqueable contra esta avalancha de secularización, de profanación, de descristianización... ¡Y todo esto incluso hoy!, en medio de una sociedad infiel, adúltera, divorcista, abortera... y, además, para peor de males, cuando las fantasías de la juventud y del noviazgo han desaparecido ante la dura realidad de dos temperamentos y caracteres que no congenian del todo y, sin embargo están llamados a ser, no ya dos, sino una sola carne; lo cual implica, con mayor razón, un solo corazón y una sola alma, es decir, unos mismos ideales, idénticos deseos...

Sí, Dirígete hacia aguas profundas, les dice Jesús a ustedes, muchachos y chicas, al pedirles que asuman con seriedad la tarea de formarse para ser hombres y mujeres de temple, capaces de encarar la vida, sea de familia, sea religiosa, con ardor de cruzados; al exigirles la pureza del cuerpo y del alma; al invitarlos a escalar la montaña de la santidad, abandonando el fango de la mediocridad y de la comodidad; al exhortarlos a buscar el verdadero ideal y a tener grandes deseos, magnanimidad, y rechacen, por lo mismo, los dictámenes del mundo, de la moda, de las ideas efímeras... ¡Y todo esto hoy!, inmersos como están, queridos muchachos y chicas, en un mundo corrompido y corruptor, que hace de lo degradante un honor y que vitupera todo lo noble, todo lo puro y todo lo elevado...


¡Cuántas veces hemos escuchado todos nosotros, de una o de otra manera, esa apremiante invitación!: Rema mar adentro y arroja las redes...

Rema hacia aguas profundas..., dirígete a las aguas claras, frescas, puras, sanas y saludables... Apártate del fango de la orilla, de las aguas estancadas, tibias, impuras e insalubres...

Duc in altum... significa o se traduce por grandes deseos, ideales nobles y elevados...

¿Y cuál fue la respuesta de San Pedro? Tratemos primero de imaginar la escena: los discípulos habían pasado toda la noche en el mar infructuosamente; estaban cansados físicamente, pero especialmente estaban desanimados, con desgano y hasta tedio; consideraban inútil una nueva incursión con la intención de pescar...

Si Nuestro Señor les hubiese sugerido ir a dar un paseo en su barca, pasar toda la tarde juntos contemplando el mar y entreteniéndose en conversaciones espirituales y amistosas..., vaya; pero, ¿lanzar nuevamente las redes?...

¿Qué respondió San Pedro? Maestro, toda la noche hemos estado trabajando y no hemos pescado nada. Seguramente habrá agregado: Estamos cansados, y es de noche y no de día cuando se ha de pescar. A pesar de todo, agregó: No obstante, fiado en tu palabra, lanzaré las redes...

Midamos toda la profundidad, calculemos toda la fuerza, ponderemos todo el peso de esas palabras: fiado en tu palabra, lanzaré las redes... ¡Cómo calan profundamente en nuestra alma! ¡Qué dulce presión ejercen sobre nuestro corazón! ¡Cómo descarga su peso el lastre de nuestra pusilanimidad y nos elevan por la magnanimidad!

San Pedro conocía bien su oficio..., sabía que, humanamente hablando, era inútil aventurarse nuevamente hacia alta mar y lanzar las redes...; pero también conocía a Nuestro Señor y por eso, en su Nombre, confiado en su palabra que no se engaña ni engaña, se dirigió mar adentro y echó las redes para pescar...

De la misma manera, ¡cuántas veces pensamos nosotros, y estamos seguros, y tenemos razón, de que, humanamente hablando, algo es difícil, inútil y hasta imposible!

Pero, ¡cuán pocas son las ocasiones en que reaccionamos sobrenaturalmente y, confiados en su palabra, apoyados en la acción divina de Nuestro Señor, emprendemos lo que Él nos pide y que a nosotros nos parece un disparate!

¡Qué escasas son las oportunidades en las que en nuestra vida sacerdotal, matrimonial, familiar, laboral, social, de estudio, de recreación..., en nuestra vida de adultos o de jóvenes, confiamos en Jesucristo, confiamos en su palabra y, contra toda esperanza, contra todo cálculo humano, remamos mar adentro y lanzamos las redes!


