domingo, 22 de septiembre de 2013

Históricas

ESOTERISMO, ESPIONAJE, TRAICIÓN
(El extraño caso de William Pius White)
  
En nota anterior sobre este mismo tema, hicimos referencia al 250º aniversario de las primeras invasiones inglesas y su total fracaso ante la Colonia del Sacramento.
Para quien esto escribe fue una especie de introito ya que Albión, que no deja cuentas sin cobrar, volvió por sus objetivos cuando las circunstancias internacionales le fueron propicias. Ellas se concretaron en dos hechos de armas: Trafalgar (1804) y Austerlitz (1805). Estas dos grandes batallas cumplieron su cometido como torres de babel en el ajedrez mundial británico.
Mediante la primera, Inglaterra quedó dueña de los mares. Con la segunda, Bonaparte concretaba, su predominio total en Europa. “Las Españas donde no se ponía el Sol” con sus Reinos de América unidos a una Francia Jacobina, iniciaba un largo via crucis por la torpe política externa del ambicioso, sin ética, Manuel Godoy, que ocupaba el poder ministerial a través del favoritismo del matrimonio real español. La hegemonía continental napoleónica y la talasocracia imperial británica se enfrentaban. Esta última tenía sus ojos puestos en los Reinos Americanos como futuras y jugosas presas. Y lo consiguieron. Cuando entraba la tercera década del siglo XIX los ricos territorios, infiltrados por los “Hijos de Hiram”, consiguieron ser convertidos en satélites de la City londinense. La excepción fue la Argentina de Rosas y la República Oriental de Manuel Oribe, que resistieron al cañón de Gran Bretaña y Francia.
Llegando a esta parte de nuestra investigación tropezamos con el nombre de William Pius White, parido en Massachusets (Boston, 1770), tierra herética que no habla español y que fue piráticamente engrandecida en setenta años (1778-1848) del océano Atlántico al océano Pacífico con guerras provocadas o maniobras indecentes y matanzas de indios, o recluyendo a los sobrevivientes en brutales campos de concentración como harían sus hijos con los holandeses boers al final de ese siglo.
Decía Aristóteles, que el saber avanza gracias a las sorpresas. Cuando investigábamos, para estudiar las agresiones de la infame Albión tuvimos un encontronazo con el personaje, arriba citado, al cual habíamos visto pasar, pero esta vez pretendimos observarlo de cerca. En 1803 el fariseísmo inglés tenía numerosos espías confidentes y traidores en Buenos Aires, entre ellos al precitado White, norteamericano que con 33 años ya era un poderoso comerciante en contrabandos y tráficos de esclavos. Sus relaciones lo llevaron a intercambiar cartas  con su amigo el Comodoro “Sir” Home Popham un jefe de la Armada británica que había ocupado el cargo de Edecán del Virrey en la India, Conde de Wellesley. Éste, para más datos era hermano del Duque de Wellington, futuro vencedor de Bonaparte en Waterloo. Pero, digresiones de lado, prosigamos con nuestro tema de esoterismo y traición.
El complot que llevaría a Popham a ocupar la capital de nuestro Virreinato tenía data de años jugando siempre importante papel Mr. White. Sus amistades fueron claves. Según Florencio Varela, White “tuvo negocios poco honrosos” durante su permanencia en la India. Varios de ellos con el apoyo del Comodoro “Sir” Popham. En esos tiempos conoció y trabó amistad con Esteban Perichon y su esposa Juana Vandeuil. Una hija de éstos, la joven Ana, casó con un contrabandista irlandés de nombre Thomas O’Gorman. Ya residentes en Buenos Aires, en 1804, don Thomas vuelve de Europa acompañado del capitán irlandés James Burke quien revistaba como prusiano pero en realidad venía con mandato del Duque de York para contactar una posible intervención británica. Burke con el apoyo del círculo O’Gorman and White, fundó centros de captación y espionaje en su casa y en la de O’Gorman. En la “Posada de los Tres Reyes” se fundó la primera logia. Allí se reunían diferentes personajes entre los que se destacaban los miembros de la Sociedad Literaria y Patriótica como Juan José Castelli y Miguel de Azcuénaga. Ana Perichon Vandeuil de O’Gorman resultó un fuerte atractivo para conseguir información. La más importante noticia que obtuvo para White fue la llegada de una importante cantidad de oro y plata desde Potosí y Perú.
Lo subrayable, considerado en las mesas de la logia, era que las ciudades de las zonas, aparte del amurallado Real de San Felipe y Santiago de Montevideo, base también de la Real Marina, no tenían defensas. Rápido como ave de rapiña con hambre, White escribió a su amigo Popham, a quien sabía ocupando el Cabo de Buena Esperanza (ex holandés), informándole la llegada del Tesoro. Esas importantes cantidades de metal precioso —seguramente le decía— proporcionarán al Comodoro Sir Popham, al Gral. Bair al igual que a su colega Beresford lo mismo que a quien ese papel firmaba (“Mr. White”) obtendrían muy buenos beneficios. La Batalla de Austerlitz fue para el Comodoro Popham la oportunidad deseada para ser el primero en ocupar y/o demoler el Imperio Sacro Romano Hispánico.
En esos momentos (1806) fracasaba frente a Venezuela el masón, y vocacional traidor Francisco Miranda quien, financiado por Estados Unidos y Gran Bretaña, intentaba desembarcar para concretar el aberrante plan urdido en las Hermandades Esotéricas.  La decisión de Popham fue rápida.  Incluso desconociendo las jerarquías no pidió la venia del Foreign Office ni la del Ministerio de Guerra y puso proa hacia Buenos Aires.  Su decisión reflotaba un plan de White que con su amigo el capitán negrero Murphy habían presentado al Premier Mr. Pitt, por el cual, con el apoyo de tropas británicas, se declararía la “independencia” de las inexistentes colonias, pero sí Reynos.
El Plan rechazado por el Premier Pitt quien no creyó que era el momento oportuno volvió a la vida en esos meses. Estaba poco más o menos en la línea propuesta, por lo que el masón y anglófilo Carlos María de Alvear propondría en 1815 al Ministro inglés en Río para escarnio eterno de su memoria. La llegada y el desembarco de las fuerzas inglesas (1806) marcaron intensa actividad para White.
Éste actuó de intérprete y como “Comisario de Presas” nombrado por Beresford, enviando doscientos hombres para retirar el Tesoro ubicado en Luján.  Realizados los descuentos para los “libertadores”, el Tesoro de 1.500.000 en monedas de plata fue enviado a Londres donde sería paseado en ocho grandes carruajes engalanados con las Banderas de la Marina española, la Roja y Gualda y la Blanca con la Cruz de San Andrés que luego harían guardia en el tesoro del Bank Of London junto a lo robado en el Río de la Plata.
Liberado Buenos Aires, White fue detenido y considerado por la Fiscalía un “extranjero corrompido”, pero delictivamente sólo un “infidente para facilitar la invasión”. El cargo era muy liviano por lo que fue enviado a la Guardia del Salto (hoy en la de Provincia de Buenos Aires) donde se comentaba que la justicia aplicaría la pena de muerte por traición y saqueo. Pero no fue así. En semanas a White se le permitió llegar a Luján donde estaba alojado el general Beresford junto con otros prisioneros como el perjuro coronel Pack y el Mayor Tolley del Regimiento 71 ubicado cómodamente en San Antonio de Areco. Estos “señores” entretenían sus ocios jugando al golf y al cricket. Entre partido y partido se comunicaban con vecinos y “Hermanos”… de Buenos Aires partidarios de una “independencia” a la malvinense por lo que Beresford dispuso los planes para una segunda invasión.
En Buenos Aires los agentes de la red Saturnino Rodríguez Peña, Manuel Aniceto Padilla (estos sujetos recibirían una renta de por vida para premiar los servicios prestados) iniciaron los contactos con partidarios de una independencia (SIC) con Inglaterra. El 10 de febrero de 1807 el Cabildo presionó a la Real Audiencia para que destituyese al Virrey Marqués de Sobremonte. Una semana después Rodríguez Peña y Padilla consiguieron la entrega de Beresford quien pasaría al Real de Montevideo (ocupado por Auchmuty), junto con White. En Montevideo nuestro “ilustre” biografiado ocupó cargos muy cercanos al jefe británico general Whitelocke. Beresford informó por entonces al Ministro Castlereag que White había prestado importantes servicios la causa británica.
“Business are business”, dogma para White que en esos meses importó a Montevideo grandes cantidades de telas desde Londres. Cientos de esos paquetes llegaron a manos de Liniers que los necesitaba para uniformar a sus tropas. No de balde los ingleses dejaron para la posteridad este concepto de su fiel amigo: “Es un hombre inteligente, bien informado, y que conoce la región”.
Cuando Whitelocke fue obligado a dejar el Real de San Felipe y Santiago de Montevideo, el Gobernador Elío puso en prisión a White y consideró la posibilidad de ajusticiarlo por traición. Años después cuando la Provincia Oriental había sido entregada por el Director Pueyrredon a un Portugal tan satelizado que el Comandante Supremo de sus Fuerzas Armadas lo era el General Beresford, White estaba detenido en Montevideo, no precisamente por ser honesto en sus negocios. El invasor ocupante, el general Carlos Federico Lecor, recibió de William Carr Beresford, la orden de dejarlo en libertad de inmediato.
Pero veamos un pantallazo del White durante la Revolución de Mayo a la que se vinculó con negocios de armas y barcos hasta la caída del “Hermano” Alvear, en 1815. Luego de ese espacio de tiempo aparece de tanto en tanto, en dificultosa situación pero siempre con la protección del delegado de Gran Bretaña en Portugal: Guillermo Carr Beresford. Estallado el movimiento de Mayo de 1810, White, arregló su chaqueta y se incorporó al Juntismo. Fletó entonces barcos para la causa, pero el negocio le produjo déficit. Ello lo hizo reaccionar reclamando al gobierno por sus gastos. Así le contestó el ministro Larrea: “Usted ha sufrido grandes desembolsos, todo será reparado por un gobierno que no puede desconocer justas reclamaciones”. Veamos como rehízo sus “ahorrillos” dando noticias de nuestras fuentes.
Hace pocos meses en Montevideo, se publicó con el Sello de “Editorial Banda Oriental” un muy buen trabajo del Oriental doctor Luciano Alvarez titulado “Intrigantes, Valientes y Traidores”.
En el capítulo que disecciona al “patriota”, el autor dice lo siguiente: “Especuló con los salarios de la tropa. Argumentando la falta de efectivo pagaba con mercadería de sus almacenes al precio que el mismo fijaba. Los soldados debían venderla para hacerse dinero y sus testaferros la recompraban a vil precio. Para cerrar el negocio, White reclamaba al gobierno los sueldos supuestamente adelantados de su peculio”. Ésta fue sólo una perla del “honestior”. Lo cierto es que su periplo fue un misterio hasta su regreso a Buenos Aires, en 1835. Dicen que murió pobre el 3 de enero de 1842. Pero sus descendientes tuvieron acceso a una importante fortuna. Los protegió un “caballero muy querido” por paraguayos y orientales dado que fue su “libertador”. Esa persona se llamó Bartolomé Mitre y es el mismo que el gran historiador mexicano Carlos Pereyra llamó “mediocridad engreída”. El “buen” señor firmó un acuerdo con Estados Unidos aprobado por ley del 3 de octubre de 1863 mediante el cual se pagaría a los herederos de White 350.000 pesos plata amonedada, expidiéndose en su favor títulos de fondos públicos al 6 por ciento anual y uno de fondo de amortización acumulativa. Desde 1893 su nombre lo detenta una calle en la porteña Villa Luro. La vía nace en Rivadavia 9202 y termina en Echeandía 4401.  Esta es una forma subliminal de escribir “historia” para “La Pobre Gente”, como tituló uno de sus dramas, el Oriental Florencio Sánchez.
  
