domingo, 2 de marzo de 2014

Democráticas


DURA LEX (???)
 
 “Detrás de tus desvíos todo el año es carnaval”
(“Siga el Corso”, de Francisco García Jiménez - Anselmo Alfredo Aieta)
 
Decía Raúl Jassen en “Argentina, de Bolívar a la Trilateral”, refiriéndose a la separación de la Banda Oriental: “Pero Rivadavia es un felón, el peón que mueve Inglaterra en el tablero rioplatense. Está ligado a la Gran Bretaña por muchos intereses materiales y no puede sino traicionar al destino nacional de La Argentina”. Y más adelante: “Nunca una país había puesto tanto de sí mismo para destruir su propio territorio”. Claro, este libro es de 1979.
  
Seguramente todavía  dura el entusiasmo de los festejos por la democracia; tratemos ahora de analizar, al menos un poco, de qué se trata ésta. Ya repetimos hasta el aburrimiento que nuestra Constitución Nacional (CN) no nos satisface plenamente; sin embargo, algunos de sus artículos son muy razonables. Por esto, y por aquello de que “una pésima estructura es mejor que ninguna” de Ortega y Gasset en “Democracia Morbosa”, y ya que es la única que tenemos, es mejor respetarla que violarla, al menos tan reiteradamente.
  
Precisamente a esto se refiere Tomás Julián Persichini, quien presenta su libro “El Omega de Menem” denunciando “La pérdida de la Legalidad Institucional (o Seguridad jurídica) y de la Identidad Nacional a partir del 8 de julio de 1989, de resultas del Consenso Raúl R. Alfonsín – Carlos S. Menem, en la necesaria inobservancia del Art. 31 de la CN”, pasando a transcribir su texto: “Esta Constitución, las leyes de la Nación que en su consecuencia se dicten por el Congreso y los tratados con las potencias extranjeras SON LA LEY SUPREMA DE LA NACION…” Y pasa a analizar las circunstancias del traspaso presidencial de los citados en vista del Art. 29 de la CN: “El Congreso no puede conceder al Ejecutivo Nacional, ni las Legislaturas Provinciales a los gobiernos de provincias, FACULTADES EXTRAORDINARIAS, ni la suma del poder público, ni otorgarles sumisiones o supremacías por las que la vida, el honor o las fortunas de los argentinos queden  a merced de los gobiernos o persona alguna. Actos de esta naturaleza llevan consigo una nulidad insanable, y sujetarán a los que los formulen, consientan o firmen, a la responsabilidad y pena de los INFAMES TRAIDORES A LA PATRIA”. También transcribe “los motivos de dimisión esgrimidos en las renuncias simultáneas –fechadas el 30/6/89, y a ser efectivadas el 8/7/89– del Dr. Raúl Ricardo Alfonsín y del Dr. Víctor Hipólito Martínez a los cargos de presidente y vicepresidente de la Nación”: “El espacio para la acción del gobierno en funciones se encuentra demasiado agotado para enfrentar con posibilidades de éxito problemas en los que cualquier demora acarreará mayores padecimientos a todos”. No fue defraudado –él, por lo menos– ni hubieron demoras: “el 17/8/89, a 39 días de haber tomado inconstitucionalmente el Ejecutivo Nacional y el Gobierno, el Congreso sancionó la Ley 23.696 –de Reforma del Estado– 10 Capítulos; 70 Artículos, 2 Anexos: Privatización o Concesión de las fundamentales 50 Empresas de la hacienda pública”. Al respecto conviene acotar la opinión del Dr. Julio González (“Los Tratados de Paz por la Guerra de Malvinas”):  “La metodología de esta conquista (la de todo el territorio de la República Argentina) fue una Deuda Externa (DE) innecesaria, fraguada en la casi totalidad de su monto, que se fue  incrementando con el correr de los años. Para cancelar esta deuda inventada se dictó la Ley de Reforma del Estado 23.696, que autorizó la permuta de deuda por patrimonio. De esta manera y con esta metodología  jurídica los intereses anglosajones se posesionaron de la tierra de los argentinos”.
  
Es interesante recordar lo dicho por el Dr. González respecto a la rapidez de los acontecimientos, según quería Alfonsín: 1)  en septiembre de 1989 “la reina Isabel II recibió en audiencia especial y secreta al senador Eduardo Menem”; 2) dos meses más tarde, en el discurso de apertura de las sesiones del Parlamento Británico, la misma se refirió “al inmediato restablecimiento de las relaciones económicas con La Argentina, y a las ventajas económicas que se  derivarían de ello para el comercio británico”; 3) la visita de una misión comercial de Gran Bretaña, presidida por Lord Montgomery “para ver las empresas y organismos públicos que La Argentina ponía en venta por un procedimiento que técnicamente debió denominarse de obsequio o donación”.
   
Luis A. Leyro
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

La culpa no la tiene el chancho (los ingleses)comerciantes mas rapaces que los judíos, con los que estan amalgamados desde hace siglos. Pero, hay que reconocer que nuesstro pueblo lleva al poder a la antipatria casi sin excepciones. Yo creo que el problema es mas que político, mental ; falla la mentalidad.Y era mejor antes cuando estabamos seguros de estar arriba de toda América de habla hispana. Nos vamos degradando porque ahora somos "multiculturales" y vivimos en "diversidad". Yo creo que es preferible sentir un equivocado desprecio que sentirse par con quien jamás deberíamos emular.

PACO LALANDA