Cuando llega el momento de conducir nuestras vidas hacia alta mar, cuando después de días y años de trabajo infructuoso el Señor insiste una vez más, cuando las dificultades aprietan y los hombros son débiles para cargar la Cruz..., preferimos la orilla, la playa; la seguridad que ofrece la tierra firme, sí; pero que implica la tibieza, el fango, la suciedad de la ribera...

En la vida familiar, por ejemplo, si Dios me impone una nueva carga, en la cual no pensaba; si me exige un nuevo embarazo con todas sus complicaciones; si el cónyuge elegido porque había visto en él o en ella los designios de Dios, ya no me parece la ayuda ideal para santificarme; si a pesar de todos los esfuerzos, los hijos no se comportan como yo había soñado; si el dinero no alcanza; si la escuela de los chicos; si...

En el noviazgo, en el estudio, en la profesión, en el trabajo, en las diversiones, en las vacaciones....

En la crisis de la Iglesia y en las obligaciones que impone el ideal tradicionalista...

¿Por qué esa tristeza en tantos corazones de cristianos? ¿Por qué ese buscar perenne y anhelante de la dicha fuera de nuestra religión, teniéndola tan abundante dentro? ¿Por qué ese perpetuo quejarse y ese constante querer ser lo que no se es, estar donde no se está y tener lo que no se tiene?

Que cada uno conteste con sinceridad en su corazón: ¿soy feliz? ¿encuentro la alegría y la paz siendo católico y sometiéndome a la doctrina católica y, especialmente, a su moral? ¿acepto lo que soy, el lugar y lo que tengo por ser católico?

¡Andamos tan desasosegados, tan agitados, tan tristes, tan destemplados de genio, con tantas inquietudes y miedos!

¡Nos faltan tanto la paz y la alegría!..., ¡cuando en realidad tenemos mil motivos para vivir alegres y sin inquietudes!

¿Por qué, pues, esa tristeza de cara y de corazón de tantos católicos? ¿Por qué ese tenerse muchos de ellos por desgraciados, y desubicados?

La respuesta está en que no se aceptan los cómo, los cuándo, los dónde, los con quién y los hasta cuándo de la divina voluntad sobre nosotros.

¡Qué pequeños y mezquinos son nuestros deseos! ¡Qué bajos y mediocres son nuestros ideales! Y ¿por qué? Porque discutimos el cómo, el cuándo, el dónde, el con quién, el hasta cuándo de la voluntad de Jesús...

El secreto de nuestra felicidad está en el reconocimiento de la voluntad de Jesús sobre cada uno; en la aceptación sin reservas y en el abandono sin condiciones en esa voluntad.

Debemos decir sí, el sí de nuestro reconocimiento, de nuestra aceptación y de nuestro abandono ante todos los cómo, dónde, cuándo, con quién y hasta cuándo de Jesús...

¡Cómo contrarían nuestra voluntad esos cómo...!

¡Cómo hieren nuestro amor propio esos dónde...!

¡Cómo se oponen a nuestro criterio humano esos cuándo...!

¡Cómo molestan a nuestra mediocridad esos con quién...!

¡Cómo chocan contra nuestro temor esos hasta cuándo...!

Y sin embargo, Jesús tiene todo el derecho de mandar lo que quiere, cómo quiere, cuándo quiere, dónde quiere, con quién quiere y hasta cuándo quiera...

El tiene todo el derecho de decirnos duc in altum sin consultar ni tener en cuenta nuestra voluntad, nuestros criterios, nuestro amor propio, nuestra mediocridad, nuestra tibieza, nuestros temores...

Jesús tiene derecho a mandar a uno que le sirva ganando batallas y fortalezas, y al otro perdiéndolas. Tiene derecho a presentar a uno de una sola vez todo el camino que ha de recorrer en su vida, y descubrir al otro sólo el palmo de tierra donde ha de dar el paso inmediato. Tiene derecho de honrar con ignominias, elevar con abatimientos, enriquecer con escaseces, inundar de gozo hartando de hiel...

Pues, si es así, ¿qué tanto escudriñar, discutir, lamentar, protestar, huir los cómo, dónde, cuándo, con quién y hasta cuándo de los divinos designios de Jesús? ¿No nos damos cuenta que en ese buscar lo nuestro, lo que nosotros creemos nuestro bien, tratamos de demostrar a Jesús que sabemos mejor que Él lo que nos conviene...?

