viernes, 29 de noviembre de 2013

Nuevo Orden

PETRÓLEO Y SOBERANÍA
  
“El poder del capitalismo financero mundial tiene un objetivo trascendental, nada menos que crear un sistema de control financiero mundial en manos privadas capaz de dominar el sistema político de cada país y la economía como un todo, e influír sobre los políticos colaboracionistas mediante recompensas posteriores en el mundo de los negocios”.
Carroll Quigley, “Tragedy and Hope”
 
Decía el Dr. Adolfo Silenzi de Stagni, quien fuera profesor de las Cátedras de Derecho Agrario y Minero de las Universidades de Buenos Aires y La Plata, en “Claves para una Política Petrolera Nacional.  El Vaciamiento de YPF” (1982), que “…la defensa de la explotación del petróleo por el Estado es un punto esencial de nuestra soberanía económica”. Comenta “tres intentos ocurridos en ese último año relacionados con la destrucción de esta empresa estatal”, dos de ellos proyectos de privatización propiciados por Juan Alemann, Ministro de Economía del Proceso. El tercero se relaciona con la renegociación de los contratos petroleros, confiada al Dr. Federico Amadeo, durante la gestión de Martínez de Hoz, éste encargado de fraguar, la Deuda Externa (DE), “piedra angular de la tragedia económica de todos los argentinos”, según Julio González.
Más adelante señala algunas características de la industria petrolera, en primer lugar su alta lucratividad: “No existe otra materia prima que ofrezca mayor margen de ganancia. La diferencia entre el costo promedio de producción y el precio de venta en el mercado internacional es enorme. Y es indiscutible que la indsutria del petróleo obliga a realizar inversiones muy superiores a las de cualquier otra actividad, pero el capital para estas inversiones se obtiene del mismo negocio altamente lucrativo”.
La cadena de destrucción de Y.P.F. y de la economía nacional no se cortó ahí.  Jorge Scalabrini Ortiz transcribe un artículo (“Clarín”, 24 de marzo de 1983) en el que sostiene que “Los contratos de explotación petrolífera otorgados a partir de 1977, que sólo representaron el 17% de la producción total, no han sido eficaces, no aportaron suficientes capitales genuinos, y se han financiado con el crédito de los Bancos de la Nación Argentina y Nacional de Desarrollo […] Entre esas medidas tendientes a debilitar a Y.P.F., también debe señalarse la adjudicación a partir de 1977, de contratos de explotación con empresas privadas —algunas de ellas carentes de toda experiencia— en áreas previamente exploradas por la empresa nacional y en muchos casos, ya desarrolladas y explotadas por ella […] Todos los actos vinculados con esos contratos, que tienden contra los intereses de Y.P.F., serán revisados por el futuro Congreso de la Nación”.
Continúa el mismo autor: “Sin embargo, dicho compromiso de la U.C.R. previo a las elecciones fue luego totalmente dejado de lado por el radicalismo, ya que no sólo no se enviaron los contratos al Congreso, sino que el gobierno avaló las renegociaciones efectuadas por el Proceso, al mejorar los precios y algunas condiciones económico-financieras (Dec. 3870/84 - 5/85 y 145/85)”. En cuanto a las tarifas aplicadas a Y.P.F., “el radicalismo que había cuestionado la política que había llegado al extremo de cobrar por litro de nafta el 68% de impuesto, no titubeó en aplicar el 73%, rigiendo en la actualidad una estructura de precios donde los impuestos a las naftas súper y común alcanzan el 67,2 y el 65,6 % respectivamente valores aún extremadamente altos, dejando a Y.P.F. un monto por valor tanque que representa menos del valor de la mitad de una gaseosa”.
En otra parte del mismo trabajo manifiesta que la “supuesta crisis argentina no tiene otro propósito que, además de una redistribución negativa del ingreso, posibilitar la venta de grandes empresas públicas que han sido baluartes de soberanía nacional y puntales del crecimiento del país”.
La cadena se continuó con el inefable Carlos Saúl, quien puso la frutilla —con la inestimable ayuda de Mr. K— con el obsequio de todo nuestro patrimonio por medio de la Ley 23.696, siguiendo las instrucciones del infaltable Sir Henry Kissinger, en el simposio sobre Deuda Externa de Berna, de 1985. “Yo prefiero que las naciones deudoras paguen sus obligaciones externas con activos reales a los bancos acreedores, con la entrega del patrimonio de las empresas públicas”.
El buen Carlos fue condenado por contrabando de armas, lo que equivale, por lo que vimos y veremos, a condenar a Jack el Destripador por escupir en la vereda. En efecto, el Artículo 29 de la Constitución Nacional reza: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo Nacional… facultades extraordinarias, ni la suma del poder público, ni otorgarle sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden a merced de gobiernos o persona alguna.  Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen a la responsabilidad y penas de los infames traidores a la Patria”. Y el Artículo 215 del Código Penal agrega: “será reprimido con reclusión o prisión perpetua el que cometiera el delito previsto por el artículo precedente, en los casos; 1) Si ejecutare un hecho dirigido a someter total o parcialmente la Nación al dominio extranjero o menoscabar su independencia o integridad”.
Párrafo aparte merecería el riesgo de vida para los argentinos, tras los acuerdos con Chevrón, y los daños ambientales que puede provocar la extracción de gas y petróleo de la roca madre con el procedimiento conocido como fracking, como el provocado en Ecuador.  Otros no se preocupan tanto: en la Cumbre de la tierra de 1992, ECO´92, de Río de Janeiro, convocada por las Naciones Unidas, Lawrence Summers, funcionario del Banco Mundial y posteriormente subsecretario del Tesoro de los Estados Unidos con Bill Clinton, “propuso a la Cumbre, como económicamente lógico, que las industrias contaminantes emigren al Hemisferio Sur, porque, en primer lugar, allí pagarán menos impuestos por la contaminación que producen”. Y en segundo lugar (en serio, segundo) porque, en cuanto a las posibles víctimas de la polución ambiental, “los años de vida o la esperanza de vida de un inglés valen más que las de cientos de indios” (Padre Juan C. Sanahuja: “El Desarrollo Sustentable”).
A confesión de parte…
 
Luis Antonio Leyro
 

martes, 26 de noviembre de 2013

Eclesiales

EL PLURALISMO DE LA MENTALIDAD CLERICAL
  
  
La cri­sis de la Igle­sia, arrai­ga­da en su se­no, es una cues­tión ar­dua­men­te dis­cu­ti­da.  Es do­lo­ro­so asu­mir­lo, pe­ro en las cir­cuns­tan­cias vi­gen­tes, el ca­tó­li­co ca­bal es­tá lla­ma­do a prac­ti­car la más du­ra y pru­den­te de las re­sis­ten­cias con­tra los erro­res que pue­dan ema­nar de quie­nes de­bie­ran pro­te­ger­nos de ellos.
 