Luis Alfredo Andregnette Capurro
 

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Visto en la web

CARTA DE UNA MADRE DESESPERADA
 
Soy Gabriela Constanza Ferrazzano. Madre de tres hijos. Me encuentro absolutamente desamparada por las leyes y la Justicia. Mi hija mayor ha sido chupada por la secta CHA, a la que han convencido, pese a opiniones profesionales en contrario, de que debe operarse para cambiar de sexo. Una carnicería. Ablación de senos, útero e injerto de un pene artificial. Una locura total. Nadie me ayuda. Los abogados le tienen terror al poder político de la CHA. Ni hablar de jueces o fiscales. Todos imitan a Poncio Pilatos: se lavan las manos, aduciendo que mi primogénita es mayor de edad. Apenas 22 años y en posible crisis psicótica. Los médicos también se hacen los distraídos. Todos con miedo. Ruego que me ayuden para frenar esta locura. Estoy sola y desamparada contra un inmenso aparato de propaganda y con poder político inmenso derivado de la propia Presidenta de la Nación. Sintéticamente ésta es mi historia. Triste, pero real.

Mi hija María Celeste Puerta Ferrazzano sufrió mucho con la muerte temprana de su padre. A la edad de 17 años comenzó a frecuentar los grupos de Animé, Dark. Lo que la llevó a ponerse en contacto con gente de pensamientos distintos de los standards normales. Parecía un juego de roles de adolescentes, pero finalmente la experiencia la llevó a algunos cambios en su personalidad. Para ese entonces conoció a Morena Lopez Moral (que se hacía llamar Miharu) de apenas 16 años, pero con una personalidad muy manipuladora y con ciertos problemas de identidad sexual.

La madre de “Miharu” se llama Claudia del Cabo, que muestra similares características psicológicas. Mi hija al conseguir trabajo en el Senado de la Nación, hace dos años, decide mudarse a vivir sola en un departamento de Caseros, Provincia de Buenos Aires, mismo barrio donde vive la familia Lopez Moral. La excusa fue que se iba a inscribir en la Escuela de Música de la zona. Inopinadamente, “Miharu” se mudó al mes a su departamento y comenzaron a convivir.

En marzo de 2012, cuando María Celeste cumplió 21 años, la mamá de “Miharu” la llevó a su hija y a la mía a una consulta profesional con la Lic. Alejandra Paván, jefa del área de salud de la Comunidad Homosexual Argentina (CHA). Esta profesional comenzó a atenderlas juntas (siendo terapeuta de la mamá de “Miharu”). En forma privada, la Lic. Paván comenzó a tratar a ambas chicas en su consultorio de Bolivar 226 (CABA).

En mayo de 2012, mi hija se presenta en mi casa solicitándome la partida de nacimiento, puesto que deseaba mutar su nombre original (María Celeste) por Dante Ariel. Intenté convencerla de que tamaña decisión era demasiado rápida, pero sin éxito. Increíblemente, sin informe profesional alguno, en el Registro Civil, en un trámite de 10 minutos, le cambiaron el nombre y su partida de nacimiento. Con esta documentación, María Celeste hizo cambiar toda su historia personal. Desde los certificados de estudios hasta su nombre laboral, tarjetas de crédito, etc.

Frente a esta situación, tomo contacto con la Lic. Paván, quien me recibe en su consultorio e intenta convencerme que mi hija es un transexual. Sus explicaciones fueron profesionalmente muy débiles. Sin mayores estudios y con escasas entrevistas, la Lic. Paván llegó a la conclusión que María Celeste era un hombre en un cuerpo de mujer, dado que le molestaban sus pechos y el color de su piel.

La Lic. Paván puso a disposición de mi hija todo el aparato legal de la CHA, para que en el caso que su Obra Social (DAS), rechazara financiar la cirugía de cambio de sexo, se iba accionar judicialmente contra la cobertura de salud del Congreso de la Nación. Indudablemente, María Celeste estaba siendo manipulada por la secta CHA y todo su aparato de propaganda y presión política. Cabe destacar que hablando con la gente allegada a la Obra Social, todos mis interlocutores admitieron tener pánico frente al accionar mediático y político de la secta CHA. Está claro que el actual gobierno apoya a esta secta por razones netamente electorales.

La Lic. Paván puso en contacto a mi hija con el Dr. Adrián Helien, Director del Programa de asistencia al transexual del Hospital Durand, a efectos de iniciar un tratamiento hormonal y fijar fecha de las cirugías de cambio de sexo.

Ante esto, me puse en contacto con el Dr. Helien que me recibió en su consultorio privado en la calle Pichincha 1141 Piso 4 Dto C (CABA). El Dr. Helien me afirmó que (extrañamente) no era necesario hacer tests sobre la presunta transexualidad, dado que bastaba un análisis del discurso de la paciente. Sin embargo, Helien le sugirió a mi hija que iba demasiado rápido en el proceso de cambio de sexo y que debía hacer terapia al menos por tres años más. Infortunadamente, mi hija rechaza automáticamente a cualquier profesional que ponga en duda su decisión tan apresurada. Asimismo, Helien, me afirmó que desconoce todos los manejos que está haciendo la secta CHA.