No nos cansemos, pobres ignorantes, no nos cansemos en buscar la paz y la alegría por esos senderos... ¡Ahí no está! Y si nos empeñamos en ello, estaremos condenados a inquietud perpetua.

Debemos abandonarnos a la divina voluntad sin reparos; y cuando el amor propio, el gran ladrón de la paz y de la alegría, nos pida cuenta o razón, no le demos más que ésta: porque Jesús me dijo duc in altum.


Santa Teresita del Niño Jesús había comprendido bien todo esto. Ella pudo decir:

“Me había ofrecido al Niño Jesús para ser su juguetito. Le había dicho que no me tratase como un juguete caro que los niños se contentan con mirar sin atreverse a tocarlo, sino como a una pelotita sin ningún valor a la que Él podía tirar al suelo, golpear con el pie, agujerear, abandonar en un rincón, o bien estrechar contra su Corazón, si le venía en gana. En una palabra, yo quería divertir al pequeño Jesús, complacerle, entregarme a sus caprichos infantiles... Él había escuchado mi oración... Jesús agujereó a su juguetito. Quería ver lo que había dentro; y después de haberlo visto, satisfecho de su descubrimiento, dejó caer al suelo a su pelotita y se quedó dormido... En cuanto a la pelotita, ya comprenderéis cuán triste se sentiría al verse tirada por el suelo... Sin embargo, no cesé de esperar contra toda esperanza...”


Tiempo después compuso esta oración: “¡Oh, Niñito Jesús, mi único tesoro!, me abandono a tus divinos caprichos. No quiero otra alegría que la de hacerte sonreír...”


Y si hiciéramos así, si nos sometiésemos a los divinos caprichitos de Jesús, si contra toda esperanza remásemos mar adentro y lanzásemos las redes, ¡cuántas serían las oportunidades en las cuales, rendidos por la evidencia, vencidos por el milagro, tendríamos que caer a los pies del Señor, como San Pedro, diciéndole: ¡Apártate... apártate de mí, porque soy un pobre pecador!... ¡Apártate!, porque no merezco el milagro de tu gracia, ni los milagros de tu misericordia y tu bondad.


¿Acaso no lo hemos ya experimentado? ¿Acaso no deseamos volver a hacer la prueba? ¿No queremos, una vez más, remar hacia aguas profundas y lanzar las redes para pescar milagrosamente?


Termino aquí, para que cada uno responda en el silencio de la meditación y en el fondo de su corazón a estas respuestas.


Para ayudarnos, les recuerdo una oración que algunos de ustedes deben conocer:

Dame, Dios mío, lo que te queda.

Dame lo que jamás se te pide.

No te pido reposo, ni tranquilidad,


ni la del alma, ni la del cuerpo.

No te pido la riqueza, ni el éxito, ni la salud.

Tantos te piden esto, Dios mío, que ya no debes tenerlo.


Dame, Dios mío, lo que te queda.


Dame lo que se te rechaza.


Quiero la inseguridad y la inquietud,


quiero la tormenta y la lucha.


Que Tú me lo des, Dios mío, definitivamente;


que yo esté seguro de tenerlo siempre;


porque no siempre tendré el coraje de pedírtelo.


Dame, Dios mío, lo que te queda.


Dame lo que otros no quieren.


Pero, dame también el coraje, la fortaleza y la fe.

Sí, rememos mar adentro; y cuando estemos en alta mar, incluso si el corazón sufre y el pulso tiembla, respiremos el aire puro y fresco; y nuestras almas se sentirán dichosas de saber que es en Nombre de Jesús y para Él que lanzamos las redes...

Duc in altum!
Un Sacerdote Fiel

viernes, 18 de junio de 2010

Vidas execrables


AYUDAMEMORIA:
RODOLFO JORGE WALSH

— Importante cabecilla de FAP y Montoneros, sucesivamente, y padre de otra terrorista: María Victoria, quien se suicidó al verse cercada en un operativo militar del 29 de septiembre de 1976.

— Autor, entre otros, de “Variaciones en Rojo” y “Crónicas de Cuba”, plena confesión de ideario marxista.