Se su­ma a la con­fu­sión el pe­rio­dis­mo, pues bien sa­be­mos y nos lo ha di­cho el Pa­dre Ez­cu­rra, que “el san­to pa­tro­no del pe­rio­dis­mo es el Dia­blo”. Así, no po­cos son los que ad­vier­ten la rau­da y ra­paz in­cum­ben­cia de los me­dios pe­rio­dís­ti­cos en las cues­tio­nes ecle­sia­les. Con las fu­nes­tas con­se­cuen­cias que de ello se si­guen.
 
Pon­ga­mos al­gu­nos ejem­plos.
 
Con fe­cha 26 de ma­yo del co­rrien­te año, el dia­rio “Cla­rín” pu­bli­ca: “El su­ce­sor de Ber­go­glio pi­dió no te­ner mie­do a la va­rie­dad de ideas” (cfr. http://www­.cla­rin­.com ­/po­li­ti­ca­/su­ce­sor-Ber­go­glio-te­ner-va­rie­dad-ideas_0_926307462. html).
 
Dicho su­ce­sor es Mon­se­ñor Po­li, co­mo se sa­be; y en la ci­ta­da ho­mi­lía ma­ni­fes­ta­ba que: “de­be­mos apos­tar a una co­mu­nión que no le ten­ga mie­do a la va­rie­dad de ideas…”
 
¿A qué va­rie­dad de ideas ha­ce alu­sión el pri­ma­do? ¿Es lo mis­mo la “idea” ca­tó­li­ca de la Tri­ni­dad que la “idea” bu­dis­ta del Nir­va­na? ¿Es lo mis­mo la “idea” de la con­cor­dia que la de la re­vo­lu­ción per­ma­nen­te? ¿No exis­te ya el le­gí­ti­mo te­mor an­te aque­llas ideas que pue­dan, pre­ci­sa­men­te, ha­cer­nos per­der el san­to te­mor de Dios?
 
El pe­rio­dis­mo ca­pi­ta­li­za la sie­ga, cla­ro. Pe­ro pri­me­ro hay otros que po­dan la ver­dad. Obis­pos y sa­cer­do­tes que no hon­ran la Pa­la­bra ga­nan te­rre­no den­tro y fue­ra de la Igle­sia. Lue­go, los ope­ra­do­res de la co­mu­ni­ca­ción se con­vier­ten en agen­tes pro­pa­ga­do­res de la con­fu­sión y osa­día cle­ri­cal.
 
En el mis­mo te­nor, pue­de con­sul­tar­se una cu­rio­sa en­tre­vis­ta a do­ble pá­gi­na al Pbro. Ra­fael Braun, di­fun­di­da por el “Gran Dia­rio Ar­gen­ti­no” (cfr. http://www­.cla­rin­. com­/zo­na­/ge­nui­na-po­li­ti­ca-in­clu­si­va-dis­tri­buir-di­ne­ro_092630750 4.html).
 
Es­te hom­bre que, alér­gi­co a la ves­ti­du­ra sa­cer­do­tal, os­ten­ta un si­nies­tro cu­rrí­cu­lum (dis­tin­gui­do con Lau­rel de Pla­ta por el Ro­tary Club y el pre­mio de­re­chos hu­ma­nos B´nai B´rit­h, en­tre otras lin­de­zas) ce­le­bra que la “Ar­gen­ti­na es un país plu­ra­lis­ta, y que el mi­to de la na­ción ca­tó­li­ca con­clu­yó ha­ce mu­cho tiem­po”. Aco­tan­do que “hoy en día el na­cio­na­lis­mo an­ti­li­be­ral es un ana­cro­nis­mo que no tie­ne fun­da­men­to; és­ta es una so­cie­dad plu­ra­lis­ta en su pro­pia con­for­ma­ción, que ha in­cor­po­ra­do el va­lor de las li­ber­ta­des ci­vi­les y po­lí­ti­cas co­mo irre­nun­cia­bles…”
 
¡Bien Don Braun o Dan Brawn! Ten­ga cui­da­do, eso sí; en el in­fier­no no hay mu­cha se­gu­ri­dad de que se res­pe­ten las li­ber­ta­des ci­vi­les de los fe­lo­nes. Y si­gue vi­gen­te la en­se­ñan­za  de Le­wis: “Cris­to, tam­bién, de­mues­tra amor por su pa­tria”. ¡Ay, de quien no lo tu­vie­re!
 
A es­tas al­tu­ras, no se pue­de de­cir más que es­to: el cle­ri­ca­lis­mo avan­za ha­cia la bu­ro­cra­cia es­pi­ri­tual y el triun­fo de la re­li­gión uni­ver­sal. El pe­rio­dis­mo aplau­de y el Dia­blo se re­go­ci­ja. Lue­go, los he­chos ha­blan y las pa­la­bras so­bran. Qui­zás de­ba­mos con­ce­der­le ra­zón a Fe­de­ri­co Mi­hu­ra Se­beer, cuan­do en su obra “El An­ti­cris­to”, di­ce opor­tu­na­men­te: “…es de te­mer que el An­ti­cris­to lle­gue a ser se­cun­da­do por la mis­ma «Igle­sia de Cris­to»… por­que la Igle­sia ofi­cial ha avan­za­do mu­cho en el ca­mi­no de la com­pli­ci­dad con es­ta nue­va fi­gu­ra de Cris­to, que es la que im­pul­sa el An­ti­cris­to” (pág. 133).
 
En fin, una vez más, po­de­mos con­for­tar­nos con un di­cho de Tol­kien: “No es oro to­do lo que re­lu­ce, ni to­da la gen­te erran­te an­da per­di­da”. Im­plo­re­mos al Pa­dre que nos con­ce­da la pron­ta con­ver­sión de cuan­to clé­ri­go ha­ya ab­di­ca­do de la Cau­sa Di­vi­na y, al mis­mo tiem­po, vi­vi­fi­que “la voz del de­sier­to” que, re­co­no­cien­do tiem­pos pos­tre­ros, no se can­sa de gri­tar que Cris­to vuel­ve y ven­ce.
 