Mientras tanto, consulté al Prof. Dr. Enrique Kuper, uno de los profesionales con más experiencia y conocimiento de la Argentina en esta temática. El médico le solicitó a la Lic. Paván que por favor le enviara un informe sobre lo actuado con mi hija, pero la Lic. Paván se negó, aduciendo que nadie podía dudar de su capacidad profesional. Le rogué a mi hija que consultara a este eminente psiquiatra, pero se negó, sospechando que esa opinión profesional iba a ir en contra de sus deseos.

Dado que Helien se niega a darle curso urgente al permiso de cirugía, la secta CHA contactó a mi hija con el urólogo Cesar Fidalgo del Hospital Gutiérrez de La Plata. Fidalgo me atendió amablemente por teléfono y adujo que legalmente estaba obligado a realizar la cirugía, aún en el caso de no tener el aval de una junta de psiquiatras.
El Dr. Helien también me afirmó que mi hija había abandonado el programa de atención al transexual del Hospital Durand sin su conocimiento. Subrayó que no sabía que la CHA había actuado solitariamente para conseguirle a mi hija una cirugía con el Dr. Fidalgo, pese a una opinión psiquiátrica en contrario.

 

En conclusión, 

Mi hija tiene un trastorno de personalidad producto de la muerte de su padre y en su estado de debilidad, está siendo manipulada por la secta CHA, liderada por la Lic. Paván, que tampoco admite interconsultas con otros profesionales, lo cual demuestra un desprecio absoluto por la salud mental de María Celeste.

Me temo que la secta CHA está usando a mi hija como leading case para presionar a todas las obras sociales para que financien las cirugías de cambio de sexo, aún ante opiniones en contrario de diversos profesionales.
La CHA hoy es una secta que no admite ópticas distintas y usa el poder otorgado por las autoridades políticas de turno para llevar adelante su accionar político.

  

lunes, 16 de septiembre de 2013

De pluma ajena

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LA UNIVERSIDAD CATÓLICA DE LA PLATA ENTREGÓ SU PRIMER TÍTULO A UNA GRADUADA TRANSEXUAL
 
 
Estimado Amigos:
 
Esta situación se planteó por primera vez durante mi gestión no teniendo éxito, en aquella oportunidad, por las consideraciones que abajo siguen.
 
1- En primer lugar habrá que plantearse la cuestión de la validez de una ley que va en contra del orden natural y se funda en una antropología errónea.
 
2- En segundo lugar y en subsidio de lo anterior paso a hacer las siguientes consideraciones sobre "Derecho Positivo".
 
Consideraciones sobre la La Ley 26743
 
 La Ley 26743 en su art. 3º acuerda la posibilidad de un cambio de “nombre de pila e imagen” cuando ellas no coincidan con la identidad de género autopercibida por quien ejercita la opción. El art. 4, inc. 2º de la norma aludida dispone que el peticionante  conservará el número de su  matrícula identificatoria.
 
Por su parte, el art. 7 determina que los efectos del cambio  “serán oponibles a terceros desde el momento de su inscripción en los registros..”
 
De lo expuesto, se observa que la vigencia del nuevo nombre o imagen elegidos comienza a regir ( oponibilidad a terceros) desde que la inscripción se cumplimente.
 
 El art. 944 del C. Civil da una definición de “actos jurídicos” expresando que son actos voluntarios lícitos “ y que tienen por fin inmediato “establecer entre las personas relaciones jurídicas, crear, modificar, transferir, conservar o aniquilar derechos”.
 
 Conforme a ello, corresponde señalar:
 
 1.- La expedición de un título universitario es claramente un acto jurídico que conlleva la adquisición de derechos y obligaciones respecto del reconocimiento de la habilitación para el ejercicio profesional que el mismo implica y de los recaudos que para ello deben observarse.
 
 2.- Establecida la relación jurídica entre la Universidad y el estudiante, ella se rige por las normas vigentes. Culminada la carrera y expedido el correspondiente diploma la relación se ha extinguido por el pleno cumplimiento de sus efectos jurídicos (v. art. 945 del C. Civil que textualmente dispone : “Los actos jurídicos son positivos o negativos según que sea necesaria LA REALIZACIÓN U OMISIÓN DE UN ACTO PARA QUE UN DERECHO COMIENCE O ACABE.” ).
 
3.- En el caso en análisis el alumno matriculado culminó el ciclo universitario de la carrera de abogado y ello posibilitó la expedición del título respectivo. Allí cesaron los efectos jurídicos de la vinculación de las partes y mediante dicho acto, la UCALP dio cumplimiento a la obligación asumida. Todos los efectos jurídicos correspondientes a la relación se produjeron entonces.  NO QUEDAN OTROS PENDIENTES DE CUMPLIMIENTO.
 
4.- A estar a las informaciones de la red informática, la culminación de la carrera se habría producido en el año 2009, visto que el peticionante  dice tener veintiséis años en la actualidad y que se habría recibido a los 22.
Con toda evidencia la ley no regía entonces y las partes de la relación jurídico/ educativo/ contractual fueron la UCALP y el alumno.
 
5.- Forzando la interpretación podría concluirse que expidiéndose el título universitario en relación a “Nicole” se viola lo dispuesto por el art. 7 de la Ley 23.743 QUE IMPIDE SU APLICACIÓN RETROACTIVA. Ello tanto más cuanto que el aparato manifiesta que realiza o ha realizado las gestiones ante el Colegio de Abogados correspondiente tendientes a obtener una nueva credencial. ESTO SÍ PODRÍA HACERLO en la medida que la relación trabada con dicha Institución es DE EJERCICIO CONTINUADO Y SUBSISTE.
  
6.- Resta la cuestión de Fondo .  En la eventualidad que la UCALP fuera  verdaderamente una Universidad Católica, parece evidente que debería respetar el depósito de la fe, y las normas de derecho divino y de derecho natural QUE DEBEN CONSIDERARSE PARTES DEL MISMO, Y DE LA MORAL CATÓLICA , COROLARIO DE AQUELLOS. Con toda evidencia no lo hace, y aceptando priorizar la normativa de una legislación que los impugna y agrede, abdica de su confesionalidad. Tanto más cuanto que, de no incurrir en error en el análisis cumplido, NO HABRÍA EXISTIDO OBLIGACIÓN JURÍDICAMENTE EXIGIBLE DE DUPLICAR EL TÍTULO O DE EXPEDIRLO A UN BENEFICIARIO  DIVERSO AL REGISTRADO EN LA FACULTAD RESPECTIVA.
 
7.- A MAYOR ABUNDAMIENTO , debe decirse que por vía indirecta se sanciona un cambio legislativo con implicancias teológicas, aceptando que una “PERSONA” (  “sustancia INDIVIDUAL de naturaleza racional”, según definición de Boecio ) designada por un nombre que lo caracteriza en dicha individualidad y lo identifica, sea sustituida por un “NÚMERO” indefinido, indeterminado, amorfo, asexuado, que considera al homínido como “mera materia”.
Dr. Rafael Breide Obeid

 

NOTA ORIGINAL - Diario El Día, 4 de septiembre de 2013

 

La Universidad Católica de La Plata entregó su primer título a una graduada transexual

 
LA DOCTORA NICOLE GONZÁLEZ BEAMONTE Y SU TÍTULO UNIVERSITARIO, CON SU NUEVA IDENTIDAD DE GÉNERO

La Universidad Católica de La Plata entregó su primer título a una persona trans, y de esta manera la doctora Nicole González Beamonte se convirtió en la primer platense “trans” en obtener un título, en este caso de abogada, en esa casa de estudios.
“Si bien estaba matriculada en el Colegio de Abogados -cuenta Nicole- estuve muchos años sin prácticamente poder ejercer mi profesión, ya que obviamente había una discordancia entre mi nombre legal y mi nombre autopercibido, y no me resultaba muy feliz tener que firmar mis escritos con un nombre masculino. Me resultaba no solo ridículo sino también hasta humillante”.
“De todos modos -recuerda la abogada platense- aproveché ese tiempo y seguí formándome. Realicé una Maestría en Derechos Humanos en la UNLP, donde conseguí que por primera vez una Universidad pública respetara mi identidad de género y, más allá del nombre que hasta ese momento figuraba en mi DNI, tanto en los listados como en la entrega de certificados de culminación de estudios se respetó mi verdadero nombre”.
“Luego de sancionada la Ley de Identidad -relata Nicole- obtuve no sólo un nuevo DNI con mi nombre y sexo femenino, sino hasta una nueva partida de nacimiento, en la que consta que nació una persona llamada Nicole de sexo femenino”.
“Inmediatamente después -contó la abogada- me presenté en el Colegio de Abogados para solicitar se me otorgue una nueva credencial con mi nombre femenino, y para eso se me requirió que a fines de hacer el trámite prolijamente, debía solicitar en forma previa a la Universidad Católica que me otorgue un nuevo titulo expedido con mi actual nombre. Y si bien supuse que no sería un trámite sencillo, ya que indirectamente la Iglesia Católica estaría reconociendo la identidad femenina de una persona trans, con lo que ello implica, finalmente obtuve el titulo modificado, en el que la Universidad Católica reconoce que la alumna Nicole González es abogada recibida en esa casa de estudios”. 