— Agente castrista desde 1960, y director —en carácter de tal— de los Servicios Especiales de Prensa Latina.

— Miembro del Comando “Héroes de la Resistencia Domingo Blajakis”, cuyo nombre alude a uno de los homicidas de Rosendo García, sobre cuya muerte escribió el clásico “¿Quién mató a Rosendo?”

— Colaborador de Noticias, el diario montonero dirigido por Miguel Ángel Bonasso, quien fuera columnista regular de Tres Puntos.

— Fue autor y/o coautor, intelectual y/o material de innúmeros atentados. En “Confesiones de un montonero”, por ejemplo, su autor Eugenio Méndez lo sindica inequívocamente como partícipe de la voladura del Comedor Policial. Este atentado causó la muerte de 21 inocentes, además de 66 víctimas de quemaduras, mutilaciones y heridas graves.

— Murió en un enfrentamiento que procuraba su captura, en marzo de 1977, y a pesar del carácter público del hecho, fue considerado “desaparecido” durante años.

— Órganos del Estado le han rendido honores oficiales. Por iniciativa de su compañero de militante subversiva, Eduardo Jozami, el entonces legislador logró, en 1994, que la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires homenajeara con su nombre a una plazoleta ubicada en Chile y Perú, declarando “de interés municipal toda su obra literaria y periodística”. La Biblioteca Nacional inauguró una vitrina con sus textos en la Sala Borges, en marzo de 1995, adhiriendo Ernesto Sábato, Mercedes Sosa, Jaime de Nevares, Adolfo Pérez Esquivel y José Octavio Bordón. La precitada plazoleta fue inaugurada con discursos de homenaje del susodicho Jozami, y de quien fuera su brazo derecho y sucesor en los cuadros terroristas de Montoneros, el Sr. Horacio Verbitsky. Pero de este impoluto fiscal de la República nos ocuparemos en otra ocasión.

Adolfo Muschietti Molina

jueves, 17 de junio de 2010

Aniversarios


1821 - 17 de junio - 2008

MARTÍN MIGUEL
DE GÜEMES


“¿No he de alabar la conducta y la virtud de los gauchos? Ellos trabajan personalmente, y no exceptúan ni aún el solo caballo que tienen, cuando los que reportan ventajas de la Revolución no piensan otra cosa que engrosar sus caudales”.

Carta a Manuel Belgrano,
año 1818

miércoles, 16 de junio de 2010

Murales


EL MURO QUE NO CAYÓ

“…pues no hay encierro como la falta de horizonte”
(Leopoldo Lugones)

En numerosas ciudades, distintas naciones celebraron el vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín. En cierto modo sucedió como en 1989, cuando era fácil y contagiosa la alegría de los alemanes que finalmente recuperaban su territorio y la libertad.

Porque aquel paredón de cemento que se derrumbaba había servido, en todo caso, para mostrar que el mundo estaba malamente partido en dos.

En las ceremonias de hace unos meses, pudimos ver a presidentes de todas partes recordando con satisfacción, en nombre de sus países, el fin de un naufragio, que fue fracaso desde el primer minuto de su existencia, naufragio y fracaso escondidos rigurosamente por cómplices y medios occidentales, mentira oculta en el terror, encarnado en el totalitarismo soviético, porque eso era lo que significaban esas piedras cuando en octubre del 1989 rodaban bajo los mazos y los picos.

El festejo fue verdaderamente así, salvo, quizás, en la Argentina oficial, donde la cosa tuvo repercusión cercana a cero. Claro, en cierto modo hasta lo entendemos, si la presidente/a declaró recientemente, durante su entusiasta peregrinar a Cuba, que Fidel es “el mayor estadista vivo de América” es difícil que pueda alegrarse con la llegada de la libertad a los pueblos esclavizados por los soviets.

Mientras tanto y al cabo de casi un siglo de poder absoluto los marxistas, bajaron muros y cortinas y se fueron, así nomás; al dulce paraíso anunciado nadie nunca lo encontró.