Octavio Guzzi
 

viernes, 22 de noviembre de 2013

En el día de la Buena Música…

ROMANCE DEL
20 DE NOVIEMBRE
   
  

Letra y música de
Luis Fajardo
   

miércoles, 20 de noviembre de 2013

En la semana del 20-N


¿POR QUÉ PEDIMOS MISAS POR FRANCO?
 
 
Podemos emocionarnos, sí; e inclusive, treinta y ocho años después, hasta podríamos volver a derramar algunas lágrimas por su ausencia (aunque el llanto desgarrador, el de la honda tristeza —sentida más en el alma que en el cuerpo— quedó prendido, en noviembre del 75, al pie de la losa que cubre su cuerpo en el Valle de los Caídos).
 
Sin embargo, ese hombre —que a despecho de su escasa estatura, ¡fue, y es, tan alto!— ha logrado que cada 20-N lo recordemos con más alegría. Porque intuimos, esperamos, estamos seguros, casi diría que sabemos dónde está, nos alegramos por él… y le pedimos que siga intercediendo por nuestra amada Patria ante el Padre Eterno.
 
En  efecto, ¿en dónde podría estar Francisco Franco Bahamonde si no es en el Paraíso? Recordamos una anécdota, sucedida cuando el presidente norteamericano Reagan visitó España, suscitando las más encontradas reacciones. Entre las “pintadas” callejeras de aquellos días, alguien —palabra que no sabemos quién, ni con qué intenciones— dejó su mensaje en cualquier pared: “Reagan, vete al cielo con Franco”. Es que la calle, el hombre común, la tan mentada vox populi, no concibe otro destino que el celestial para nuestro Caudillo.
 
¡El cielo! Franco, el Caballero de Cristo, “el hijo predilecto y el más querido de la Iglesia entre los Jefes de Estado”, al decir de S.S. el Papa Pío XII, se lo fue ganando día a día, durante su vida, como día a día fue liberando a España durante la Cruzada. Recordemos (a modo de ejemplo) tres juicios sobre el gran Caudillo de España por la Gracia de Dios, para apoyar nuestras palabras.
 
El Cardenal Tedeschini, haciéndose eco en Roma de todo lo que el Generalísimo Franco y su Gobierno hacían en España para ayudar a la Santa Iglesia, dijo en el Colegio Español: “Alabada sea España, nación católica cuya situación material y espiritual conozco de ahora y de antes. Con pocas naciones como ella el mundo estaría a salvo. Ella nos enseña a gobernar en católico. Si Roma es una promesa, España y su católico gobierno son una realidad. ¡Alabada sea España!”
 
Otro Cardenal, Quiroga Palacios, allá por 1954 así le decía a Franco: “Como prelado de la santa Iglesia, yo os felicito, Excelencia, por haber sido elegido por Dios para reafirmar nuestra unidad católica y para asentar en España este sistema de relaciones entre la Iglesia y el Estado, en los cuales… se está tan lejos de una supeditación del Estado con relación a la Iglesia… como de una servidumbre o enfeudamiento de la Iglesia con relación al Estado, que éste no pretende en manera alguna y que aquélla rechazaría en todo caso hasta el martirio”.
 
Monseñor Marcelino Olaechea, Arzobispo de Valencia, escribió en su Carta Pastoral el 24 de junio de 1962: “No sería la Iglesia en España ni noble —aún siendo ajena del todo a enfeudarse en Regímenes y Gobiernos— si no elevara diaria y fervorosa oración a Dios por el Jefe del Estado y Generalísimo de los Ejércitos, S.E. don Francisco Franco Bahamonde, pues en él y en sus gobiernos ha encontrado y encuentra cordial cooperación para la mejor formación espiritual de los españoles. La Religión Católica enseñada en todas las escuelas y grados de la educación nacional, desde la elemental a la universitaria; la legislación sobre el matrimonio; los viejos seminarios remozados y los otros levantados de planta con decoro y sin lujo; la reconstrucción de las parroquias derruidas por la ceguera de la persecución y el levantamiento de tantas obras que urgía… la restauración de célebres monasterios… ¡Estas y otras son las benemerencias con la Iglesia en España, por parte del Régimen!”
 
¡El cielo! Nuestro Señor Jesucristo decía que Él confesaría ante Dios Padre a quien lo confesara a Él ante los hombres… ¿Cómo dudar de la Palabra de Dios, cómo dudar que Él ya habrá cumplido con su promesa, y habrá recompensado a ese siervo bueno y fiel?
 
En efecto, Francisco Franco Bahamonde confesaba a cada momento a Nuestro Señor ante los hombres. Ante las Cortes, en 1946, dijo: “El Estado perfecto para nosotros es el Estado Católico”. Siete años más tarde, en el mismo sitio, fue aún más explícito: “Nuestra fe católica, piedra básica de nuestra nacionalidad; identificad a la fe cristiana con el fin supremo del hombre elevado al orden sobrenatural… Si somos católicos, lo somos con todas sus obligaciones. Para las naciones católicas las cuestiones de fe pasan al primer plano de las obligaciones del Estado. La salvación o perdición de las almas, el renacimiento o la decadencia de la fe, la expansión o reducción de la fe verdadera, son problemas capitales ante los cuales no se puede ser indiferentes”.
 
Una década después, en 1963, así habló en Tarragona: “La obra mejor del Movimiento no es el bienestar y la riqueza que produce, ni los bienes materiales que bajo su acción se crean, sino precisamente el haber salvado a España del materialismo ateo y haber sabido unir lo espiritual con lo social… No puede haber bienestar social si no se edifica sobre los principios de la Ley de Dios, sobre los principios del Evangelio”.
 
Sí, el cielo… para estar de rodillas ante su adorada Madre, la Inmaculada Concepción, como lo estuvo en la tierra bajo su manto en el Pilar, al entregarle su espada de la victoria, y tantas veces más.
 
Entonces, alguien podría preguntarse: —“Si Franco ya está en el cielo, ¿para qué seguir celebrando Misas por su alma?, ¿quien ha llegado al cielo no está ya salvado?”
 
Seguiremos pidiendo Misas por él porque es nuestro deber, de agradecidos y leales soldados, y porque esperamos ser cada año más fieles y fervorosos. Si Franco está ya en el cielo, mejor: la oración nunca vuelve vacía de las manos de Dios, y la Sabiduría infinita del Padre sabrá a quién aplicarle los frutos del Sacrificio redentor.
 