A LOS 22 AÑOS Y CON 9 DE PROMEDIO

Nicole cuenta que “hice la secundaria en 4 años ya que tenía una meta, tener un titulo y un trabajo estable para ser quien me sentía, y cuando terminé el secundario comencé a estudiar Derecho en la Universidad Católica de La Plata, carrera que me apasionó desde un primer momento ya que tiene que ver con mi espíritu de lucha, de reclamar por lo que creo que es justo. Mientras estudiaba daba clases particulares de inglés, y a los 22 años me recibí con un promedio de casi 9”.
“Inmediatamente ingresé a trabajar en la jefatura de Gabinete de la Provincia -afirma- y si bien siempre supe que era una mujer, también sabía que para mostrarme al mundo como mujer debía tener no solo mi titulo sino mi trabajo estable, y fue por eso que tuve que esperar dos años hasta ser designada en planta permanente. Recién después, y sabiendo que ya tenía estabilidad laboral, decidí informar sobre mis tratamientos hormonales, ya que me sentía una mujer”.
Actualmente, Nicole presta servicios en la Secretaria de Derechos Humanos bonaerense, y cuenta que “amo mi profesión y luchar por el reconocimiento de los derechos de todos. Y cuando me preguntan sobre si ser una chica trans puede ser algo negativo en cuanto a la confianza de las personas en entregarme su caso para representarlos, digo que todo lo contrario, que mi lucha no hace mas que garantizar que haré todo lo que esté a mi alcance para la consecución de un resultado justo”.

miércoles, 11 de septiembre de 2013

Psicológicas

¿DE QUÉ NOS QUEJAMOS?

(y de regalo: un test autoadministrable)


  

Argentina está atravesando, paradójicamente, un feroz proceso de represión. Sí; de represión de la Fe, de la inteligencia, de la belleza, de la justicia. Sin embargo sabemos que el acto más propio de la fortaleza es resistir. Hagámoslo pues, y mientras tanto, sigamos llamando a las cosas por su nombre, que no es magra tarea en tiempos de oscuridad.


  • ¿Está preocupado por el atropello del Estado contra la Fe Católica; y porque ya es institucional la apostasía, abierta la persecución a la Iglesia y satánico el odio a todo símbolo cristiano? No debería sorprenderse, hemos dejado que todo esto acá se llame laicicimo y libertad religiosa.
  • ¿Le irrita que, con la insustituible colaboración de una sofisticada burocracia parlamentaria, no haya ley —por inicua y asesina que sea— que no logre la aprobación, pasando, por supuesto, por todas las ventanillas y cámaras que componen el circo? Tampoco debería alarmarse.  Acá le decimos “el debate que nos debemos los argentinos”.
  • ¿Se siente rehén del Estado, ahogado por los impuestos, perseguido por los entes recaudadores, manoseado por los grandes monopolios económicos dependientes o cómplices del Gobierno? No tendría que agitarse: en tiempos de campaña se llama “redistribución de la riqueza e igualdad de oportunidades”.
  • ¿Le indigna el nivel de demagogia con el cual amontonan votos y embrutecen a generaciones enteras, buscando distraerlas de lo esencial y mantenernos en una hipnosis somnolienta? Calma. El “pueblo” lo aprobó desde su inicio y lo llamamos “fútbol para todos, y proyecto nacional y popular”.
  • ¿Ha oído, a todo nivel y desde diversas fuentes, hablar de la descarada compra de votos, de la desvergonzada recorrida por los barrios con las promesas de “reparto” y de “ubicación” si usted les da su papelito en la urna? No patalee: eso es “sufragio universal y formación democrática”.
  • ¿No entiende cómo hemos llegado a caer tan bajo, convirtiéndonos en un muestrario de pecados y miserias, como si se hubiera cernido sobre esta tierra una interminable pesadilla? Le revelamos cuál es su nombre: se llama soberanía popular.
  • ¿Le preocupa la tiranía marxista, el totalitarismo asfixiante, la falta de hombres probos y la similitud del poder con las barras bravas para imponer criterios y líneas de acción? Acá le decimos democratización de la justicia y militancia política.
  • ¿Le parece trágico el nivel de desinformación que brindan los medios comprados por la ideología reinante, al punto de que en breve acomodarán a su antojo hasta el pronóstico del tiempo. Le parece exagerado? Si traemos a colación la falsificación sistemática de algunos datos, en más de un ejemplo verá que estamos peligrosamente cerca y su sonrisa se transformará en crisis nerviosa. Su nombre es Libertad de expresión y nueva Ley de medios.
  • ¿Está harto de la falacia de los Derechos Humanos, de sus negociados, del discurso mítico-oficial, de las palabras “talismán” con las cuales roban y mienten? Acá se dice Memoria, verdad y justicia.
  • ¿Se siente amordazado ante la perversión y el pecado público, con el cual se daña y escandaliza? En este país se llama Educación sexual, lucha contra la discriminación (ah, y violencia de género).


Si respondió afirmativamente entre ocho y diez de las preguntas, sin dudas es usted un elemento funcional a la gran maquinaria moderna (en castellano antiguo solía llamarse “idiota útil”, pero la actual psiquiatría nos ha prohibido el uso de terminología que pueda afectar la autoestima).


Si contestó entre seis y siete veces, usted posee cierta admiración infundada en el sistema, exponiéndose peligrosamente y denotando alguna inmadurez en la capacidad de juicio propio. Qué pena que no comenzó a votar a los 16.


Si sus respuestas positivas fueron cinco o seis, podríamos advertirle un diagnóstico presuntivo de ingenuidad importante.


Si llegó sólo a las tres o cuatro, comience a tomar medidas porque posiblemente esté reprimiendo el enano fascista que quiere expresarse, y sus tendencias dictatoriales le comenzarán a generar malestar interno.

Si no ha superado las dos respuestas positivas, no tenga dudas, forma parte del glorioso grupo de reprimidos a la espera. No se rinda, pero prepárese, porque La Cámpora, el Inadi o la Afip lo visitarán en los próximos días.


Jordán Abud

domingo, 8 de septiembre de 2013

Historias ignaro-jacobinas

LA INCULTURA PRESIDENCIAL

LA CULTURA DE MENEM
   
Es verdad.  Nues­tros Pre­si­den­tes no han bri­lla­do en el or­den cul­tu­ral.  La ig­no­ran­cia ac­tual cuen­ta con an­te­ce­den­tes me­mo­ra­bles.  Pa­ra no ir muy le­jos, re­cor­de­mos bre­ve­men­te al Pre­si­den­te Car­los Saúl Me­nem.
  
No pen­sa­mos en el lu­gar co­mún de aque­lla alu­sión me­ne­mis­ta a las obras com­ple­tas de Só­cra­tes. No; trae­mos na­da más que dos anéc­do­tas ilus­tra­ti­vas.
  
