domingo, 22 de abril de 2012

Llamado a la solidaridad

COMO SE PIDE
   
Estimado Director Profesor Antonio Caponnetto,
   
Últimamente en los medios de comunicación de nuestro país hemos visto noticias sobre familias destruidas por sectas y “gurús”. Hay muchos casos concretos de madres que han perdido completamente el contacto con sus hijos. Juan Contreras perdió a su hijo en la secta Fundación Hastinapura que nació en Argentina en 1981. Existen sectas como las del Maestro Mehir (conocido con el nombre de 'Gurú que Odia a las Mujeres'). Están también los padres del caso de la Sociedad de Estudios Antropológicos MIKAO USUI que se valen del Reiki, o los familiares de las víctimas de la Escuela de Yoga de Buenos Aires. Y está mi caso. Soy una madre viuda de 66 años que ha perdido el amor de su hijo Sebastián en manos de Cienciología ("Scientology"), secta que ha sido denunciada en muchos países; en Rusia prohibieron sus libros por ser extremistas y en Francia fue sencillamente prohibida por ser una 'secta destructiva de la personalidad'. Entonces, ¿qué pasa con nosotros acá en Argentina?
   
La “cienciología” fue importada a nuestro país hace pocos años y yo como muchas otras madres pagamos los resultados de la falta de protección de parte de nuestro gobierno, que nos abandona como víctimas de los delitos sectarios. El delito mayor no deja de ser la triste desgracia para una madre de perder a su hijo. Me lo secuestraron mental y físicamente. Si la muerte de un hijo es casi inimaginable, imagínense lo que es el sentir de una madre, cuyo hijo desaparece. No sabemos cómo ni donde está, si está vivo o muerto. Muy astutamente supieron desarrollar en mi hijo el "Síndrome de Estocolmo". Los psicólogos y psiquiatras en este país deberían especializarse en sectarismo para saber identificar y poder diagnosticar los trastornos mentales que desarrollan los adeptos de una secta. Al no especializarse en el fenómeno sectario ni siquiera saben identificar a una persona que ha sido captada por una secta. Como es habitual en estos casos, mi hijo ha sido desconectado del mundo no afín con la secta, sobre todo conmigo y su familia. Yo, sin apoyo ni protección enfrento el dolor y la tribulación por su pérdida; lo único que puedo hacer constantemente es expresar mi súplica y clamor de justicia. Mi corazón quebrantado gime de dolor y le exclama al mundo una amarga suplica de compasión, ¡Por favor, apiádense de mi corazón de madre; escuchen mi reclamo de justicia! Nadie sabe cómo se me parte el alma; lo terrible que es no saber nada de mi hijo.
     
Las sectas juegan con la mente de los adeptos. Así lo han hecho con mi hijo, Sebastián. Increíblemente le han hecho creer que deseamos su mal y que no nos debe escuchar ni hablar, pues “le odiamos”. Todo es un juego mental, así funciona el 'lavado de cerebro'. 'El fin justifica los medios' es el lema de las sectas, sobre lo cual quedan convencidos los adeptos, creyendo que su secta trae para el mundo la salvación. Pero el real objetivo de una secta es el de seguir ocultando sus crímenes a los mismos adeptos, para poderles utilizar como esclavos, sin derechos. Les enseñan a engañar y a mentir por el bien de la secta y del líder. Se valen de una falsa protección que disfraza su fuerte presión grupal intimidatoria, de castigos y del terrorismo, acompañados por la culpa inducida y mal intencionada.
       
La verdad es que nadie puede amar más a Sebastián de lo que le amo yo, sus hermanos y familia. Sin embargo, han logrado el que nos desprecie y odie, manipulado con las mentiras del captador. Nos han destruido la tranquilidad, la felicidad y el amor familiar. ¡Nada es lo mismo sin él! Su ausencia tan solo produce gran aflicción en mi hogar.
     
Mi clamor es el de una madre llena de dolor, que sabe lo que muchas familias, hijos y padres sufren. ¡Cuánto quisiera volver a abrazar a mi hijo! Y a la vez digo: ¡¿No hay nadie que me socorra ante esto?!
    
¡Perdí a mi hijo, desaparecido! Seguiré luchando por él. A las madres víctimas que estén leyendo este reclamo de justicia, si alguna lee mi súplica, apiádense de mí y apóyenme. Ustedes saben mejor que nadie lo que es perder un hijo. A pesar de la indiferencia de este gobierno, ayúdenme, no me abandonen en la desolación. Si alguien se apiada de mi lamento y por misericordia desea darme la mano y apoyarme, por favor no dejen de escribirme a buscoamihijo@shiftmail.com.
     
Eva Irma Rodríguez de Stinga
     
 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi ayuda es esta : ningun padre tiene poder para guiar hijos, ese es el problema real, que por supuesto con una secta de por medio, peor. Pero, repito, el ser humana no tiene el poder suficiente para encauzar hijos, si para romperse el lomo y darles todo,} pero nada mas. Es una desgracia universal y eterna.
CD

Anónimo dijo...

Eva, estuve en una secta por 20 años y entiendo tu mensaje hasta la saciedad.

Lamentablemente la familia del adepto se convierte en su enemiga. Yo tuve mi experiencia. Como parte de la estrategia de buscar "almas" trabajaba con un plan en la "busqueda de hijos". Si veía a alguien afín, pues trabajaba con ese lograr que entrara al grupo. Los que no mostraban interés inmediatamente los descartaba.

Los miembros de mi familia que no me apoyaban se convertían en enemigos, por lo tanto, se me prohibía acercarme a ellos.

Controlaron mis horas de sueño, mi alimentación, mis horas de tv. Me impusieron una forma de vestir. Solo podía escuchar la musica que ellos grababan (llegaron a inspeccionar algunos vehiculos para confirmar que no tenian otra musica) Hasta modificaron mi vocabulario con palabras desconocidas en este tiempo. Bueno, controlaron mi vida totalmente, veía a mi familia de enemiga y mis "hermanos en la fe" pasaron a ser mi "verdadera familia". Todo era pecado.

Aun así me sentía feliz, pues creía que caminaba hacia mi santidad.

Lamento tu situación. Dios te bendiga