Pero nosotros seguiremos allí, con la gracia de Dios. Año tras año, arrodillándonos ante el altar para pedir por nuestro Caudillo a perpetuidad. Ya sin llanto, sino con la sonrisa del que todo lo espera en Cristo. La misma sonrisa que tendrá nuestro querido Francisco Franco, nuestro amado Jefe, mientras sigue guiándonos desde allá, sobre los luceros, donde a despecho de su escasa estatura, se alza cada vez más y más alto, para pedir a Dios Todopoderoso que tenga piedad de nosotros y de nuestra España.

Rafael García de la Sierra
 

martes, 19 de noviembre de 2013

En la semana del 20-N


ANTE UN NUEVO ANIVERSARIO
  
  
Mañana, Dios mediante, hará veinte años de la muerte de Francisco Franco. El pueblo español, a esta distancia en el tiempo, puede y debe reflexionar y comparar entre la España de entonces y la España de hoy. Frente a la manipulación y al falseamiento de la verdad, que el nuevo Régimen impuso como norma y objetivo, nosotros, los que no hemos cometido perjurio, disimulado de habilidad politica; los que hemos sabido mantener nuestras lealtades; los que no hemos sucumbido ni a la tentación del abandono, ni a las seducciones del poder, recordamos públicamente y sin rubor la obra excepcional del Caudillo: el que en la guerra ganó la Victoria contra el comunismo y sus cómplices; el que en la paz logró la reconciliación auténtica entre los españoles que varonilmente se habían combatido; el que hizo de España una nación rica y próspera, unida y en orden, con paz y trabajo, que hoy, sedienta de agua y hambrienta de justicia, se encuentra en trance de ruina económica, de envilecimiento moral, de fragmentación política y de renuncia histórica.
 
La Providencia quiso que otro 20 de Noviembre cayera José Antonio. Las balas del rencor y de la envidia atravesaron su corazón, pero no pudieron terminar con su espíritu; y fue su espíritu joven, enamorado de la España que él llamó metafísica, el que, arrancando de la Tradición, afloró una doctrina para su época; una doctrina que movilizó a la juventud; una juventud que no vaciló, al servicio de la gran empresa restauradora de la Patria, ante el sacrificio heroico del sacramento de la muerte.
 
Creo que hoy urge más que nunca valorar y ensalzar a quienes como José Antonio y Franco son figuras ejemplares, no sólo en la perspectiva de un tiempo que pasó, sino en la perspectiva de futuro. No se trata de copiar y repetir, sino de identificarse con su pensamiento y su quehacer, para pensar y actuar como ellos lo hubieran hecho en el día de hoy. Si José Antonio elaboró una doctrina, fue Francisco Franco el que la puso en acción. Uno y otro nos son precisos, y no pueden ni deben ser enfrentados jamás, porque la doctrina sin acción es un sueño narcisista y evanescente, y la acción sin doctrina no hubiera sido otra cosa que epilepsia y barbarie.
 
¿Y cuál fue la doctrina que hizo posible, al ponerla en acción, que una España, pobre y triste, zaragatera áspera y tullida, se transformase, a pesar de la devastación de la guerra y del cerco internacional, en la España una, grande y libre, que conocimos y en la que vivimos?
 
Son cinco, a mi modo de ver, las líneas maestras del pensamiento de José Antonio, que revelan por un lado, una concepción original de la Política, en el más noble sentido de la palabra, y,  por otra, la apelación a cinco factores que por vez primera, fueron convocados para servirla con eficacia: el factor teológico, que contempla al hombre, no como un ciudadano que vota, o como un sujeto que produce y consume, sino como un ser trascendente, hijo de Dios, portador de valores eternos; el factor épico y lírico, que intuye que a los pueblos sólo los mueven los poetas; el factor histórico, que dada la configuración de España, la define como unidad de destino en lo universal; el factor económico, que estructura al país como un gigantesco Sindicato, en el que el trabajador, el técnico y el patrono no se enfrentan sino colaboran en la verticalidad de un objetivo: la seguridad en el empleo y la calidad del producto o del servicio; y el factor personal, que pretende devolver a los españoles el orgullo de serlo, y aspira a que se sientan mitad soldados y mitad monjes: soldados de la patria de la tierra y monjes para la patria del cielo.
 
Son estos cinco factores convergentes los que asumió Francisco Franco, y los que se dieron cita para la creación del Estado nacional, orientado al bien común; y porque el hombre, al que la Política se ordena, escapa al corsé del tiempo, la textura jurídica del Estado se inspiró en el Evangelio; y porque el hombre fomentó el bienestar económico y la calidad de vida, de tal manera que no hubo ni un hogar sin lumbre ni un español sin pan; y porque el pueblo, para no diluirse en el anonimato o convertirse en colonia, debe reconocerse a sí mismo, la Política, que se ordena a una comunidad de hombre, fortaleció la conciencia nacional de España.
 
La desaparición del analfabetismo y la permeabilización cultural; la concentración parcelaria y las unidades mínimas de cultivo; la fabricación creciente de fertilizantes; la renovación ganadera; la revolución industrial (desde la siderúrgica a la construcción de automóviles y camiones); el fomento de la natalidad y la ayuda a las familias numerosas; el ordenamiento del trabajo y la seguridad social; el plan hidráulico, que dio origen, no sólo a la red de presas y pantanos, sino al trasvase Tajo-Segura; la repoblación forestal, que cubrió de arbolado los páramos y las montañas; y la edificación de tal número de viviendas que el 46% de las que hoy existen se construyeron entre 1939 y 1975, en la mayoría de los casos protegidas oficialmente, que podían adquirirse pagándolas en 50 años y por cien pesetas al mes.
 
Y comparemos esta política orientada al bien común con la política del Sistema nacido de la transición, en el que lo importante es la palabrería, el cotorreo y el insulto recíproco de las campañas electorales, el despilfarro, la corrupción y la hipocresía, que ignora o se desentiende de los graves problemas a los que, por su carácter prioritario, es preciso sacrificarlo todo. Se ha hecho de la democracia liberal un ídolo, olvidando que el liberalismo destruye la verdadera democracia y que el socialismo, que en el Sistema asciende al poder, lacera, gangrenándolo, el tejido social. De aquí, que mientras los políticos de ahora siguen su parloteo inútil, las empresas cierren o reduzcan su plantilla; el paro crezca y la bolsa de pobreza aumente; la flota pesquera amarrada durante siete meses se halle amenazada de desguace; los bosques queden reducidos a ceniza por el fuego; el número de trabajadores que mueren en las minas sea mayor cada año; la construcción naval se debilite, y estemos a punto de vender al más audaz o que ofrezca más altas comisiones, una Compañía aérea, como Iberia, que era rentable y cuyo prestigio era universal.
 