Una pri­me­ra, nos cons­ta, por­que allá por los años no­ven­ta, es­tan­do en San­tia­go de Chi­le, vi­mos un pro­gra­ma pe­rio­dís­ti­co noc­tur­no por te­le­vi­sión. Ahí en­con­tra­mos que al ca­nal ofi­cial ha­bían con­cu­rri­do los Pre­si­den­tes La­ca­lle y Me­nem. El en­tre­vis­ta­dor co­men­zó por el man­da­ta­rio uru­gua­yo.  Le pre­gun­tó si co­no­cía al­gún li­bro de la li­te­ra­tu­ra chi­le­na. El pre­si­den­te orien­tal le con­tes­tó que sí; que aca­ba­ba de re­leer “Adiós al Sép­ti­mo de Lí­nea”, una no­ve­la so­bre la Gue­rra del Pa­cí­fi­co. El pe­rio­dis­ta, sus­pi­caz, le di­jo que se ha­bría pre­pa­ra­do pre­via­men­te, por­que sa­bía que iba a ve­nir a Chi­le a una reu­nión de pre­si­den­tes. La­ca­lle le re­tru­có, acla­rán­do­le que aquel li­bro lo ha­bía leí­do de ni­ño, por in­di­ca­ción de su abue­lo, don Luis Al­ber­to deHe­rre­ra.  Y con­ti­nuó mos­tran­do su eru­di­ción. Des­pués fue el tur­no de Me­nem. En su ca­so, quien en­tre­vis­ta­ba lo in­te­rro­gó acer­ca de los Pre­mios No­bel chi­le­nos. Me­nem ex­pre­só que por su­pues­to co­no­cía a Pa­blo Ne­ru­da; ahí se que­dó, se atran­có, y no hu­bo for­ma de sa­car­le una pa­la­bra más. En­ton­ces, el hom­bre de la televisión dio por ter­mi­na­da la en­tre­vis­ta. Lue­go di­jo a la au­dien­cia que los chi­le­nos no cre­ye­ran que los ar­gen­ti­nos no sa­bían quién era Ga­brie­la Mis­tral; que el ca­so de Me­nem era de in­cul­tu­ra sin­gu­lar. Al fin de cuen­tas, esa acla­ra­ción le cos­tó el em­pleo al pe­rio­dis­ta (quien pue­de tes­ti­mo­niar lo que na­rro), a pe­di­do del Em­ba­ja­dor ar­gen­ti­no.
  
Otra vez, Me­nem con­cu­rrió a la inau­gu­ra­ción del nue­vo edi­fi­cio de la Bi­blio­te­ca Na­cio­nal. En ese tran­ce, las au­to­ri­da­des lle­ga­ron a la He­me­ro­te­ca. Des­lum­bra­do, el Pre­si­den­te le pre­gun­tó al Di­rec­tor có­mo se ha­bían con­se­gui­do tan­tas re­vis­tas. Se le con­tes­tó que, en gran me­di­da, por do­na­cio­nes. A raíz de lo cual, Me­nem di­jo que él po­dría do­nar dos co­lec­cio­nes de re­vis­tas.  Una, com­ple­ta, la del “Pa­to­ru­zi­to”, la otra a la que le fal­ta­ban dos nú­me­ros, “El Grá­fi­co”. No se sa­be cuál fue la res­pues­ta del Di­rec­tor, por­que el pe­rio­dis­ta del dia­rio “La Na­ción” que acom­pa­ña­ba la co­mi­ti­va, no la re­gis­tró.
  
Bien.  Así fue­ron las co­sas.

CRISTINA HISTORIADORA
   
La pren­sa fue muy du­ra con el sa­ber de Carlos Me­nem.  No le de­ja­ban pa­sar una.  En cam­bio, con do­ña Cris­ti­na Fer­nán­dez de Kirch­ner los mis­mos pe­rió­di­cos se han mos­tra­do su­ma­men­te to­le­ran­tes.  A raíz de lo cual, con­vie­ne di­vul­gar aque­llo ocul­ta­do.
  
En ese or­den po­de­mos re­cor­dar al­gu­nos da­tos, mer­ced a dos cir­cuns­tan­cias: una, que mien­tras es­cri­bi­mos, so­le­mos te­ner pren­di­da la te­le­vi­sión en TN; la otra, que go­za­mos de bue­na sa­lud es­to­ma­cal; de mo­do que el oír los dis­cur­sos ofi­cia­les no nos ha cau­sa­do nin­gu­na úl­ce­ra, al menos has­ta aho­ra (to­ca­mos ma­de­ra).
  
Por eso, un tan­to des­hil­va­na­das, apor­ta­mos las si­guien­tes evo­ca­cio­nes.
  
En An­go­la, la Pre­si­den­te di­jo dos co­sas que nos cau­sa­ron es­tu­por. La pri­me­ra, so­bre el rol prin­ci­pal que tu­vie­ron los ne­gros es­cla­vos an­go­le­ños en la Re­vo­lu­ción de Ma­yo. La se­gun­da, las an­dan­zas de Er­nes­to “Che” Gue­va­ra por An­go­la.  Fue to­da una no­ve­dad, por­que has­ta en­ton­ces se creía que los “mo­re­nos”, in­clui­dos en el re­gi­mien­to de “Cas­tas” (con in­dios y par­dos), no eran an­go­le­ños, hu­bie­ran par­ti­ci­pa­do o no de Ma­yo.
  
Por otra par­te, cuan­do tra­za­mos una bio­gra­fía de Gue­va­ra, nos en­te­ra­mos que el “año en que es­tu­vi­mos en nin­gu­na par­te”, se de­sa­rro­lló en el Con­go. Que se su­pie­ra, nun­ca in­cur­sio­nó por An­go­la, don­de sí lo hi­cie­ron tiem­po des­pués las tro­pas de Fi­del Cas­tro, man­da­das por el ge­ne­ral Ar­nal­do Ochoa, a quien el In­fi­del, con su ha­bi­tual fe­lo­nía, hi­zo fu­si­lar des­pués.
  
An­tes de esas re­fe­ren­cias, só­lo pres­tá­ba­mos aten­ción a los co­no­ci­mien­tos quí­mi­cos de la Dra. Kirch­ner (su cé­le­bre enun­cia­ción de la fór­mu­la del agua: H2 ce­ro), o re­li­gio­sos (di­jo que los ma­ro­ni­tas no eran cris­tia­nos).
  
De ahí en ade­lan­te nos in­te­re­sa­mos por su sa­bi­du­ría his­tó­ri­ca. Por eso, to­ma­mos otras lec­cio­nes, que com­par­ti­mos con los lec­to­res.
  
Co­mo es sa­bi­do, hu­bo una fa­mo­sa ac­tua­ción de la Sra. de Kirch­ner en Har­vard. La pren­sa lo­cal le re­fre­gó la com­pa­ra­ción con La Ma­tan­za.  En cam­bio, na­da di­jo de su dis­cur­so an­te­rior en Geor­ge­town. En esa opor­tu­ni­dad, nues­tra Pre­si­den­te les ex­pli­có a los uni­ver­si­ta­rios nor­tea­me­ri­ca­nos la si­mi­li­tud en­tre la Gue­rra de Se­ce­sión es­ta­dou­ni­den­se y la ba­ta­lla de Ca­se­ros. Se­gún su sa­ber, ella in­di­có que el da­to que ana­lo­ga­ba am­bos su­ce­sos era el te­ma del “va­lor agre­ga­do”.
  
Tén­ga­se pre­sen­te que por en­ton­ces, el jo­ven cam­po­ris­ta Ki­ci­llof la adoc­tri­na­ba so­bre el par­ti­cu­lar.  En­ca­mi­na­da por ese sen­de­ro, aña­dió que en Es­ta­dos Uni­dos triun­fa­ron los del Nor­te, par­ti­da­rios de in­cor­po­rar el va­lor agre­ga­do. En ese ins­tan­te di­jo —y es­tá gra­ba­do— que los nor­te­ños di­ri­gi­dos por Lin­coln y Was­hing­ton ven­cie­ron a los su­re­ños del Ge­ne­ral Lee. Pen­sa­mos que ha­bía­mos oí­do mal, por­que dá­ba­mos por muer­to des­de años atrás a Geor­ge Was­hing­ton, y que lo ha­bría con­fun­di­do con el ge­ne­ral Grant. No era así. No se tra­ta­ba de nin­gún “lap­sus lin­guae”. A los po­cos mi­nu­tos, la Pre­si­den­ta rei­te­ró el da­to, re­su­ci­tan­do de nue­vo a Was­hing­ton. Res­pec­to de Ca­se­ros con­fe­sa­mos que no en­ten­di­mos muy bien la ar­gu­men­ta­ción, por­que, has­ta don­de sa­bía­mos, tan­to Ur­qui­za co­mo Ro­sas eran sa­la­de­ris­tas y “agre­ga­ban va­lor”. En fin… Nos que­da­mos me­di­tan­do. Re­fle­xio­nan­do acer­ca de en qué con­ti­nen­te ha­brán ubi­ca­do los oyen­tes uni­ver­si­ta­rios yan­quis a esa fun­cio­na­ria exó­ti­ca. Tal vez, si­tua­ran su go­bier­no en­tre Tan­za­nia y Ugan­da.
  