Dejaron sembrada aquí y allá desolación y millones de muertos dispersos por el mundo, lo curioso es que a pesar de tantos crímenes, llegados a un punto, sin dar explicaciones y sin rendir cuentas, sin juicios ni tribunales (ni siquiera ¡ante el juez Garzón!), ni a ninguna otra de las justicias globalizadas de la tierra, se hicieron perdiz…

Aunque sería un error creer que humillados por la magnitud y la intensidad de la catástrofe que desataron fueron a ocultarse a una cueva… no, no, ni pensarlo lo que si han hecho es cambiar de ropa, ahora son ¡el progresismo!

El peso de ese pasado tenebroso, que hubiera bastado para destrozar a cualquier otra ideología, para el socialismo no alcanzo. Luego de haber encadenado a la mitad del mundo en aras de la nada siguen imperturbables pidiendo cuentas a los otros, creando tribunales y cárceles ajenas como si recién llegaran de algún cielo inmaculado.

Y sí, claro que la palabra es atractiva porque, ¿cómo no entusiasmarse? con la idea de progreso, uno piensa en el progreso de tantos pueblos consumidos en ignorancias y miserias de todo tipo, en el progreso científico, en el personal, es cierto, la cosa atrae… por otra parte “progresista” es como que distingue al portador, de los otros que en todo caso serían los retrógrados, los estancados en el pasado…

Pero en realidad ¿en que consiste ser progresista? ¿Tiene algo que ver el progresismo marxista con la idea de vivir mejor o ser mejores?

Más allá de las definiciones, los progres que tenemos a la vista nos muestran claramente el camino contrario. Pocas cosas hacen de la vida de los países algo más retro que el progresismo populista. Ateísmo combativo, claudicación de la libertad, pensamiento único, decadencia intelectual y social y económica, pobreza, mentira, saqueo y robo organizado desde el poder.

En su libro “Tierra, Tierra”, Sandor Marai relata cómo la metodología socialista-progresista consistía en cierta creciente asfixia social, manera de afianzar la dominación de los pueblos sometidos. Ahí el escritor húngaro escribe esta línea que con matices de tiempo y circunstancia bien puede repetirse en el nuestro y en unos cuantos países de América: “A ellos (los soviets) no los preocupaba que no los quisieran, solo les preocupaba que no los temiesen”.

Mientras tanto, muerto Dios, la indigencia del hombre contemporáneo subsiste y se acentúa gracias al espejismo amable que lo convierte en el dios de los parias.

El hombre nihilista, el de la carta de la tierra, el “progre”, el grotesco repetidor de una retórica muerta, el de la pachamama, el del pensamiento débil, el del relativismo ético es nada más que, “una cosa entre las cosas”. Y si miramos la iniciativa que en estos días ha tomado el consejo de ministros de la Unión Europea, no podemos dudar que ha hecho propia y hasta sobrepasado la idea de Levy-Strauss, al punto que dispuso prohibir la investigación científica sobre chimpancés gorilas y orangutanes y solo cuando no haya alternativa habrá que solicitar expresamente autorización para trabajos con fines terapéuticos sobre todos los vertebrados, larvas, fetos de mamíferos y calamares.

No podemos dejar de considerar que curiosamente se trata de la misma Unión Europea que —como la ONU— alienta el aborto, la clonación y la “creación” y muerte de embriones humanos para disponer de células madre embrionarias; es decir, han dado un paso más allá en la tesis del francés cuando decidieron que un embrión humano no es siquiera un igual, sino que “es menos, mucho menos, que el de un simio”.

Y claro que iban a llegar a esto, lo había advertido en Estrasburgo Juan Pablo II: “Todas las corrientes de pensamiento del viejo continente tendrían que reflexionar sobre las sombrías perspectivas a las que podría conducir la eliminación de Dios de la vida pública, de Dios como última instancia de la ética y garantía suprema contra todos los abusos del poder del hombre sobre el hombre”.

Es el hombre, señor de lo creado que, por voluntad propia, se convierte en mendigo y después en suicida. Es la pobreza del rico, la más miserable y pobre y harapienta de las pobrezas.

Hay que salir del cerrado calabozo sin paredes en que intentan meter a la humanidad entera. Ahí, el destino no podrá ser menos trágico que el vivido tras la cortina de hierro, por eso hay que triturar cada piedra de este nuevo y extraño muro que según sus propios albañiles esta hecho para proteger al hombre de Algo muy peligroso, que además, no existe…

Miguel De Lorenzo