Con las inversiones fabulosas a nivel faraónico de los Juegos Olímpicos de Barcelona, de la Exposición de Sevilla, del tren de alta velocidad, y los préstamos sin retorno al exterior, admisibles con una economía holgada y estable, se hubieran podido paliar los efectos de la falta de lluvias, que está desertizando a Andalucía, y que puede convertir en dunas las huertas magníficas de Murcia y Valencia. Y sin agua no hay vida, y sin vida la patria se convierte en cementerio.
 
Y a eso es a lo que consciente o inconscientemente nos lleva de un modo inexorable la política del cambio, a la que se une y abraza la política del mal menor, que va debilitando, a base de cesiones, concesiones y dejaciones, la capacidad de un pueblo, que, cuando permanece sano, tiene empuje y coraje para reaccionar. Lo que importa no es España, sino que haya partidos políticos que se enzarcen entre sí, que pacten con los terroristas, que absorban una parte gruesa del presupuesto del Estado para mantenerse, que no se opongan al corte de vides y olivos que nos impone la Unión Europea, que legalicen con el aborto el homicidio, que se comprometan a reconocer el matrimonio de los homosexuales, que permanezcan impasibles ante el drama del sida o de una juventud drogada, que enferma y se pervierte en el itinerario suicida de las famosas “rutas del bacalao”.
 
No creo haberme alejado de la realidad: una realidad profundamente dolorosa para los que tenemos conciencia de la misma, y  de lo mucho e importante que se halla en juego y a plazo breve. Porque un sistema político sin valores, en el que decide sobre cosas fundamentales el voto de los indecisos, que no tienen criterio; en el que los votos de una minoría parlamentaria condicionan al gobierno de un partido mayoritario, de tal modo que la minoría, y no la mayoría, es la que de verdad gobierna; en el que la Constitución declara abolida la pena de muerte y luego se aplica a través de instrumentos que se financian con fondos reservados; en el que la misma Constitución exalta la unidad de la Patria y después fomenta su fragmentación, hablando de nacionalidades y entregando el poder a los que oficialmente piden la independencia, no sólo no puede contener el proceso de liquidación de España, sino que lo fomenta sin escrúpulos, porque es muy poco lo que España les interesa.
 
Por eso es sumamente importante el recuerdo y la presencia espiritual de José Antonio y de Franco, acicates uno y otro para sobreponernos a la indiferencia egoísta: para convencernos que de nada sirve —salvo para caer en la desesperación— la protesta individual; para,  con sentido común, y con espíritu de sacrificio, no derrochar las energías restauradoras con la atomización de grupos —nobilísimos, ciertamente, en su intención— que permanecen aislados y dispersos, carentes de la fuerza necesaria para —haciendo confluir ideales e intereses, y hasta el instinto de supervivencia—, resultar operativos a finj de rehacer una Patria que se convierte en escombros.
 
Son muchos, por desgracia, los que dicen: No hay nada que hacer, hay que resignarse y entregarse a la transformación social y cultural que exige el despegue de una civilización basada en la fe religiosa, el amor a la Patria y el pilar de la Familia. Olvidan los que así lo entienden que la sociedad fruto de esa transformación sería —y donde se implantó lo ha sido— totalmente inhumana, con la tiranía en el poder y la esclavitud en el pueblo.
 
Nosotros, ni nos resignamos ni nos entregamos. Hay que continuar la siembra, a pesar de que el campo parezca el sueño de una pocilga o de un muladar, porque la basura, al pudrirse, abona la sementera. Lo que hace falta es que no ingresen los sembradores, voluntariamente y desesperanzados, en la estadística del desempleo. La desesperanza se evita y suprime con el amor. Mientras haya un puñado de hombres y mujeres, de jóvenes y menos jóvenes, que amen a Dios y a la Patria habrá apóstoles que evangelicen y soldados que combatan, hasta el martirio unos y hasta el heroísmo otros. No hay mejor antídoto contra la deserción o la complicidad que el testimonio de la sangre. Sólo mueren las ideas por las cuales no hay quien esté dispuesto a morir. Las naciones no desaparecen por pequeñas o débiles sino por viles.
 
Franco y José Antonio nos ofrecen hoy —época de oscuridad y nubarrones— el testimonio viril de sus vidas. Nuestra obligación no es otra que dejarnos iluminar por ellos; no regresar al pasado, pero sí acceder al agua viva de los grandes principios dinamizantes que hicieron posible España. Nos sentimos orgullosos de ser, como alguien nos ha llamado despectivamente en letras de molde, “los hijos del 20-N”, porque lo somos; y con la herencia, la responsabilidad y el honor que ello supone seguiremos cantando a la intemperie, sin ningún complejo de inferioridad y sin un solo gramo de cobardía:
 
“Gloria a la Patria que supo seguir,
sobre el azul del mar, el caminar del sol”.
 
Blas Piñar
(Discurso pronunciado el 19 de noviembre de 1995, desde la tribuna de oradores en el acto conmemorativo de la muerte de Francisco Franco y José Antonio Primo de Rivera)
 

jueves, 14 de noviembre de 2013

Envío: A la reina Máxima


PEDOFILIA NARANJA
  
  
Disimulada entre la música y los bailes, escondida en medio de lo que aparentaba ser la dulce fiesta naranja, subyacía otra Holanda. ¿Otra? Y sí, otra, y bien distinta de esas imágenes cordiales que mostraban las pantallas. El asunto no es nuevo, hace tiempo que los holandeses se presentan como una sociedad “progresista”. Y ya sabemos, que al amparo de esa palabrita mágica, se puede aceptar cualquier cosa. Pero en este caso, diseñaron una curiosa versión, ensamblando al progreso, con la aprobación legislativa y social de conductas que degradan a la condición humana.
 
Nadie ignora que los holandeses fueron progresistas en lo de la prostitución, la droga libre, el aborto, la eutanasia de los adultos y después de los niños, etc., pero parecería que, aún esa tremebunda demasía, les quedó chica y entonces avanzaron sobre la pedofilia, que a partir de ahora será un derecho más, a ejercer a la luz del día. Tal, la tristísima noticia que llega de una Corte de Apelaciones holandesa, que autorizó el libre funcionamiento de una asociación de pedófilos, por considerar “que no existe amenaza para la desintegración de la sociedad”.
 