Dos pe­núl­ti­mos he­chos. To­dos pu­di­mos en­te­rar­nos —mer­ced a la Televisión Pú­bli­ca— de la ad­mi­ra­ción de la Se­ño­ra Pre­si­den­te por el Dr. Juan Ma­nuel Bel­gra­no, por su vic­to­ria en Tu­cu­mán. Los his­to­ria­do­res cas­tren­ses po­drán acla­rar de qué for­ma la sa­pien­cia ju­rí­di­ca del Ge­ne­ral Ma­nuel Bel­gra­no co­la­bo­ró pa­ra su triun­fo tu­cu­ma­no (lo del Juan, lo de­ja­mos pa­ra otra vez; jun­to con las “sol­da­das” de los sol­da­dos). Pa­sa­do unos me­ses, la Pre­si­den­te, de vi­si­ta en Viet­nam, tu­vo otro gran des­cu­bri­mien­to. Al ba­jar a un tú­nel de los viet-congs, con som­bre­ri­to y to­do, ha­lló en su in­te­rior una mag­ní­fi­ca ver­dad: que el Ge­ne­ral San Mar­tín se pa­re­cía a Ho Chi Ming. ¡Eu­re­ka!
  
Y, por su­pues­to, do­ña Cris­ti­na, que no pier­de opor­tu­ni­dad pa­ra pe­ro­rar con­tra el li­be­ra­lis­mo eco­nó­mi­co, an­te un nue­vo ani­ver­sa­rio de la Re­vo­lu­ción de Ma­yo, ha vuel­to a ad­he­rir a los mi­tos más ran­cios del ja­co­bi­nis­mo eche­ve­rria­no. Da­do que con es­ta ase­ve­ra­ción emu­la al  pé­si­mo re­jun­te que la ofi­cia de Opo­si­ción, y aun­que con es­ta alo­cu­ción no ha­ya aña­di­do na­da nue­vo al ma­ni­do “Dog­ma de Ma­yo”, cree­mos que va­le la pe­na apro­ve­char la oca­sión pa­ra efec­tuar al­gu­na pre­ci­sión so­bre el mo­re­nis­mo usur­pa­dor.

EL TERRORISMO MORENISTA
  
La re­vo­lu­ción de Ma­yo fue un ac­to fi­de­lis­ta de au­to­no­mía, de re­pre­sen­ta­ción —no de reem­pla­zo— del cau­ti­vo Rey Fer­nan­do VII, an­te las pre­ten­sio­nes ile­gí­ti­mas, tan­to de Jo­sé Bo­na­par­te co­mo del ga­di­ta­no Con­se­jo de Re­gen­cia. Fue una Jun­ta Con­ser­va­do­ra de la Re­li­gión, la Tra­di­ción y la Mo­nar­quía.
  
Quien quie­ra en­te­rar­se ele­men­tal­men­te de lo ocu­rri­do en­ton­ces, pue­de acu­dir a dos do­cu­men­tos in­du­bi­ta­bles. El pri­me­ro, la Pro­cla­ma de la Jun­ta Pro­vi­sio­nal, del día 26 de ma­yo de 1810, en la que pro­me­te po­ner el em­pe­ño ce­lo­so pa­ra: “la con­ser­va­ción de nues­tra san­ta re­li­gión, la ob­ser­van­cia de las le­yes que nos ri­gen, la co­mún pros­pe­ri­dad y el sos­tén de es­tas po­se­sio­nes en la más cons­tan­te fi­de­li­dad y ad­he­sión a nues­tro muy ama­do Rey, el Sr. D. Fer­nan­do VII y sus le­gí­ti­mos su­ce­so­res en la co­ro­na de Es­pa­ña”. Ban­do rea­fir­ma­do con la “Cir­cu­lar co­mu­ni­can­do la ins­ta­la­ción de la Jun­ta” del 27 de ma­yo de 1810, por la que se ex­hor­ta­ba a man­te­ner el or­den de mo­do re­gu­lar, evi­tan­do “los tu­mul­tos y las con­vul­sio­nes de la Pe­nín­su­la”, “la anar­quía”, y las “con­se­cuen­cias de una re­vo­lu­ción”.
  
El otro do­cu­men­to es el “Ma­ni­fies­to del Con­gre­so de Tu­cu­mán”, del 25 de oc­tu­bre de 1817, en el que sos­tie­ne que Ma­yo de 1810 es­tu­vo “mar­ca­do con se­llos in­de­le­bles de fi­de­li­dad y amor”. Que no exis­tió nin­gún “es­pí­ri­tu de re­be­lión o de per­fi­dia”. “No qui­si­mos —con­ti­nua­ba— se­pa­rar­nos de Es­pa­ña”. “Pu­bli­ca­mos mil ve­ces la san­ti­dad de nues­tras in­ten­cio­nes y la sin­ce­ri­dad de nues­tros vo­tos”. Pe­ro esa mues­tra de fi­de­li­dad mo­nár­qui­ca fue con­tes­ta­da por una “in­gra­ti­tud, su­pe­rior a to­dos los ejem­plos que se ha­llan en la his­to­ria”. Lue­go: “No­so­tros, pues, im­pe­li­dos por los es­pa­ño­les y su Rey nos he­mos cons­ti­tui­do in­de­pen­dien­tes”.
  
Au­to­no­mía fren­te al ile­gal Con­se­jo de Re­gen­cia, In­de­pen­den­cia an­te un Rey in­gra­to. Nin­gu­na ideo­lo­gía, ni teo­ría, ni re­vo­lu­cio­na­ris­mo li­ber­ta­rio.
  
Aque­llo fue Ma­yo. Pe­ro el 28 de ju­lio de 1810, Ma­ria­no Mo­re­no dio un gol­pe es­ta­do in­ter­no y cam­bió el sig­no de la Re­vo­lu­ción. La con­vir­tió en ja­co­bi­na, san­gui­na­ria, pa­ra­noi­ca­men­te ven­ga­ti­va, cen­tra­lis­ta, im­pía y pro-in­gle­sa. Mo­re­no co­men­zó por ase­si­nar a San­tia­go de Li­niers y los su­yos (em­plean­do pa­ra ello cin­cuen­ta sol­da­dos in­gle­ses). Qui­so que se fu­si­la­ra al Co­ro­nel Or­tiz de Ocam­po por no ha­ber­se he­cho cóm­pli­ce de aquel de­li­to. El 22 de se­tiem­bre le or­de­na­ba a Bel­gra­no que “ar­ca­bu­cea­ra a to­dos los ve­ci­nos sos­pe­cho­sos en el Pa­ra­guay”, y que ma­ta­ra al Obis­po y al Go­ber­na­dor. El 29 de no­viem­bre le ra­ti­fi­ca­ba a Bel­gra­no que de­bía en­ten­der que “la Jun­ta no de­ja lu­gar a la com­pa­sión o a la sen­si­bi­li­dad, si­no que lo cons­ti­tu­ye un cie­go eje­cu­tor de es­ta me­di­da”. Bel­gra­no se ne­gó a cum­plir es­ta or­den de­lic­tual. A Cas­te­lli, con el ejér­ci­to del Nor­te, le pe­día que de­ja­ra a los sol­da­dos que hi­cie­ran “es­tra­gos en los ven­ci­dos pa­ra in­fun­dir te­rror en los ene­mi­gos”. El 18 de no­viem­bre le in­sis­tía que apli­ca­ra un “sis­te­ma de san­gre y ri­gor”, y que los de­sa­fec­tos —en­tre ellos, el Obis­po de La Paz— fue­ran “pa­sa­dos por las ar­mas irre­mi­si­ble­men­te”. A los ene­mi­gos, de­cía se “los per­se­gui­rá y ha­rá un cas­ti­go ejem­plar que es­car­mien­te y ate­rre a los mal­va­dos”. El 31 de ju­lio man­da­ba que to­do ad­ver­sa­rio “se­rá ar­ca­bu­cea­do, sin otro pro­ce­so que el es­cla­re­ci­mien­to su­ma­rio del he­cho”. Y el 9 de se­tiem­bre tor­na­ba a re­cla­mar: “el ex­ter­mi­nio de los mal­va­dos… só­lo el te­rror del su­pli­cio pue­de ser­vir de es­car­mien­to a los cóm­pli­ces”.
  
Pues, ese ému­lo de Ro­bes­pie­rre, que go­ber­nó me­dio año de 1810, es la man­cha ne­gra de la Re­vo­lu­ción (en cu­ya pre­pa­ra­ción y con­su­ma­ción no ha­bía te­ni­do la me­nor par­te). Fue, di­jo Vi­cen­te Fi­del Ló­pez, un “ca­rác­ter de­tes­ta­ble, hom­bre cor­ta­do por el mol­de de los más fu­rio­sos gui­llo­ti­na­do­res de la Re­vo­lu­ción fran­ce­sa”. Un pa­ra­noi­co, que por creer­se per­se­gui­do se tor­nó per­se­gui­dor, se­gún Ra­mos Me­jía. In­ven­to de Es­te­ban Eche­ve­rría pa­ra uso y guía de los li­be­ra­les sec­ta­rios.
  