A tal extremo llega el extravío de una sociedad en la que cada cual reclama “derechos”, aún los más absurdos y aberrantes, una suerte de igualitarismo absoluto, sin deberes, y donde parece que todos tienen derecho a todo, por el simple hecho de desearlo.
 
Muy pocos escritores como Dostoievski, pensaron la cuestión del hombre en el mundo moderno, penetrando en el problema del mal, del crimen y de la conciencia. Él sostiene que toda persona humana, tiene un valor absoluto, aún la más ínfima y hasta la más despreciable, posee un valor incondicional, que está dado por la inmortalidad del alma. Para el ruso la negación de ese valor absoluto, es lo mismo que negar al hombre mismo y como resultado de esa negación, el hombre se transformaría apenas en medio, o instrumento apto para cualquier deseo, o cualquier provecho.
 
Y no erraba Dostoievski si miramos lo que sucede hoy en el mundo y en esta Holanda naranja enemiga de Dios, donde de tumbo en tumbo moral, ahora llegaron hasta admitir legalmente la pedofilia. Legislar no sólo para despenalizar, sino para promover conductas capaces de lastimar grave y definitivamente a los niños, habla del clima asfixiante, humanamente hablando, que se vive en ese país.
 
Entendemos que la cosa sería más o menos así, los chicos holandeses, (los que no hayan sido abortados) podrán ser ultrajados y mancillados a gusto por los pedófilos que, protegidos por la ley, podrán agruparse, publicitar sus actividades, en suma aunar esfuerzos para difundir y consumar sus propósitos. No será que a fuerza de ir admitiendo como “naturales” los hechos menos dignos y para que ninguno se sienta discriminado u ofendido, llegamos hasta sacrificar a los niños y a reconocer como “natural” ese sacrificio pavoroso.
 
En contraste, debemos valorar la decisión de la Tate Gallery de Londres, que suspendió la exhibición de las obras de Graham Ovenden, un celebrado artista inglés de setenta años, al que un tribunal francés, encontró culpable de cuatro cargos de conducta indecente contra menores.
 
De acuerdo a la popular leyenda, el capitán de un barco holandés, en medio de la tempestad, pacta con el diablo y por eso es condenado a navegar sin descanso, sin rumbo y sin jamás tocar tierra. Es cierto que las leyendas son leyendas, pero que algo debe andar muy mal, en un país que no acierta a distinguir el bien del mal, llegando al extremo de establecer normas no solo para proteger, sino para auspiciar, a quienes van a degradar a sus niños, no parece cuento, ni leyenda, sino atroz triunfo del mismísimo demonio.
 
Miguel De Lorenzo
 

martes, 12 de noviembre de 2013

In memoriam

A 150 AÑOS DEL ASESINATO
DEL CHACHO PEÑALOZA



Tengan cuidado, señores,
no vaya a resucitar…

domingo, 10 de noviembre de 2013

Guerras Justas

UN SIGNIFICATIVO ALEGATO

El prisionero de guerra, Mayor (R) Jorge Alberto Benítez, de la Fuerza Aérea Argentina, fue sentenciado tras otra de esas parodias tribunalicias convertidas en rutina durante esta década infecta. En Santa Fe, el pasado 30 de julio, le tocó pronunciar su alegato final, y lo hizo con palabras que merecen ser reproducidas. Aquí va un fragmento sustancial de las mismas.


No estoy aquí para mostrar arrepentimiento, ni para pedir clemencia, por delitos que no he cometido, sino para pedir JUSTICIA.
 
No es de mi parte un acto de arrogancia, ni de soberbia, ni de orgullo desmedido. Es la actitud consciente y reflexiva que adopto por haber sido privado ilegítimamente de la libertad y, junto a mi familia, por haber sido puesto a disposición del escarnio público, difamado y torturado física, moral y espiritualmente por espacio de dos años y medio.
 
No me anima odio, ni resentimiento, ni ansias de venganza por haber sido injustamente acusado.
 
Cuando combatí, lo hice lealmente y cara a cara, como pueden atestiguarlo, y lo han hecho, nuestros enemigos británicos; y como ha sido reconocido y valorado por el Congreso de la Nación Argentina cuando me otorgó la Medalla al Valor en Combate.
 
Enemigos británicos a los que hoy sirven acabadamente estos juicios para intentar desmovilizar ética, moral y espiritualmente a las Fuerzas Armadas, para completar la ya conseguida  indefensión material de la Nación Argentina.
 
En otras palabras, lo que no consiguieron por la fuerza en 1982, lo están consiguiendo hoy por otros medios y con actores locales.
 
Perdono de corazón, a todos. A quienes por odio, dinero, venganza, presiones y/o directivas políticas, han participado en este juicio; han mentido, cometido prevaricato y procurado de cualquier modo mi condena.
 
Ante el Crucifijo que preside este Tribunal, reitero mi inocencia.
 
Dra. María Ivón Vella, Dr. José María Escobar Cello, Dr. Omar Paulucci: tenéis la oportunidad única de marcar un hito en la historia Judicial argentina, que signifique el inicio de la Restauración de la Verdad y la Justicia, absolviendo a cuantos hemos sido falsamente acusados de aberrantes hechos, que repugnan a nuestro buen nombre y honor.
 
Sea cual fuere vuestro fallo, este Juicio quedará en nuestra conciencia y en la vuestra, hasta el día del Verdadero Juicio, en donde resplandecerá en todo su esplendor la Verdad y la Justicia: el inapelable Juicio Final de Nuestro Señor Jesucristo, cuando venga en todo su Esplendor y Gloria.
 
Como dice el Evangelio para el día de hoy, en San Mateo 13: “El Hijo del Hombre enviará a sus Ángeles, y éstos quitarán de su Reino todos los escándalos y a los que hicieron el mal y los arrojarán en el horno ardiente; allí habrá llanto y rechinar de dientes. Entonces los justos resplandecerán como el sol en el Reino de su Padre. ¡El que tenga oídos, que oiga!”
 
Continuaré rezando, como lo vengo haciendo desde hace dos años y medio, por todos los que han participado en este Juicio y principalmente por la Restauración de la Justicia, la Paz y la Concordia en nuestra amada Patria. Que la Estrella de Belén nos guíe por el camino de la reconciliación para mayor Gloria de Dios y bien de nuestra Patria.
 

martes, 5 de noviembre de 2013

Aclaración

FACEBOOK


  
Amigos: me dicen que existe un perfil de facebook que funciona como si fuera mío y yo respondiera por él.
  
Deseo aclarar -aunque ya lo he hecho hace años y en varias ocasiones- que no tengo facebook, y que no he autorizado a nadie a que lo tenga en mi nombre.
  
Quienes quieran comunicarse conmigo ya saben cuál es mi correo electrónico, pues aparece mes a mes,desde hace mucho, en la revista Cabildo (caponnetto@fibertel.com.ar).
También aparece una dirección postal a la que pueden escribirme(Casilla de Correo nº 80, Sucursal nº 7 del Correo Argentino, C.P. 1407, Capital Federal), o directamente  a las páginas de este Blog (http://elblogdecabildo.blogspot.com.ar/)



Muchas gracias.

domingo, 3 de noviembre de 2013

Históricas

EL ENCANTO DE LOS PUEBLOS ORIGINARIOS
  
  
Los aztecas ostentan tres tristísimos y lamentables récords históricos que tal vez solo puedan disputarle los comunistas con sus cien millones de ejecutados en setenta años de historia.
 
El primero de ellos corresponde a la cantidad de víctimas logradas en el transcurso de dos siglos, el segundo a las logradas en solamente cuatro días, y el tercero se refiere a la inmensa cantidad de niños ejecutados.
 
Conviene aclarar que la arqueología, la antropología y la etnología moderna se han encargado de confirmar todo cuanto decimos y aseveraron los cronistas americanos.  La ciencia ha hablado, y ya no hay lugar para presunciones o debates ideológicos.
 
RECORD NÚMERO 1: MAYOR CANTIDAD DE EJECUCIONES EN DOS SIGLOS
 
La cantidad de víctimas variaba mucho de acuerdo con la importancia de la ciudad, del pueblo y de la festividad elegida para el ritual.  Fray Juan de Zumarraga y Francisco Clavijero, en 1531, dan cuenta de que sólo en la ciudad de México se sacrifican a los ídolos más de veinte mil víctimas al año.
 
Fray Juan de Torquemada ubica el numero de asesinados en todo el país por año en 72.244, incluidos veinte mil niños.
 
El historiador mexicano, el Padre Cuevas, asegura que el número de sacrificios en lo que fue Nueva España, era de cien mil seres humanos cada año.
 
Varios autores citados por Gomara hablan de cincuenta mil.  Tanto Acosta como Herrera aseguran que había días en que llegaban a matarse entre cinco mil y veinte mil personas por día.
 
Motolinia, describiendo la fiesta del año de Tlascallan, dice que se sacrificaban ochocientos hombres en la ciudad y en la provincia.  Francisco Antonio de Lorenzana dice que en Cholula se sacrificaban seis mil niños por año.
 
Por su parte, Diego Duran, desde su “Historia de las Indias”, después de describir las ceremonias de la coronación de Moctezuma y los sacrificios, dice: “había días de dos mil, tres mil sacrificados, y días de ocho mil, y otros cinco mil, la cual carne se comían, y hacían fiesta con ella, después de haber ofrecido el corazón al demonio”.
 
Fray Pedro Simón en su “Historia de la guerra de los indios Pijaos, indígenas de Tierra Firme”, calcula que desde la fundación del Estado azteca (1325) hasta su ocupación por las tropas de Cortés (1521) se cuentan por millones —a lo largo de dos siglos— las víctimas inmoladas a estas divinidades.
 
Michael Harner, conocido antropólogo estadounidense, estimó en doscientas cincuenta mil personas al año el número de sacrificados. En resumen, se calcula que la cifra anual de  ejecuciones superaba con creces los cien mil.
 
Tomando los números mas moderados, como los cincuenta mil sugeridos por Gomara, encontramos que en un siglo, y sólo considerando la región mesoamericana del continente (excluyendo a los mayas), aztecas y aliados asesinaron más de cinco millones de personas.
 
RECORD NÚMERO 2: MÁXIMA CANTIDAD DE PERSONAS EJECUTADAS EN CUATRO DÍAS
 
El holocausto más grande conocido por la humanidad comenzó un día del año 1487, durando cuatro días. El motivo del ¨mega evento¨ era la consagración de la gran pirámide de Tenochtitlán, que había sido construida en cuatro años a base de esclavos. Prescott, protestante y antipático a España, dice que no menos de setenta mil personas fueron ejecutadas para éste solo evento.
 
Al respecto existe un interesentísimo trabajo de investigación bastante reciente, producido por el canal Discovery Channel, titulado Aztec: Temple of Blood. Esta investigación contó entre sus colaboradores con reputados y prestigiosos expertos de distintas áreas y disciplinas: antropólogos, cirujanos y diseñadores científicos, etc. Lo que allí se había propuesto era comprobar de una forma científica si realmente habían podido los aztecas en 1487 ejecutar a tanta gente en tan corto lapso; o sea, si era físicamente posible a los sacerdotes extraer el corazón de una persona en contados minutos, uno tras otro.
 
Para el experimento se habían conseguido réplicas casi exactas del cuerpo humano, con la intención de comprobar el tiempo real en el que un cirujano podía extraer un corazón. Utilizando los mismos instrumentos que los indígenas —mediante un cuchillo de obsidiana mandado especialmente a confeccionar— el cirujano logró cortar debajo de las costillas del cuerpo artificial y llegar al corazón por debajo de la caja torácica, desde donde lo extrajo. El tiempo que le tomó, en su segundo intento, fue de solamente ¡diecisiete segundos! Seguramente, si hubiera seguido probando, habría llegado a adquirir, eventualmente, el grado de habilidad y velocidad de los sacerdotes indígenas y su tiempo hubiera sido aun menor. El mentado estudio terminó por confirmar lo que ya había afirmado la antropología y la evidencia documental: los aztecas pudieron asesinar decenas de miles de personas en tan pocos días.
 
No existen dudas sobre la capacidad de los aztecas para procurarse esclavos y/o cautivos de guerra para sacrificar.
 
Sabemos que en una sola ocasión llegaban a tomar decenas de miles de prisioneros. Antes de 1487 habían tenido cientos de guerras —que incluso hicieron con el único fin de procurarse esclavos para sacrificios humanos—, especialmente con Moctezuma II.  Es posible que para esa ocasión contaran con no menos de doscientos mil prisioneros de guerra.
 
A esto podemos sumar los esclavos que no eran producto de guerras —a veces comprados en los mercados— y que muchas veces sacrificaban.  Las filas que formaban los esclavos hasta el altar donde habrían de ser sacrificados era interminable.
 