Y ese mis­mo su­je­to es el que aho­ra es pre­sen­ta­do por los per­so­ne­ros del dic­ta­to­rial cam­po­ris­mo co­mo mo­de­lo a re­cor­dar. “La co­la que de­jo es muy lar­ga”, enun­ció Mo­re­no al ir­se. Es­tá a la vis­ta que te­nía ra­zón.
  
Mo­ra­le­ja: sa­que­mos la de­bi­da lec­ción his­tó­ri­ca. Más allá de bur­lar­nos de las ig­no­ran­cias su­pi­nas de los go­ber­nan­tes, o de in­dig­nar­nos con sus afa­nes cre­ma­tís­ti­cos, de­be­mos es­tar aler­tas con su la­ten­te te­rro­ris­mo, y la “hui­da ha­cia ade­lan­te” por su even­tual caí­da. Que no se crea que por ser co­rrup­tos, re­sul­tan man­sos. No. Se­rán in­cul­tos de pa­dre y ma­dre, se han vuel­to do­lo­sa­men­te mi­llo­na­rios, pe­ro son tan pe­li­gro­sos co­mo un mo­no con na­va­ja, o co­mo su maes­tro, el pa­ra­noi­co Ma­ria­no Mo­re­no.
   

 Enrique Díaz Araujo
  

martes, 3 de septiembre de 2013

Nuevo libro


ALGUIEN SIGUE DICIENDO
LA VERDAD

Mañana, miércoles 4 de septiembre,
a las 19:00, el Profesor
ANTONIO CAPONNETTO
presenta su nuevo libro:


EDUCADORES CATÓLICOS

La presentación se realizará
en el Instituto de Filosofía Práctica,
Viamonte 1596, 1º piso,
Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
  

domingo, 1 de septiembre de 2013

Sermones y homilías


SEÑOR DE LA VIDA
Y LA MUERTE


Y aconteció después, que iba a una ciudad, llamada Naím: y sus discípulos iban con Él, y una grande muchedumbre de pueblo. Y cuando llegó cerca de la puerta de la ciudad, he aquí que sacaban fuera a un difunto, hijo único de su madre, la cual era viuda: y venía con ella mucha gente de la ciudad. Luego que la vio el Señor, movido de misericordia por ella, le dijo: No llores. Y se acercó, y tocó el féretro; y los que lo llevaban, se pararon. Y dijo: Mancebo, a ti te digo, levántate. Y se sentó el que había estado muerto, y comenzó a hablar. Y se le dio a su madre, y tuvieron todos grande miedo, y glorificaban a Dios, diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros: y Dios ha visitado a su pueblo. Y la fama de este milagro corrió por toda la Judea, y por toda la comarca.

Jesucristo es el Señor de la vida y de la muerte. Todo está sometido a Él. Nada es capaz de oponerse a su poder. Así nos lo prueba el Evangelio de hoy. Jesús, sólo Él, da la vida. Así lo hizo con nosotros mismos un día, cuando estábamos envueltos en las redes del primer pecado, cuando éramos hijos de la muerte. En torno nuestro se encontraba la Santa Iglesia, como una madre desconsolada. Jesús entonces, compadeciéndose de ella, se acercó a nosotros en la persona de su ministro, nos tocó con la vivificante agua del Santo Bautismo, nos dio la vida sobrenatural y nos entregó a nuestra consolada y gozosa Madre la Iglesia.

El Señor se acercará todavía otra vez, a nuestra tumba, y nos ordenará: Yo te lo digo, ¡levántate! Entonces, las puertas del sepulcro se abrirán de par en par; si nos hemos salvado, nuestra alma, gozosa y resplandeciente, animará de nuevo nuestro cuerpo con su beatífica vida, y saldremos de la tumba inmortales.

Joven, yo te lo mando, ¡levántate!... La sagrada liturgia piensa hoy en todos los que han muerto espiritualmente: en los paganos, incrédulos, cismáticos, herejes... Piensa, sobre todo, en los muchos cristianos que, después de haber recibido el Santo Bautismo, se han hecho infieles a su vocación y han vuelto a caer en el pecado... Tras el féretro aparece la Madre llorosa y desconsolada. Es la Santa Iglesia, la cual eleva constantemente sus manos hacia el Cielo y pide al Señor, desde todas las partes de la tierra, gracia y misericordia para tantos pobres muertos y descarriados.

¿Qué sería de los pobres muertos, si no estuviera a su lado la Santa Madre Iglesia suplicando por ellos? Al estar Ella junto al féretro en que es trasportado el muerto, aparece Jesús, y, contemplando a la angustiada Madre, se compadece de ella y le dice: No llores... Después se acerca al féretro y lo toca con su mano. Los que lo llevan se paran. Y Jesús ordena: Joven, yo te lo mando, levántate. Entonces el muerto se incorpora y comienza a hablar. Y Jesús se lo devuelve vivo a la madre.

Con sus lágrimas y súplicas la Iglesia ha devuelto la vida al muerto. He aquí un expresivo símbolo de lo que se realiza todos los días en el Sacrificio de la Misa. Existen muchos muertos. Parecen vivos, pero están muertos espiritualmente, y yacen tendidos sobre el féretro. Hay alguien, sin embargo, que conoce su inmensa desgracia: es la Santa Madre Iglesia, sólo Ella. En la Santa Misa llama apasionadamente al único que puede dar la vida. La Santa Misa es, en efecto, un sacrificio de expiación y de súplica. La Iglesia eleva hacia el Cielo la Sangre de Cristo. Pide a Dios misericordia y alcanza de Él la gracia de que muchos pecadores entren dentro de sí mismos, reconozcan sus errores, rompan con el pecado y se conviertan.

Aunque estemos en estado de gracia, también en nosotros tiene que ejercitar el Señor su poder vivificante. Necesitamos ser reanimados constantemente con nuevas gracias; para esto, precisamente, nos llama el Señor al Santo Sacrificio. ¡Existen todavía en nosotros tantas cosas que retardan e impiden el pleno desarrollo de nuestra vida! No caminamos siempre en el espíritu, y no nos fijamos en que el que siembra en la carne recoge de la carne corrupción; y, al contrario, que el que siembra en el espíritu, recoge del espíritu vida eterna. Nos cansamos de hacer el bien y nos hacemos indolentes, tibios, perezosos. ¡Ay de nosotros, si nuestra Santa Madre la Iglesia no elevase constantemente sus manos al Cielo y no le pidiese al Señor para nosotros nueva y fresca vida! Esto es cabalmente lo que hace todos los días en el Oficio Divino que rezan sus sacerdotes y sus religiosos. Esto es lo que hace, sobre todo, en el Santo Sacrificio de la Misa. Aquí, en la Santa Misa, nos dice el Señor a cada uno de nosotros: Joven, yo te lo mando, ¡levántate!

Si faltara la Madre, si no estuviera junto al muerto, llorando y suplicando por él, entonces no habría resurrección alguna. Este es el servicio que nos presta nuestra Santa Madre la Iglesia. Son innumerables los desgraciados que la desprecian, la calumnian, la odian, la desfiguran y la persiguen. Sin embargo, Ella siempre permanece al lado de estos muertos, para llorar y rezar por ellos. Necesita encontrarse con el Señor. Cuando se encuentran, Él la mira, se compadece de Ella, se acerca al féretro, y devuelve la vida al muerto por quien Ella llora. Esto es lo que hace la Santa Iglesia siempre que se celebra el Santo Sacrificio; esto es también lo que hace cuando toma el Breviario en sus manos y, llena de compasión, cree y ora en nombre y en favor, no sólo de los creyentes y piadosos, sino también de los pecadores, de los infieles, de los extraviados, de todos los que no creen ni oran... La Iglesia sigue siempre en pos del féretro, está constantemente llorando y suplicando por los muertos espirituales. Sólo esto podrá salvar a esos pecadores. ¡La oración de la Iglesia resucita a los muertos!