Hayan sido cien mil, cincuenta mil o incluso veinte mil víctimas en cuatro días, tratamos aquí con un record bestial, solo superado por el holocausto de Hiroshima, Nagasaki y Dresden; ambos pertenecientes a la segunda guerra mundial.
 
RECORD NÚMERO 3: LOS DESGRACIADOS NIÑOS
 
De los récords mencionados, es éste sin dudas el más repugnante e indignante.  Ninguna sociedad en la historia tuvo mayor predilección por la inmolación de niños que los pueblos precolombinos, especialmente mayas,(1) aztecas y chibchas.
 
Cuando creían habrlo visto todo, los misioneros quedáronse perplejos al constatar la existencia de masivos sacrificios humanos de niños. Si existía una Fiesta particularmente terrorífica al respecto, esta era sin dudas la de Tlaloc, en donde los sacrificados eran exclusivamente niños. Refiriéndose a otros sacrificios que hacían los aztecas en el mes de Atcavalo, escribe Bernardino de Sahagún: “En este mes mataban muchos niños; sacrificándolos en muchos lugares, en las cumbres de los montes, sacándoles los corazones a honra de los dioses del agua, para que les diesen agua o lluvia. A los niños que mataban componíanlos con ricos atavíos para llevarlos a matar, y llevávanlos en unas literas sobre los hombros, y las literas iban adornadas con plumajes y con flores; iban tañendo, cantando y bailando delante de ellos.  Cuando llevaban a los niños a matar, si lloraban y echaban muchas lágrimas, alegrábanse los que los llevaban, porque tomaban pronóstico de que habían de tener muchas aguas ese año. (…) No creo que haya corazón tan duro que oyendo una crueldad tan inhumana, y más que bestial y endiablada como la que arriba queda puesta, no se enternezca y mueva a lágrimas y horror y espanto”.(2)
 
Comenta Morales Padrón, que era muy común en algunas tribus el ahogamiento de niños, y “que entre los chibchas se ofrecían preferentemente niños, a los que se criaba hasta los quince años en el Templo del  Sol, para ser finalmente muertos a flechazos atados a una columna”.(3)  A su vez, dice Francisco Clavijero que en la Fiesta de Tlaloc los aztecas sacrificaban exclusivamente niños de ambos sexos, que compraban para la ocasión.  Eran dos las formas de hacerlo: a unos los ahogaban en el lago y a otros, niños de seis años, los encerraban en una caverna y los dejaban morir de hambre.(4)
 
Tomando en consideración que, como se ha reconocido —especialmente en el caso de los aztecas—, tras un exitoso combate se obtenían de una sola vez varios millares de prisioneros y que las guerras eran constantes, cabría preguntar: ¿Qué hubiera sucedido a los  súbditos de aquel imperio de no haber llegado los españoles? Podría suponerse, sin temor a exagerar, que habrían desaparecido de la faz de la tierra sin dejar tal vez rastro alguno de su existencia. Probablemente, de no haber prohibido los españoles estas prácticas, las culturas indígenas hubieran desaparecido como lo habían hecho anteriormente los mayas, los teotihuacanos y los toltecas. Es el destino forzoso de los seguidores de falsas religiones.
 
Sabemos también por González Gimenes de Quesada, Lucas Fernández de Piedrahita y Fray Pedro Simón de la costumbre de varias tribus colombianas, venezolanas y brasileñas de sacrificar niños; particularmente entre panches y muiscas. En general estos niños, junto a otros esclavos, se vendían en distintos mercados de la región, siendo comprados la mayor de las veces para los sacrificios. El religioso Simon da preciso detalle de esta bestial ceremonia: “(…) tendían al muchacho sobre una manta rica en el suelo y alli lo degollaban con unos cuchillos de caña; cogían la sangre en una totuma y con ella untaban algunas peñas (…)”.(5) Fernández de Piedrahita confirma los hechos, diciendo: “(…) abriéndolo vivo y sacándole el corazón y las entrañas, mientras le cantaban sus músicos ciertos himnos que tenían compuestos para aquella bárbara función”.(6)
 
Por referir otros casos, también practicaron los sacrificios humanos de niños, en forma bastante frecuente, los picunches y los araucanos o mapuches;(7) incluso en épocas bastante recientes, siendo conocido el caso del niño de cinco años asesinado luego del terremoto de Valdivia de 1960; caso que tomó estado  público y que causó gran revuelo en su momento.(8)
  
Cristian Rodrigo Iturralde
  
NOTAS:
1.  Esta costumbre es denunciada por la misma National Geographic, en un documental titulado, en español, “Los últimos días del imperio Maya¨, Estados Unidos, 2005.  Se halla disponible en: http://www.ivoox.com/ultimos-dias-del-imperio-maya-audios-mp3_rf_769250_ 1.htm­l?au­to­play=1
2.  Bernardino de Sahagún: “Historia General de las Cosas de Nueva España”, Madrid, Dastin, 2001, tomo I, págs. 17-18.
3.  Morales Padrón, Francisco: “Manual de Historia Universal”, tomo V, “Historia General de América”, Madrid, 1962, 62 (referencia al ahogamiento de niños), y 88-89 (ca­so de los Chibchas).
4.  Ob. cit., pág. 168.
5.  Fray Pedro Simón: “Noticias Historiales de las Conquistas de Tierra Firme en las Indias Occidentales”, Ed. Kelly, Bogotá, 1953, II, pág. 249.
6.  Lucas Fernández de Piedrahita: “Historia General de las Conquistas del Nuevo Reino de Granada”, Biblioteca Popular de Cultura Colombiana, Bogotá, 1942, I, págs. 40-41.  Consultar también el muy buen artículo “Dos Sacrificios humanos entre los muiscas”, María Lucía Sotomayor, Instituto Colombiano de Antropologia, Bogotá, “Revista Colombiana de Antropología”, vol. XX­VIII, año 1989-1990.
7.  “Revista anales”, Universidad de Chile, Séptima Serie, N° 1, mayo 2011.  Consultar en: http://www.revistas.uchile.cl/index.php/ANUC/article/view­File/12347/18134.  Tanto el P. Rosales (siglo XVII), como el gran historiador chileno José Toribio Medina y el dominico Alfonso Fernández, dieron cuenta de lo mismo.
8.  Arturo Zúñiga: “El niño inmolado”, en “El Mercurio”, Santiago de Chile, 15 de agosto de 2001.  Consultar el artículo completo en http://www.mapuche.info/news02/merc010815.html