La Sagrada Liturgia ve en la madre de Naím un símbolo de la Iglesia orante. En la muchedumbre, que acompañaba a la viuda de Naím y se asociaba a su duelo por el muerto, la Sagrada Liturgia ve un símbolo de todas las madres, parientes, curas de almas, maestros y educadores que se lamentan y oran por algún muerto espiritual, por algún ser extraviado o perdido espiritualmente. El Señor se hace también el encontradizo con todos estos y los consuela, diciendo: No llores. Se encuentra con todos ellos principalmente en el Sacrificio de la Santa Misa. El encuentro se realiza por medio del sacerdote que celebra el Santo Sacrificio.

Señor, acuérdate de tus siervos y siervas, y de todos los presentes, cuya fe y devoción te son bien conocidas. ¡Misterioso y trascendental instante! Estamos ante un recuerdo de una importancia y de una significación extraordinarias. El sacerdote incluye en su Memento a todos aquellos de quienes se quiere acordar en el Santo Sacrificio de la Misa y, por ende, en el Sacrificio de Cristo en la Cruz. Para que este último pueda hacerse sacrificio nuestro es necesario que se nos aplique. Sólo así es como podremos beneficiarnos de la redención operada por el Señor en la Cruz, la propiciación. Solo así es como podremos asociarnos de un modo real a la adoración, a la acción de gracias y a las súplicas de nuestro Supremo Pontífice Cristo. Todo esto se consigne por medio del Sacrificio de la Santa Misa. Para ello sólo se requiere una cosa: que dicho Sacrificio se haga sacrificio nuestro. Ahora bien: el Sacrificio de la Santa Misa se hace nuestro siempre que el celebrante nos lo aplica.

Jesucristo pudo poner en las manos de todos los fíeles el Santo Sacrificio de la Misa. Sin embargo, no lo hizo. Se lo entregó únicamente a los sacerdotes. Sólo el sacerdote es quien, por medio de su libre determinación, de su positiva y determinada intención, realiza y hace fecundo dicho Sacrificio. Esta es la misión, esta la dignidad, este el poder del sacerdote. Si él "se acuerda" de nosotros, si quiere positivamente que el Sacrificio del Altar sea nuestro, lo será. Entonces, Jesucristo se encontrará con nosotros en el Sacrificio de la Santa Misa. Realmente, es un gran momento aquel en el que el sacerdote dice: Señor, acuérdate de tus siervos y siervas N. N., y de todos los aquí presentes. Es el lugar y momento para un prodigioso encuentro con el Señor, para un encuentro parecido al que tuvo lugar ante las puertas de la ciudad de Naím. Ellos mismos te ofrecen este sacrificio por sí y por todos los suyos, por la redención de sus almas y por la esperanza de su salud y conservación sobrenaturales. Para alcanzar todo esto te ofrecen ahora sus dones a ti, oh Dios eterno, vivo y verdadero.

Después que el celebrante, con su aplicación, nos ha unido íntimamente con el Señor que se inmola, ya podemos ofrecer a Dios el Santo Sacrificio por nosotros mismos y por todos aquellos seres queridos en cuya salvación y santificación debemos y queremos colaborar, para que así consigan la redención de sus almas. Ahora ya poseemos al Señor que se inmola. De este modo el Santo Sacrificio nos alcanzará ayuda y consuelo. Las súplicas por la salud y la salvación de nuestros seres queridos, que depositamos sobre la patena, serán escuchadas. El rocío de la gracia caerá misteriosa, silenciosamente sobre las almas de los que nos preocupamos. Llegará, en fin, el momento en que el Señor se acercará al féretro y resucitará al muerto a la vida de la gracia: Yo te lo mando, ¡levántate! ¡Qué ricos somos en la Santa Misa!

Pero, para poder ser asociados al sacrificio de Nuestro Señor Jesucristo necesitamos poseer por parte nuestra fe y devoción: Señor, acuérdate de tus siervos y siervas, cuya fe y devoción te son conocidas... Asistamos, pues, a la Santa Misa impulsados por un vivo deseo de hacer nuestros la sumisión al Padre, la adoración, la alabanza, la acción de gracias, la reparación y las súplicas del Señor que se inmola. El sacerdote con su Memento sólo podrá asociarnos al Sacrificio de Cristo en aquella medida en que nosotros asistamos a la Santa Misa llenos de una fe viva y animados por un verdadero espíritu de sacrificio, es decir, estando sinceramente dispuestos a inmolarnos y a sacrificarnos con el Señor. ¡Cuánto debemos apreciar la aplicación de la Misa, el Memento del celebrante! Para asegurarnos esta aplicación, este Memento, no necesitamos más que asistir a la Santa Misa con corazón recto y sincero. El sacerdote se acuerda de todos los asistentes a la santa Misa. Con este recuerdo los asocia al Santo Sacrificio y puedan, por lo mismo, compartir con él sus frutos.

Otra vez nos vuelve a exhortar San Pablo: Caminad en el espíritu. Si vivimos del espíritu, caminemos también en el espíritu. Hemos de caminar como hombres espirituales, debemos sembrar en el espíritu.... El que siembre en la carne, recogerá de la carne corrupción. La carne, los sentimientos carnales se parecen a un vasto y fecundo campo. El que siembre en este terreno, recogerá corrupción. ¿Quién siembra en la carne? El Apóstol nos lo dice bien claro: el que se preocupa de la honra vana; el que, por su ambición, por su loca vanidad y por sus orgullosas pretensiones, desprecia a los demás y es causa de riñas y disensiones; el que tiene celo y envidia del prójimo; el que corrige con aspereza y con poca caridad al hermano que ha caído; el que se tiene por algo; el que compara su conducta con la de los demás y toma pie de aquí para criticar lo que los otros piensan, dicen y ejecutan; el que, al obrar, no mira sólo a Dios; el que no se preocupa por nada de las necesidades, miserias y dificultades del prójimo; finalmente, el que no comparte el peso del otro, es decir, el que no se compadece de los demás, el que no los instruye, el que no ora y no hace obras de penitencia por ellos. Todos los que así obran son hombres puramente terrenos y naturales. Están llenos de sí mismos. No han sido transformados aún por el Espíritu Santo en hombres sobrenaturales.

En cambio, el que siembra en el espíritu, recogerá del espíritu vida eterna. También el espíritu es un campo fecundo. ¡Dichosos los que siembren en este terreno! Siembra en el espíritu el que no se preocupa de la honra vana; el que no tiene celo ni envidia de los demás; el que corrige con dulzura al pecador, logrando así convertirlo de nuevo a Dios; el que reconoce humildemente su propia debilidad; el que examina seriamente todos sus actos ante Dios y ante la propia conciencia; el que lleva el peso del otro y demuestra a todos, con obras y con palabras, su amor y su caridad; el que nunca se cansa de hacer bien; finalmente, el que, mientras puede y es tiempo de ello, no cesa nunca de hacer bien a todos, singularmente a los hermanos en la fe, es decir, a los que son miembros del Cuerpo Místico de Cristo, son hijos de la Iglesia.

El que siembre en la carne, recogerá de la carne corrupción. Son obras sembradas en la carne todas las que realizamos por un interés o un móvil puramente natural y humano, aunque sea muy bueno y laudable. Son obras sembradas en la carne todas las que no realizamos impulsados por el amor de Dios y de Cristo. Aunque, desde el punto de vista natural y humano, puedan ser dignas de aprecio, dichas obras carecerán, sin embargo, de todo valor para nuestra verdadera dicha, para nuestra eternidad. ¡Serán grandes pasos, pero dados fuera del verdadero camino!

El que siembre en el espíritu, recogerá del espíritu vida eterna. La vida eterna; he aquí el fruto incorruptible y eternamente precioso de la vida del espíritu, de la vida de fe, de la vida de la gracia, de la vida de unión con Dios y con Cristo. He aquí también el fruto de todo lo hecho, lo aceptado y lo sufrido en el espíritu. Todo ello, por mínimo que sea, produce constantemente nueva vida eterna, una nueva eternidad. ¡Qué locos somos, al no esforzarnos con todo ahínco por sembrar siempre en el espíritu!

Jesús llega a Naím. Al penetrar en la ciudad, se encuentra con un muerto, tras el cual aparece la llorosa madre. Jesús llega a las capillas, a las familias cristianas, y se encuentra en ellas con muertos... Siembran en la carne, y recogen de la carne corrupción, Tras ellos aparece la madre, la Iglesia. Ella es quien lleva el peso de los muertos; se compadece de ellos, ora, sacrifica y expía por ellos. Unámonos al Señor... Cuanto más sembremos en el espíritu con nuestra Madre la Iglesia, mejor podremos servir y ayudar a los que siembran en la carne, para que también ellos se hagan espirituales y alcancen la vida eterna.